'La casa del dragón' llega a su último capítulo sacando músculo y asentada como gran heredera de 'Juego de Tronos'
¡No habrá piedad! Ese el grito de guerra con el que La casa del dragón ha promocionado el octavo y último capítulo de su segunda temporada en Max, que vivirá su estreno en la plataforma de pago en España en la madrugada de este domingo al lunes 5 de agosto, a partir de las 3:00 horas. Unas palabras que anticipan el estallido final de un conflicto bélico que se ha venido cocinando a fuego lento a lo largo de toda la tanda.
Es cierto que en Fuego y Sangre, el libro en el que se basa esta precuela de Juego de Tronos, George R.R. Martin data el comienzo de la Danza de Dragones, la cruenta guerra civil entre los Targaryen, en la coronación de Aegon II Targaryen como rey de Poniente. Un movimiento con el que los Hightower, con Alicent y su padre Otto a la cabeza, traicionaban oficialmente la última voluntad de Viserys de que fuese su primogénita Rhaenyra la legítima heredera al Trono de Hierro.
Sin embargo, tal y como repasaremos en este análisis en el que sólo se tendrá en cuenta lo visto en la serie de televisión -ignorando la novela-, La casa del dragón utilizó su primera temporada como presentación de los personajes e introducción de los hechos que desembocaron en la ruptura total de la familia en dos bandos -Negros y Verdes-, y esta segunda tanda de episodios como despliegue de todas las piezas en el tablero antes de desatarse la batalla definitiva. Es decir, la gran guerra está aún por llegar.
Una contienda de la que sólo hemos visto algunos aperitivos, centrándose de momento toda la atención en las alianzas que los dos grupos han ido haciendo con otras casas de los Siete Reinos, y las armas que todos están adquiriendo para cuando llegue la hora de la verdad. Y es ahí donde se ha vislumbrado ya que el factor clave en la lucha, como no podía ser de otra manera, serán nada más y nada menos que los temidos dragones.
Los dragones, absolutos protagonistas
La ficción de Max, a diferencia de lo que ocurrió en Juego de Tronos, donde las criaturas de Daenerys Drogon, Rhaegal y Viserion eran los tres únicos dragones de Poniente, ha querido poner el foco en la época de esplendor de los Targaryen justo antes de esa guerra fratricida en la que las bestias de fuego fueron claves para el desarrollo del conflicto.
La casa del dragón ha querido sacar músculo dentro de la industria televisiva, sin cortarse a la hora de mostrar al espectador el espectacular poderío de estos seres fantásticos y el suyo propio a la hora de recrearlos cinematográficamente como nunca antes se había hecho en el audiovisual. Durante esta segunda temporada, se ha podido comprobar que la serie ha puesto gran parte del presupuesto en el trabajo de CGI -de efectos especiales- para la construcción de hasta diez dragones distintos, cada uno con diferentes dimensiones, diferentes rasgos e incluso, lo más complicado, diferente 'personalidad'. Una cuidada labor que el público -también el público lector por la fidelidad con el texto- ha apreciado y agradecido.
Pero los dragones no han sido protagonistas sólo en forma. También lo han sido en fondo, ya que han sido el núcleo principal de las tramas de esta segunda tanda de capítulos en los que Rhaenyra -'aislada' en Rocadragón, sin ejército de tierra y sin muchos apoyos en Poniente- decide intentar igualar fuerzas con los Verdes recuperando a las bestias sin 'dueño' que aún guardaba en su 'recámara'. Así pues, en el séptimo episodio veíamos como esa 'cosecha roja' de la heredera daba sus frutos al convertir en nuevos jinetes para Bruma, Vermithor y Ala de Plata, a esos llamados 'semillas de dragón', bastardos de Targaryen que, como explicamos, pueden crear vínculos con los dragones.
La gran guerra deberá esperar
En la otra cara de la moneda, en esa idea de centrar los esfuerzos en mostrar el poder mortífero de los dragones, los creadores de la serie de Max se han visto obligados a descuidar esas escenas de batalla sobre el terreno que tanto se prometían durante la promoción de esta segunda entrega, tanto en sus tráileres como en las entrevistas con los actores con los que, por cierto, también pudo hablar verTele.
Echando la vista atrás, solamente hemos podido ver escenas puramente bélicas en el magnífico cuarto capítulo de la tanda, titulado El dragón rojo y el negro, que acabó con una brutal lucha 'a tres' en Reposo del grano en la que Aemond y Vhagar aniquilan a Meleys y Rhaenys y, de paso, matan a Fuegosol y casi a su hermano Aegon en su maquiavélico plan de erigirse él como rey. Todo ello, mientras las tropas de Criston Cole aguardaban para atacar, viendo cómo muchos de los soldados, de ambos bandos, acababan arrasados por el fuego.
