Volando Voy se ha convertido en uno de los formatos más fuertes de Cuatro, y lo ha demostrado la noche de este domingo al mantenerse inalterable en un gran 8.6% de cuota de pantalla pese a pelear contra el regreso de Salvados de Jordi Évole en laSexta.
El programa de Jesús Calleja ha logrado formar una buena base de público fiel que le tienen como primera opción a la hora de coger el mando, y que hace que semana tras semana se mantenga sobre el 8%, con datos siempre superiores a la media de la cadena.
Su mezcla de aventura, emotividad y causas entre sociales y solidarias ha conquistado a una buena parte de la audiencia, y ha asentado aún más a Jesús Calleja como uno de los rostros más importantes de Cuatro, junto a los buenos datos que también logra con su “Planeta Calleja”.
María, la emoción y humildad en persona
En la entrega de este domingo, la misión del equipo de Volando Voy era la de concienciar sobre la necesidad de muchos pueblos de ser repoblados, tras sufrir un éxodo rural que les ha dejado con muy poca población.
Para ello, Calleja volvió a hacer gala de su especial sensibilidad y sentido del humor, que se convierte en hilo conductor del formato a la vez que se va planteando y cumpliendo los diferentes retos que se autoimpone el programa, para acabar consiguiendo el fin definitivo.
En esta ocasión, el mayor ejemplo estuvo protagonizado por María, una anciana de 92 años residente en Rihonor de Castilla, que con el recuerdo de su difunto marido aún muy presente, se subió al helicóptero del programa para ver su pueblo desde el aire.
La mujer, que pasó del miedo inicial a acabar emocionada y sin perder el humor, no paró de agradecer a todo el equipo el paseo por los aires mientras incluso cantaba, hasta el punto de que al bajar del helicóptero incluso le preguntó a Calleja cuánto les debía por la experiencia.
Buscó el amor para fomentar la repoblación
La conexión de Calleja con la gente no es sólo algo trabajado tras conocerla, como en el caso de María. Quedó muy patente cuando el aventurero llegó a Villardeciervos, otro pequeño pueblo.
En cuanto algunas de las mujeres del municipio le vieron aparecer, se lanzaron a besarle y abrazarle, mientras no paraban de lanzarle piropos: “Está buenorro, tiene unos ojos y un cuerpo para comérselo”.
Pero las situaciones de este tipo no sólo las vive él, sino que también “provoca” que las vivan miembros de su equipo. Y es que cuando Calleja conoció a Modesto Leal, un joven campesino de Sagallos, no dudó en intentar fomentar la repoblación del pueblo “presentándoselo” a una de sus compañeras de producción, de una edad similar.