Viaje al centro de 'Polònia': el programa estrella de TV3 que parodia a todos los políticos (los presos también)
Los presos independentistas van dejándose ver por los pasillos de los estudios de TV3 en l’Hospitalet de Llobregat. Raül Romeva y Carme Forcadell conversan acerca de sus clases de alemán, Oriol Junqueras apura su café y Josep Rull va y viene enganchado a Catalunya Ràdio, que retransmite el juicio en directo. Hoy no es un jueves cualquiera en 'Polònia', el programa estrella de TV3. No solo porque cumplen 13 años de emisión (500 episodios hace poco), sino porque, después de meses sin hacerlo, los actores vuelven a encarnar a los nueve políticos encarcelados.
A la actividad frenética que suele caracterizar los días de rodaje se le suma así cierto aire de solemnidad. “El enfoque es complejo, porque hacerles bailar cuando llevan un año y medio en prisión no es fácil, sobre todo si piensas en los familiares que van a ver el programa”, comentan Roger Rubio y Albert Martorell, dos de los guionistas, poco antes de que los nueve se metan en una celda para protagonizar un gag con el musical de 'Chicago'. Casi tres horas estarán grabando la que es la última escena del día, tras la cual sólo quedarán tareas de edición y producción antes de enviar el programa a TV3.
Parodiar a estos políticos les genera una sensación agridulce, según reconocen actores como Mireia Portas o David Olivares, que atienden a Vertele en la sala de maquillaje, mientras siguen en la pantalla de su móvil la declaración de Oriol Junqueras. Muchos de ellos conocen a sus imitados y han mantenido una relación cordial con ellos. La inquietud llegó hasta el punto que algunos actores se lo trasladaron por carta a políticos como Jordi Cuixart o Raül Romeva. “Nos contestaron todo lo contrario, que siguiéramos adelante con eso y más”, cuenta Queco Novell, el actor más veterano del elenco del 'Polònia'.
Los jueves, el día D
Los jueves, día de emisión de un programa que verán alrededor de 500.000 personas –el último tuvo un share del 21.4% en 2018, líder indiscutible de la parrilla TV3–, el trajín empieza sobre las 6 de la mañana en los estudios. Uno de los primeros en llegar ha sido el actor Iván Labanda, que tiene que grabar a las 8 el monólogo de Quim Torra. Luego se irá a desmaquillar para que le caractericen de Junqueras. Para ese personaje son dos horas y media de maquillaje y caracterización, un tiempo que los actores suelen aprovechar para repasar sus guiones o mirar vídeos de YouTube en los que aparezcan sus imitados, pero que él se lo ha pasado durmiendo. “Es que ayer por la noche tuve función y he dormido tres horas”, se excusa, resignado.
A medida que avanza la mañana, los estudios se convierten en un hormiguero. Actores, cámaras, auxiliares técnicos de plató, guionistas… Deambulan por los laberínticos pasillos con el único objetivo de encajar en unas nueve horas de rodaje la mitad del programa que se va a emitir en prime time ese mismo día (la otra mitad se graba el miércoles). El ambiente más relajado es el que se respira entre los guionistas, que entregados a su trabajo se dedican a hacer guardia por si la actualidad, que en este día pasa por la declaración de Junqueras o el posible adelanto electoral de Pedro Sánchez, les obliga a replantear sobre la marcha algunos textos.
Este jueves todo transcurre según lo previsto, pero durante el otoño soberanista catalán vivieron jornadas de locos. La DUI, la salida de Puigdemont de la cárcel en Alemania, las elecciones del 21D, la designación de Quim Torra… Todo eso fue en jueves, el día que graban. En este último caso rodaron dos gags, uno por si seguía sin haber nuevo president y otra por si saltaba la noticia aquella tarde. Para este supuesto, hicieron que Puigdemont levantara un telón y se viera a su sucesor, que en el plató era un croma verde sobre el que después meterían la foto del elegido. “Aquel día el programa llegó a TV3 literalmente un minuto antes de su emisión y la gente alucinaba, algunos se preguntaban si teníamos la información de antemano”, explican Rubio y Martorell.
La génesis y la popularización de la política
Semana a semana, ‘Polònia’ ha conseguido alcanzar unas cotas de popularidad sin precedentes para la televisión pública catalana. Su longevidad, 13 años, es mayor que la que ha logrado ninguno de los políticos que han sido parodiados. Novell, uno de los pocos actores que está desde el principio, ha jubilado a personajes como Pasqual Maragall –que protagonizó el primer gag de la historia del programa empezando una broma del 3% de Convergència–, José Luís Rodríguez Zapatero o recientemente a Mariano Rajoy. Hoy atiende a Vertele vestido con la toga del juez Manuel Marchena.
