Mientras El juego del calamar centra la atención en Netflix, con un éxito que apunta a récord histórico, una nueva serie también se hace notar en el vasto catálogo de la plataforma a partir de este primero de octubre. Y lo hace con una apuesta más pegada a la realidad, al menos a la realidad más tangible.
Hablamos de La asistenta, un drama que destaca por una temática tan cruda como la violencia machista, pero tratada con un tono si no directamente ligero, sí fácilmente accesible. Una historia que puede recordarnos a otras series previas de la plataforma sobre realidades a menudo desatendidas en las grandes historias en torno a la experiencia femenina. Pensemos, por ejemplo, en Unorthodox, uno de los principales éxitos de Netflix en 2020, aunque en forma y fondo son trabajos bien diferentes.
Las claves de la historia de 'La asistenta'
Inspirada la autobiografía Maid: Hard Work, Low Pay, and a Mother’s Will to Survive, escrita por Stephanie Land y convertida en best seller, La asistenta es un relato en torno a Alex, una madre soltera que huye de su pareja y trata de salir de la situación de pobreza trabajando como limpiadora en casas. Un trabajo poco agradecido y peor pagado con el que intenta sacar adelante a su hija, por cuya custodia también tendrá que batallar.
Estamos ante una historia de supervivencia en sentido estricto, que aborda el maltrato desde una perspectiva que va más allá de lo físico, que refleja las múltiples vías que la violencia puede tomar en una relación, especialmente en lo psicológico, y la dificultad de romper ese ciclo vital, máxime con las dificultades que el propio sistema añade a nivel legal. Pero lo hace con un tono sorprendentemente accesible para el gran público. Incluso ligero, si puede utilizarse esta palabra, en su ejecución, alejándose así del tremendismo. Un tono que marca su creadora, la dramaturga Molly Smith Metzler.
“Mi trabajo es hacer de esta historia interesante para contar en 10 horas, para que mi primo de Ohio quiera verla”, exponía sus objetivos en una reciente entrevista con la web de la Motion Pictures Association, donde hace valer aquí su experiencia en series como Shameless, Casual y Orange is the New Black. Todas estas coincidían en su exploración de las clases desfavorecidas, el lumpen y la marginalidad, pero impregnadas de una comedia ácida y desenfadada que daba cierta levedad a los conflictos, por trágicos que fuesen.
“La versión de La asistenta que fuera simplemente un golpe, que fuera solo contar una cosa mala detrás de otra, no es la que yo quiero ver, y dudo mucho que fuera una serie que nadie quisiera ver. La clave para mí y para los guionistas es que sentíamos que ella [Alex] tenía que ser divertida. Tiene que ser una chica de 25 años de verdad, que no puede permitirse comer una hamburguesa con amigos, que a veces se pone cachonda”, comenta.
Margaret Qualley y la conexión hollywoodiense
Lograr que eso se traslade a la pantalla, que la protagonista pueda resultar divertida incluso en circunstancias extremas, es también responsabilidad de Margaret Qualley. La actriz ejerce como la principal fuerza que mueve La asistenta, que sirve como confirmación definitiva de un talento que el gran público ya conoció a través de Érase una vez en... Hollywood.
Hija de Andie McDowell, se formó como bailarina durante su adolescencia, lo que le sirvió para conseguir la que sería su primera plataforma profesional: Spike Jonze la eligió para protagonizar su campaña promocional para la firma Kenzo, con la que parecía remitir al icónico videoclip que dirigió 15 años antes para Fatboy Slim, con Christopher Walken bailando enfebrecido. Aquí era Qualley la que ejecutaba una coreografía alocada en medio de un lujoso salón de ceremonias, llamando la atención con sus piruetas y movimientos.
También pudo poner en valor en otra miniserie, Fosse/Verdon, trabajo que le valió una nominación al Emmy como mejor actriz de reparto de miniserie y que se estrenó en HBO apenas tres meses antes de la novena película de Tarantino. Su papel de Pussycat, la integrante de “La Familia” de Charles Manson que “engatusa” a Cliff Dalton (por cierto, uno de los escasos personajes del clan que no retratan a una persona real específica en el filme), le otorgó comentarios elogiosos de la crítica internacional y sirvió para su consolidación en Hollywood.
Conviene indicar que La asistenta supone la unión de Qualley con otro rostro de Érase una vez en... Hollywood, Margot Robbie. La actriz, que encarnara a Sharon Tate en el largometraje, está detrás de la miniserie en calidad de productora ejecutiva a través de su compañía, LuckyChap Entertainment.
Fundada junto a su marido, Thomas Ackerley, y Josey McNamara, el sello se ha centrado en producir historias sobre mujeres con talento femenino detrás de la cámara. La asistenta llega poco después de que la anterior producción, Una joven prometedora, se llevara el Oscar al mejor guion original para Emerald Fennell. “Son historias provocativas en cierta manera, son desafiantes en muchas otras formas”, decía Robbie a T: The New York Times Style Magazine Australia sobre su cartera de proyectos.
Además de su afán por desafiar las expectativas del público, La asistenta también permite reunir por primera vez a Qualley con su madre, que da vida a la excéntrica progenitora de Alex. Fue la propia protagonista quien le propuso la idea a su amiga y productora. “Siempre quise trabajar con mi madre, pero no pensaba que fuera a ser tan pronto en mi carrera. Pero al mismo tiempo, siento que la pandemia trajo al frente lo importante que es la familia para muchas personas, y yo era una de ellas”, explicaba en una entrevista con el magacine Porter.
Lo que dice la crítica
La conjunción de elementos ha servido para que La asistenta haya recibido una valoración sobresaliente de la prensa internacional. Revisando los principales agregadores de críticas, lo comprobamos: la serie recibe un 84/100 de media en Metacritic, con una muestra de 9 reseñas; mientras que Rotten Tomatoes incluye, hasta el momento, 6 valoraciones positivas (con una nota promedio de 8/10).
“Hay una forma barata de cubrir la pobreza en América que se basa solo en imágenes de impacto y clichés, pero La asistenta se decanta por un desarrollo gradual, una operación de Tetris consistente en apilar barricada tras barricada, rociado con el trauma generacional que implícitamente conforma las decisiones de los personajes antes de que sean conscientes”, explica en una Katherine Smith en Paste Magazine sobre una ficción que, dice, “no se guarda nada bajo el tapete”: “La asistenta agita las aguas de las narrativas sobre salir adelante al estilo americano, poniendo el énfasis en cómo la supervivencia del individuo depende de una red de apoyo”.
Judy Berman, para Time, concuerda en este juicio, y añade que “a diferencia de otros dramas genéricos sobre la pobreza rural, esta serie tiene un buen sentido del lugar”. La mayor fuerza de la serie, en cualquier caso, son “sus personajes multidimensionales”, añade sobre una ficción que alinea con filmes como Wendy y Lucy de Kelly Reichardt.
Quizás el mejor resumen del sentir generalizado lo podemos encontrar en The Hollywood Reporter: “La miniserie de Netflix resulta ir sobre mucho más que el trabajo del protagonista, abarcando temas sobre maternidad, violencia doméstica y la precariedad de la vida por debajo del umbral de la pobreza. Como esta descripción indicaría, no sería un visionado nada alegre. Pero [La asistenta] también es sorprendentemente entretenida, salvándose de la apatía de la pornografía emocional gracias a un tenaz sentido de la esperanza y ligeros toques de humor”.
Desde este octubre, podemos comprobar cuán de cierto hay es la afirmación. En total, 10 episodios disponibles ya en Netflix.
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