Se han echado en falta más escenas de guerra en tierra, con los espectadores quedándose fríos al ver cómo La casa del dragón se 'zampaba' dos de las batallas más esperadas: la de la toma de Molino Quemado, solventada con una decepcionante elipsis y, la de la sangrienta cruzada de Willem Blackwood contra los Bracken que comprometió la posición de Daemon Targaryen frente a los señores de la Tierra de los Ríos y que, lamentablemente, tampoco tuvo minutos en pantalla.
La ficción se ha ahorrado así una costosa parte de la producción, a falta de ver este octavo y último capítulo en el que todo apunta que acabará con las espadas en alto, iniciándose ahora sí con todas las de la ley, la gran guerra de los Targaryen. Un duelo, a sangre y fuego, en el que la disposición de dragones por bandos está de la siguiente manera:
Bando Negro:
- Rhaenyra y Syrax
- Daemon y Caraxes
- Jacaerys y Vermax
- Baela y Moondancer
- Addam y Bruma
- Hugh y Vermithor
- Ulf y Ala de Plata
- Aegon y Stormcloud*
*Stormcloud es aún el bebé dragón del pequeño Aegon, actualmente camino de Pentos en busca de protección.
Bando Verde:
- Aemond y Vaghar
- Daeron y Tessarion*
- Helaena y Dreamfyre*
*En el avance del último episodio, Aemond pide a Helaena que reclame a Dreamfyre. Todo ello, mientras Daeron, el hijo menor de Alicent al que aún no hemos visto en pantalla, viaja desde Antigua a Desembarco del Rey con los Hightowers y su dragón Tessarion.
Del auge de Aemond como villano a la caída de Alicent
En esas promociones previas a la temporada, Max colocaba a Alicent como antagonista de Rhaenyra, convirtiéndolas en las dos cabezas visibles de los dos bandos, dos amigas de infancia ahora enfrentadas en la lucha por hacerse con el Trono de Hierro. Un duelo frente a frente que se ha acabado disipando con el desarrollo de las tramas, con el príncipe Aemond erigiéndose como el auténtico villano de la serie.
Alicent es despojada poco a poco de su poder después de que su empeño por coronar a Aegon -interpretando como quiso el último mensaje que le dio su marido Viserys antes de morir- provocase todo el conflicto de esta guerra entre los Targaryen. Ahora, tras verle los dientes al lobo y comprobar las consecuencias de sus actos, la reina madre se echa para atrás, topándose de lleno con las ambiciones desmedidas de sus hijos.
Especialmente, como decíamos, de Aemond Targaryen, que pretende vengar sus frustraciones y traumas del pasado, encumbrándose como candidato real a la corona. Este, interpretado por un hierático Ewan Mitchell, al que verTele también pudo entrevistar, va a por todas y, nombrado Príncipe Regente tras dejar a Aegon al borde de la muerte, se convierte en el verdadero líder de los verdes y, por tanto, el verdadero rival a batir por Rhaenyra dejando en segundo plano a Alicent.
'La casa del dragón', digna heredera antes de su temporada 3
En definitiva, y a falta de conocer el sino de los personajes en el último capítulo, podemos decir que después de una primera temporada que sirvió como 'prólogo', Max ha logrado con esta segunda tanda hacer brillar a La casa del dragón con tanta luz como lo hizo Juego de Tronos. Es decir, La casa del dragón, a la espera del lanzamiento del próximo spin-off que la plataforma ya ha puesto en marcha, se ha logrado asentar como su digna heredera.
La precuela ha sido continuista dentro del universo de Canción de hielo y fuego, pero 'rupturista' respecto a su predecesora, ya que aporta contexto a la saga, contando a la audiencia con buen tino un episodio clave en la historia de Poniente y que durante la serie matriz solo se pudo conocer a través de breves diálogos entre algunos de los personajes.
Además, en esta segunda temporada, La casa del dragón ha recuperado la carga política, dándole el peso que se merece y haciendo, como mencionábamos, que se cocine a fuego lento situaciones que servirán como clímax para darle al espectador esos fuegos artificiales que nos dejen pegados al televisor. Una traca final que, a buen seguro, veremos en la ya anunciada tercera temporada de la serie en Max.