Así fue el emotivo final de 'Acacias 38', con dedicatoria a los “acacieros” y un salto al futuro
Acacias 38 ha dicho adiós a la audiencia después de seis años ocupando las tardes de TVE. Lo ha hecho con un final mayoritariamente feliz para sus personajes, que se han despedido además con una copla en honor a los “acacieros”, la comunidad de fans del serial.
En el apartado “negativo”, ha destacado la reafirmación de Gabriela, la hija de Genoveva, como la nueva malvada del barrio, capaz incluso de envenenar a su madre para acabar con su vida y hacerse fuerte. Es la nueva señora del principal, apoyada por alguien en la sombra, ni más ni menos que la gran villana de la serie: “Vamos a ser las amas de esta ciudad, Doña Cayetaña”, decía la ambiciosa joven en su última escena, que se encadenada con un montage que reunía las grandes tragedias que se han vivido en el barrio.
Felipe y Dori se marchan juntos a Ginebra
Ahora bien, en su cierre, las tramas de Acacias 38 se han resuelto satisfactoriamente para el grueso de sus inquilinos. En primer lugar, Felipe ha decidido dejar sus planes de futuro para marcharse a Ginebra de la mano de su amada, Dori, a quien la decisión le pillaba por sorpresa: “Ningún trabajo me llevará más lejos que estar a tu lado”, decía el abogado.
Mientras estos se marchaban, Casilda acababa por desistir también de su intención de dejar a Rosina y Liberto para abrir una mercería y terminaba pidiendo seguir con ellos. No solo eso: también pasaba a convertirse en socia del matrimonio, que se lanzaban finalmente a invertir en el negocio de exportación de aceite de oliva a Estados Unidos. Por si fuera poco, la sirvienta guardaba una sorpresa especial para la señora: había urdido el reencuentro de Rosina con su hija Leonor, de vuelta al barrio para quedarse, ahora con su marido y sus trillizas. “Muchas gracias por todo lo que has hecho siempre”, decía emocionada Rosina a Casilda. “Hoy es el día más feliz de mi vida”.
Las buenas nuevas continuaban también con la proposición de matrimonio de Pascual a Hortensia, delante de buena parte de los vecinos y allegados. Y también con Lolita, que ultimaba la cesión de la pastelería antes de marchar a Cabrahigo, un viaje al que ha invitado a Fidel, su nuevo amor, con el beneplácito de Don Ramón.
La canción dedicada a los fans... y el salto al futuro
Todos ellos se acababan reuniendo en la calle principal para recibir a Bellita del Campo, que regresaba después de haber recibido la medalla al mérito artístico. Así, con todo el reparto reunido por última vez, le pedían a la artista que les dedicara una última canción. Un tema de letra metatelevisiva que servía para dar pie a un montaje musical con los momentos más emotivos de la serie en sus 1483 episodios, y para agradecer el empuje de la audiencia fiel.
“Muchos besos a todos los acacieros... ¡Hasta siempre, os queremos, adiós!”, cantaban todos al unísono.
Sin embargo, había una última sorpresa para los espectadores, un guiño al presente que renovaba y actualizaba los decorados de los últimos años para adecuarlos al momento actual. O mejor dicho, al futuro más inmediato, a 2022: un año en el que el coronavirus ha desaparecido Así, encontrábamos paseando por el barrio a un joven cantante que resultaba ser antepasado de Felipe, encontrándose a su vez con una descendiente de Lolita en el edificio de Acacias 38. Con un último guiño al pasado -ella es la tataranieta de Moncho, que con 108 años vive con su familia enganchado “a la novela de la tarde”-, los dos jóvenes se citan para tomar un café, dando pie a una nueva historia, esta sí, que los fans podrán continuar en su imaginación.
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