TVE ha estrenado esta noche 7 días sin ellas, su nuevo docu-reality feminista producido por Big Bang Media. En él han mostrado cómo 40 mujeres de un pueblo se despedían de sus familias para marcharse durante una semana a un spa y dejar en manos de los hombres sus tareas diarias.
Se trata de la adaptación del formato de la BBC The week the women went pero que, en España, ha dado un paso más interesante centrándose también en la “huida” de ellas y no solo enfocándose en los problemas de ellos al quedarse.
Quizá en la elección de los protagonistas se echan de menos más “modern family” que pongan sobre la mesa nuevos temas de debate y rompan con estereotipos que se hacen repetitivos. Pero aún así, la banda sonora repleta de voces y autorías femeninas y la realización tan ligera como natural, hace de la apuesta un experimento sociológico que se antoja interesante por los deseos y miedos que transmiten ambas partes al separarse de su pareja.
Una apuesta de entretenimiento con trasfondo
Mientras la palabra “reality” suele estar ligada a superficialidad catódica, los 7 días sin ellas de TVE han dejado claro en tan solo un primer programa que su intención es dar mucho más calado a su apuesta.
Sí, tiene parte de “reality” pero también de “documental” y para ello han mostrado la partida de sus 40 mujeres, con sus respectivas despedidas (más o menos conflictivas), a la vez que las charlas entre ellas sobre la igualdad que anhelan en sus casas y en el mundo en general.
En esta primera entrega han hablado de los prejuicios que les afectan (y los que no “si no no habría una alcaldesa en el pueblo), debaten sobre si se conseguirá algún día la igualdad y piden la unión entre ellas en esta aventura nueva para todas.
De forma que sí, nos metemos en las casas ajenas para ver su “realidad” pero también para dejarla como “documento” de interés que nos hace reflexionar.
Protagonistas con miedos, sueños y toques estereotipados
Aunque son cuatro decenas las mujeres que abandonan su hogar, son nueve los núcleos familiares en los que el programa se centra.
La mayoría de ellos son matrimonios con hijos que, aunque muestran mucha diversidad de oficios (panaderos, electricistas, operaria en fábricas, albañiles, desempleados, administrativos, vendedores, estudiantes, hosteleros...) siguen un patrón de pareja muy estereotipado.
Ellas se definen como “controladoras” y obsesas del orden, mientras que ellos no suelen tener ni idea de las tareas del hogar. Por lo que al marcharse, vemos cómo la mayoría de las mujeres dejan instrucciones para que los hombres sobrevivan esa semana, siguiendo sus normas y hasta apuntando indicaciones para que no se les olvide.
“No confían en nosotros” dicen ellos que a la vez confiesan su miedo por no poder atender ni a sus hijos como lo hacen ellas. Mientras que las mujeres desvelan sus deseos de reencontrarse: “¿Realmente la vida que llevo es la vida que quiero?”, se pregunta una de ellas.
Y es esa “desnudez”, precisamente, lo que también da encanto al programa: el estar viendo a protagonistas que nunca habían trabajado en televisión, que no esconden su deje a pesar de estar frente a las cámaras, que son capaces de transmitir esos problemas que (estereotipados o no) reconocemos todos.
Por lo que facilita la identificación con todos ellos, a la vez que genera momentos tan cómicos, como enternecedores y hasta angustiosos. Como la vida misma. Como ell@s.
El encanto del medio rural y la reflexión final
El estreno arrancaba con la presentación de Bernuy de Porreros, el pueblo segoviano escogido para el experimento televisivo.
Tres de sus cuatro concejales son mujeres, por lo que el equipo de gobierno se mostraba entusiasmado con protagonizar un programa en el que la propia alcaldesa gritaba por megafonía al marcharse: “Que se note que nos vamos”.
Ella misma aseguraba frente a cámara que quería que se conociera a todas las mujeres de España con el ejemplo de sus vecinas. Un deseo por el que, de alguna manera, TVE está apostando al emitir programas centrados en la vida más rural y menos urbana. Esa que muestra la otra realidad de nuestro país fuera de las cosmopolitas capitales. Una alternativa cada vez más demandada.
Cambiar el foco y pasarlo de las grandes ciudades a los pueblos pequeños da autenticidad y nuevas historias para una televisión que parecía haber olvidado nuestras raíces, en su carrera por conquistar nuevas fronteras.
Y es que es enriquecedor comprobar que las mujeres y los hombres protagonistas de 7 días sin ellas van a reencontrarse, pero lo es aún más que lo hagan los espectadores junto a ellos.