Este actor, antes periodista, está en la génesis del ‘Polònia’ junto a otros periodistas como Manel Lucas y, sobre todo, el que fue director y ideólogo del programa durante años, Toni Soler. “Cuando quedábamos nos reíamos de los políticos y pensábamos que sería bonito poder hacer algo parecido a lo que en aquellos tiempos hacían en Spitting images”, recuerda Soler. Con su productora, Minoria Absoluta, comenzaron a hacerlo en la radio y luego probaron en televisiones como Antena 3 hasta que en 2006 les compró la idea TV3. “En aquellos momentos la gente dudaba de si la política catalana daría para tanto, si tenía gracia”, expresa Novell. Antes de convertirse en un Dragon Khan, la política catalana giraba en torno a debates como la disposición adicional tercera del Estatut. Pocos conocían a la mayoría de consellers.
En un camino de ida y vuelta, 'Polònia' ha popularizado la política catalana y se ha alimentado a su vez de su espectacularización. Muchos espectadores han llegado a atribuir a los políticos gestos y expresiones que en realidad no eran suyos, sino invenciones del equipo de guión del programa. Sirven como ejemplo los presidents: el Qué cabrón! de Pasqual Maragall, el chist de José Montilla, el Amb il·lusió! de Artur Mas o el Visca Catalunya, però Girona més! de Carles Puigdemont.
'Repartir' a todos
Una de las premisas del programa desde sus inicios es escarnecer a todos los partidos por igual. “Hay veces que el programa carga hacia un lado, a veces hacia otro, pero en el global todo el mundo acaba saliendo retratado, intentamos que se cabreen todos, si no estaríamos haciendo algo mal”, argumentan Rubio y Martorell. Algunos políticos, a lo largo de los años, les han hecho llegar este ‘cabreo’, pero aseguran que en general la mayoría ha aceptado la sátira con deportividad.
De hecho, ambos guionistas detallan que, más que con el 'Polònia', sufrieron más presiones con el ‘Crackòvia’, un programa parecido -de la misma productora- dedicado a hacer broma del mundo del fútbol y, sobre todo, del Barça. Una de las quejas más vehementes se la hizo llegar Joan Oliver, el que fuera mano derecha de Joan Laporta en el club y que está ahora detrás del hundimiento del CF Reus. Fue por un gag a propósito de sus implicaciones en el espionaje de jugadores y directivos. “Nos vino a decir que si seguíamos por ahí los espiados seríamos nosotros”, zanjan, medio en broma medio en serio, los guionistas.
Toni Soler recuerda cómo Jordi Pujol le abroncó un día en público porque se burlaban del Papa Benedicto XVI. “Me reprochó que era muy ofensivo, pero en cambio nunca me dijo nada de cómo le tratábamos a él”, explica. Fue antes de que confesara haber ocultado una fortuna en Andorra. “Siempre habrá gente que pensará que su causa es tan importante que no debe estar sometida al humor”, reflexiona, y rebate: “Yo soy independentista, por ejemplo, y creo que el hecho de que el independentismo haga reír no le quita valor”.
Las quejas de PP y Ciudadanos
Pese a que durante años todos los políticos, al menos en público, mostraron complicidad con el ‘Polònia’, recientemente PP y Ciudadanos han sido mucho más críticos a la hora de acusarlos de estar escorados hacia el soberanismo. Los populares se indignaron en 2014 por un skectch que utilizaba la escena de 'El Hundimiento' de Adolf Hitler en su búnquer para burlarse de la cúpula del Gobierno de Mariano Rajoy. A la semana siguiente, el programa respondió a las quejas parodiándose a si mismos con esa escena, pero eso no impidió que el gag acabara en el Consejo del Audiovisual de Catalunya (CAC), que lo consideró correcto.
En este aspecto, Soler considera que el 'Polònia' es “un simple peón” de una batalla que les supera, que es “la que libran el PP y Ciudadanos contra TV3”. Estos últimos se quejaron precisamente este viernes al considerar que un gag que alineaba PP, C's y Vox como partidos de ideología reaccionaria estaba llamando a sus votantes “racistas, homófobos y anticatalanes”.
Aunque no se refiere a estos casos concretos, Soler sí admite que el programa puede haber “derrapado” y haberse “equivocado” porque se hace “a toda pastilla”. “La cantidad de gags que hemos hecho es alucinante, pero en general nunca ha ido a buscar la provocación gratuita, y esto es lo que tiene premio”, sostiene. Sobre si están escorados hacia el soberanismo, todos ellos lo niegan. Y como prueba, su archivo. “No se nos puede criticar por no haber parodiado al Govern, al contrario, nuestra crítica hacia ellos ha sido feroz”, sostienen Martorell y Rubio, y ponen como ejemplo el último vídeo del programa que se viralizó, en el que se hacía burla de la falta de proyecto del Ejecutivo catalán.
Con todo, son conscientes de que el humor es siempre un ejercicio subjetivo y no se esconden de haberse posicionado en sus sketches con causas, sin ir más lejos, como el rechazo al encarcelamiento de los presos independentistas. Pero también con su apoyo a Dani Mateo (se sonaron la nariz con todas las banderas) o su alegato feminista con el programa protagonizado sólo por mujeres el Día Internacional contra la Violencia Machista.