La última vez que el plató del Telediario cambió radicalmente fue en enero de 2008. Se estrenó entonces el escenario que nos ha acompañado en todo este tiempo, un decorado dominado por el azul y el blanco y las grandes pantallas. A lo largo de 13 años este espacio ha experimentado algunos retoques más o menos significativos, pero su esencia se ha mantenido prácticamente intacta. Hasta ahora.
Los Telediarios estrenaron su nueva imagen este lunes 15 de febrero. El noticiario más veterano de la televisión española, cuyas emisiones arrancaron en 1957, ha renovado por completo su estética. Además del plató, también han cambiado su línea gráfica, el logotipo, la rotulación, la cabecera con la que empieza el informativo y las melodías que le acompañan.
El nuevo decorado parte de un concepto totalmente minimalista. Es una “caja vacía donde encontramos una mesa limpia, sencilla, ligera y elegante que preside en solitario”, explica Cesc Calafell, jefe de la Unidad de Escenografía. Las tres paredes de esa caja son pantallas gigantes (de 87,5 metros cuadrados en total) que servirán para proyectar vídeos e imágenes mientras los presentadores se mueven con plena libertad. Y ya. No hay otros elementos decorativos como los que tradicionalmente se venían utilizando.
Fernando Navarrete, veterano realizador de TVE, señala que el objetivo de este notable cambio es que los presentadores no sigan parapetados tras la mesa, “sino ampliar las opciones para salir de la misma y encontrar mejores vías de explicar contenidos en pantalla”. Contar la información de siempre con un lenguaje distinto es un reto constante en televisión y algo en la que insisten quienes han trabajado en este lavado de cara.
Para ello, además de cambiar la puesta en escena se han introducido nuevas tecnologías que hasta ahora no se utilizaban en el Telediario, como la realidad aumentada que ya se puso en marcha este domingo en el inesperado preestreno del plató con motivo de las elecciones catalanas. La intención, como señala Jaime Garrido, director de Imagen de TVE, es “responder a las demandas de los espectadores del siglo XXI”.
La caja de cerillas en la que nació el 'Telediario'
Huelga decir que en nada se parece el actual Telediario al de sus orígenes en octubre de 1956. El informativo que en aquellos años presentaban Jesús Álvarez, David Cubedo y Blanca Álvarez era un perfecto ejemplo de austeridad.
El conductor del programa se ocultaba tras una mesa repleta de papeles y de la que surgía un micrófono no tan discreto como los que ahora se esconden en las camisas. Solía haber también un teléfono que, a falta de pinganillo, ponía en contacto a los presentadores con la cabina de realización en el caso de que surgiera cualquier imprevisto.
Eran informativos muy rudimentarios y encorsetados, sin movimientos de cámara y grafismos que ayudasen a digerir la actualidad. En la misma línea, los platós eran muy pequeños, como una caja de cerillas decorada con telas o murales que creaban fondos planos pegados al locutor.
Las primeras cabeceras eran largas y extremadamente sencillas: la palabra Telediario se imprimía sobre una bola del mundo que, de forma sorprendente, podía incluso girar sobre sí misma. Pero no había más efectos que ese, aunque tampoco eran necesarios ya que la televisión, como medio completamente novedoso, atraía la atención del público sin grandes esfuerzos. En cuanto a la música, siempre orquestal y con aires militares, solemne.
Adiós al corsé
Hubo multitud de innovaciones entre 1960 y 1970. El corsé que asfixiaba a los Telediarios aflojó con el transcurso del tiempo para dar paso a nuevas formas de hacer televisión.
El zoom se convirtió en una herramienta habitual con movimientos rápidos que hoy en día serían impensables. Los platós se llenaron de presentadores que iban introduciendo las noticias e incluso interactuaban entre sí comentando la actualidad, de la que no siempre existían imágenes.
Y el decorado, que hasta entonces había sido un perfecto ejercicio de discreción, se empezó a adornar con maderas y aparatos tecnológicos que servían de ayuda o simplemente aportaban un aire de modernidad. Cuando la televisión comenzó a emitir en color en la década de 1970 la estética ganó importancia.
