Cuidado, spoilers: La siguiente noticia contiene detalles reveladores de la trama del último capítulo de Estoy vivo. Lea bajo su propia responsabilidad.
Lo último de Estoy vivo emitido ayer dejó al espectador con una gran incógnita por resolver. El cliffhanger llegó, como es habitual en toda ficción, en la última escena del episodio en cuestión. En esta, tras abandonar el caso del exmilitar, Lola (Luz Valdenebro) opta por tomarse un año sabático para descansar.
La mujer de Manuel Márquez (Javier Gutiérrez) se despide de este en una emotiva carta donde le confiesa que siempre le querrá pero que está notando que no es el de siempre -algo evidente teniendo en cuenta que Márquez no es sino Andrés Vargas-. Mientras Márquez la lee, se suceden una serie de imágenes en la que se ve a Lola montando en su coche para salir de la comisaría.
Sin embargo, en el último instante, Lola avista que el policía Enrique Palacios (Artur Busquets) se encuentra en uno de los asientos traseros. Perpleja, pronuncia su nombre, momento en el que este aprovecha para asesinarla de un disparo. Con paso resuelto, el policía abandona el vehículo dejando a Lola, ya fallecida, desangrándose en su interior.
Pero no será con este final con el que el público se quedaría verdaderamente atónito, ya que en el avance del próximo capítulo, y haciendo honor una vez más al título de la serie, la propia Lola aparece llamando a la puerta de un Márquez que corre a abrírsela: “Me alegro de que al final no te hayas ido”, le dice este con una sonrisa.
Este radical giro de los acontecimientos da pie a creer que Lola se ha convertido en un fantasma, pues de ningún modo podría sobrevivir por sus propios medios al fatal disparo. De esta forma, cabe la posibilidad de que haya podido regresar a su cuerpo gracias a... ¿la ayuda de El enlace? o de otra criatura del Más Allá.