Si algo caracterizó a Cristina Ortiz “La Veneno”, fue no dejar a nadie indiferente. Una realidad que todos los que se han aventurado a conocer su vida de la mano de la serie creada y dirigida por los Javis, han podido comprobar de primera mano. Pero nadie como sus intérpretes, entre las que Isabel Torres ha encarnado a la protagonista su última etapa, tras salir de la cárcel. Momento en el que conoce a su admiradora Valeria Vegas (Lola Rodríguez), que es quien acaba escribiendo sus memorias.
Para la actriz, su experiencia en la ficción ha sido “una montaña rusa”, tanto a nivel físico como emocional. Se presentó al casting padeciendo una enfermedad autoinmune que le obligaba a estar “hinchada por los esteroides” y, ya durante el rodaje, le fue diagnosticado un cáncer.
Aun así, Torres pudo seguir adelante y concluir la grabación de una serie que considera “muy necesaria” y, sobre todo “un ejemplo de inclusión”. Como mujer transexual, defiende que esté construida para que “la gente naturalice todas las condiciones del ser humano”. Y sobre Cristina, a la que conoció por su aparición en televisión como otras tantas personas en España, comparte que ha “cambiado” su forma de verla: “He aprendido a amarla a través de su dolor”.
La emisión de 'Veneno' ha llegado a su fin, ¿qué ha significado para ti este viaje personal y profesional?
Ha sido una montaña rusa increíble, de las mejores atracciones que he podido tener en mi vida. Una oportunidad tanto a nivel personal como emocional, porque interpretar a una persona tan marcada como Cristina era una responsabilidad muy grande. Y, sobre todo, era un reto para mi por el momento que me encontraba, con la enfermedad que tuve antes y la que he tenido después. Lamentablemente padecí una enfermedad autoinmune. Cuando hice el casting estaba hinchada de corticoides y me cogieron porque daba el perfil físico. Después estuvo el reto emocional del peso, aprender a hablar con el acento de Almería y darle ese toque racial que tenía Veneno.
¿Qué relación habías tenido de antes con Veneno? ¿Ha cambiado tu manera de verla haberla interpretado?
La conocía de la televisión como el resto de España. Y sí, ha cambiado mi manera de verla. He aprendido a amarla a través de su dolor. Cristina fue una persona muy carente de afecto y de muchas cosas, porque su vida nunca fue fácil. Tener la falta del amor de una madre es una de las cosas más duras que puede vivir un ser humano. Esto marcó su vida desde el principio hasta el final, y he aprendido a amarla a través de su dolor. Y de verdad, ha sido una de las cosas más bonitas que me ha regalado la vida.
'Veneno' tiene como protagonista a una mujer transexual que a pesar de todo fue capaz de renacer de las cenizas en más de una ocasión, algo que queda reflejado en la serie. ¿Es esto lo que la convierte en una figura tan inspiradora?
Totalmente. Era una mujer que nunca quiso dar pena ni traficó con ella. Al contrario, traficó con su desparpajo, su deslenguamiento. Era una persona que no mostraba apenas y sin quererlo, se convirtió en un referente. Ya era un referente al estar tan visible en un programa prime time con Pepe Navarro, para mucha gente se convirtió en un par, en algo en lo que se podían reflejar. De hecho, hay una generación muy grande, de 30 años, que adoran a Cristina porque para ellas, verla en la tele cuando eran pequeñas significó esto.
En tu caso interpretas a Veneno tras su salida de la cárcel, una de las etapas más duras de su vida. ¿Cómo fue engancharte en ese momento, con una Cristina sumida en el dolor?
Es muy duro. Hay que desglosar mucho las emociones para que no te afecten. Yo también estoy en un momento complicado de mi vida porque tengo cáncer y había mucha similitud. Su muerte, el momento en el que se corta las venas, todo esto te lleva a hacer mucha reflexión, a replantearte muchas cosas en la vida. He aprendido mucho de la serie y del personaje. Es muy gratificante.
La serie se ha convertido en un ejemplo de diversidad y visibilidad desde su comienzo. ¿Cuál piensas que es su mayor logro?
La serie es muy necesaria. Debería haber más Venenos, más series de Veneno en la televisión y todas las plataformas para que la gente naturalice todas las condiciones del ser humano, no solamente el colectivo trans. El ser humano es diverso y eso es lo más importante, transmitir un mensaje de diversidad, tolerancia, respeto y sobre todo de amor, que es lo que mueve el mundo.
¿Piensas que 'Veneno' puede convertirse en un punto de partida para que más gente se anime a contar un historias como esta?
Sí. Detrás de Veneno pueden venir muchísimas historias porque cada una de nosotras y de nosotres, que ahora se usa este término, tiene una historia detrás que puede ser impresionante, muy alentador y muy reconfortante. Mostrar una realidad que no se ha visto antes.
¿Y en cuanto a lo que tiene que ver con lo que no se ve en la pantalla, la inclusión de las mujeres transexuales en equipos de trabajo?
Sí, Veneno es un ejemplo de inclusión. Los Javis han creado esta serie y han mirado hasta el último detalle. Detrás de las cámaras ha habido siempre todo tipo de seres humanos independientemente de su orientación sexual y su entidad. Hemos trabajado con mucha armonía, cariño, respeto y esto es lo que debería primar en cualquier proyecto y circunstancia.
En tu caso, este ha sido tu primer papel protagonista en una ficción, ¿te gustaría seguir en esta senda ahora que ya se te ha abierto una puerta?
Había hecho más cosas aunque no tan impactante como esta y sí, por supuesto me gustaría que me llovieran proyectos. Ahora estoy haciendo una película en la Palma. Estamos muy contentos porque también es una apuesta LGTB, una historia de amor y dos gays.
'Veneno' habla de la importancia de que nadie sea marginado por el hecho de ser quién es. En este sentido, ¿qué queda pendiente por hacer en el terreno de las personas transexuales y qué debería ser lo primero?
Todavía queda mucho trabajo por hacer. Lo primero, respetarnos en todos los campos profesionales porque somos muy válidas para cualquier ámbito, no solamente para ser peluqueras o ejercer la prostitución, que es a lo que siempre se ha empeñado la sociedad en relegar al colectivo trans. Y que se nos mire de otra manera. Es muy importante el trabajo que se está haciendo con la serie y nosotras, a nivel individual, también tenemos una responsabilidad muy grande porque nos hemos convertido en referentes para muchísima gente que se está mirando en nosotras.
Los pasos que demos son muy importantes. Desde que comenzó la serie hay una cantidad de niños que se me acercan, que quieren dar el paso y no saben como hacerlo, con los que he ido a hablar con sus padres para ayudarles en el proceso. Ahora tengo muchísimos ahijados que están con los bloqueadores de la pubertad o cualquier tratamiento hormonal.
Unos “ahijados” que tienen que ver con el sentimiento de “familia” muy potente que también se ve en la serie. Veneno se refiere a sus compañeras como “la familia del Parque del Oeste”, Valeria se refiere así también a la propia Veneno y Paca la Piraña...
Claro, piensa que al carecer de la familia, creamos otros vínculos. Hay una familia que es la que te viene impuesta, la de sangre; pero hay una familia que uno elige. Afortunada o desafortunadamente para el colectivo trans, que ha tenido la mala suerte de tener que ejercer la prostitución, estar en la calle o desvincularse de su familia de origen, se crean unos vínculos tan fuertes o más que los familiares con personas que no son tu familia; pero que suponen algo muy importante en tu vida. Un apoyo, cariño, un abrazo, un hombro en el que llorar. Es muy importante.