Los platós dejaron de ser una simple caja de cerillas desde las que se contaban las noticias, para convertirse en un escenario que arropaba el relato de los presentadores. Se colocaron pantallas en el estudio para proyectar imágenes y mapas que aportaban dinamismo al programa, se modernizó el mobiliario y se empezó a jugar con la iluminación para crear efectos que favorecieran la espectacularidad del escenario.
Matías Prats, Victoria Prego, Manuel Campo Vial, Luis Mariñas, Iñaki Gabilondo y Rosa María Mateo –actual administradora única de RTVE– fueron algunos de los presentadores que pilotaron la modernización de los Telediarios.
Los platós se convirtieron en espacios vivos en los que las cámaras, todavía mastodónticas, se movían con brusquedad. Las innovaciones tecnológicas permitieron una renovación de las cabeceras y los grafismos, a los que se añadieron animaciones digitales y sonidos más tecnológicos y menos orquestales.
El 'Telediario' se llena de color
En los años 80 y 90 la Movida Madrileña se extendió a todos los ámbitos de la vida... y también al histórico informativo de TVE. No sólo cambió la estética de los presentadores –con vestuarios y peinados más atrevidos–, sino también el decorado desde el que estos saludaban a la audiencia.
El fondo dejó de ser plano y ganó profundidad, las melodías sonaban marcianas y la línea gráfica se llenó de rótulos coloridos y cabeceras animadas. La tecnología 3-D por fin permitió recrear la icónica silueta de Torrespaña cuando en 1982 TVE se trasladó a su nueva ubicación. Y como tal, como emblema de la Corporación, se ha mantenido hasta nuestros días el famoso Pirulí.
En los años sucesivos los tonos oscuros dieron paso al azul, el color corporativo de TVE que en las últimas décadas también ha sido el color de los Telediarios. La televisión pública empezó a incorporar elementos de la televisión estadounidense, con mayor agilidad, tiros de cámara más dinámicos, decorados cargados de mapas, pantallas grandes y una iluminación que añadía ciertas dosis de dramatismo.
La estética de los años 90 y 2000 se mantuvo en esa línea pero se benefició de las abundantes mejoras tecnológicas. Coincidiendo con el cambio de Gobierno que tuvo lugar en marzo de 2004, los Telediarios se renovaron completamente.
Los Servicios Informativos de TVE habían acusado un importante desprestigio durante la legislatura de Aznar por los constantes casos de manipulación, de modo que se hacía imprescindible un lavado de cara además de la pertinente reflexión interna sobre la politización del medio.
Hubo el tradicional baile de presentadores que se produce cuando cambia la Dirección, incorporándose Lorenzo Milá al Telediario de la noche. Había un claro interés por transmitir una nueva imagen, y eso fue lo que intentó el periodista cuando decidió presentar el informativo sin corbata, como antes había hecho en La 2 Noticias. Volvió a ponérsela cuando comprendió que su nuevo destino en nada se parecía al anterior.
Los Telediarios permanecieron prácticamente intactos hasta 2008, cuando se produjo la última gran renovación estética del emblemático informativo. La nueva cabecera y los elementos gráficos resultaron ser totalmente innovadores, pero el cambio más destacado se aplicó sobre el escenario, que ganó amplitud (pese a tener las mismas dimensiones) gracias a las líneas curvas y el blanco con el que todo se barnizó.
Además, las pantallas pequeñas –en algunos decorados llegó a haber hasta medio centenar de ellas tras los presentadores– perdieron importancia frente a los pantallones, el videowall que ya puebla todos los informativos de la televisión (o casi todos, ahí están los de Telecinco aún esperando a que les llegue su turno).
Trece años resistió este plató, al que los espectadores vieron por última vez el pasado viernes. Aunque la cabecera, la sintonía y los elementos gráficos han cambiado a lo largo de la última década, el escenario ha conservado su esencia pese a los retoques puntuales. Pero esa imagen del Telediario a la que se habían acostumbrado los espectadores ya es historia, y esta vez la renovación es total.
El cambio es histórico por partida doble. Por un lado, porque el decorado se ha construido en otro estudio y el Telediario cambia de ubicación por primera vez desde que llegó a Torrespaña en 1982. E histórico también porque esta renovación supone, en cierto modo, una vuelta a los orígenes minimalistas del escenario. Es, por así decirlo, una ruptura de la tendencia que se venía desarrollando en las últimas décadas.