Aunque El gran salto acapare la atención y miradas en San Sebastián, por la expectación generada durante meses, esta no era la única bala disparada por Atresmedia en su paso por el festival. Y nada más diferente que el biopic sobre una figura contemporánea del deporte que una historia de época con ecos de spaghetti western que supone el debut como realizadora y guionista televisiva de una actriz consagrada y veterana.
Nos referimos a La sombra de la tierra, miniserie de cuatro episodios en la que Elvira Mínguez asume el guion y dirección en solitario adaptando su primera novela homónima, publicada por Planeta. La ficción, de momento, no tiene fecha de lanzamiento en Atresplayer, aunque el primer episodio proyectado ha servido para marcar la pauta de lo que puede esperarse de un producto que se sitúa a contracorriente en el paisaje televisivo.
En palabras de Montse García Álvarez, directora de ficción de Atresmedia, La sombra de la tierra es “una serie dura y áspera” que nos ubica en la Zamora de 1896, con la guerra en Cuba a punto de reventar. Aunque la época sea más o menos recurrente en producciones de la casa, lo cierto es que no se ha abordado con la crudeza y aridez con la que la cámara plasma ese conflicto rural en torno a la propiedad y el legado entre dos mujeres opuestas, encarnadas por Adelfa Calvo y María Morales.
“No se ha hecho ficción así en España”, afirma la directiva, en el Kursaal, en un acto de presentación caracterizado por el elogio generalizado a Mínguez, por haber sabido trasladar su experiencia como intérprete con más de treinta años de carrera a la hora de abordar la labor tras las cámaras. “Es un reto superado con creces”, asegura García. Morales va más allá y describe la propuesta así: “Arrasa, pero no puedes dejar de mirarlo”.
“No se nos muestra a las mujeres en plenitud”
Para el grupo, el componente principal de la historia es su universalidad, aun cuando la trama nos introduce en una España caciquil aún a la espera del siglo XX. Pero para la autora del libro y de la serie, hay otro aspecto definitorio: “Hablo de las consecuencias del abuso sexual intrafamiliar”, aclara la realizadora, que narra de qué forma dos mujeres condenadas a odiarse se enfrentan alrededor de la tierra. Una tierra que esconde bajo la gravilla traumas dentro de cada seno. Garibalda, la que manda en el pueblo, y Atilana, quien busca reivindicar su lugar, desarrollan relaciones de extrema dureza con sus hijos, que en mayor o menor medida reflejan un pasado de abusos sexuales dentro de la propia familia.
El hecho de contar con dos personajes como ellas dos, no solo aguerridas sino intransigentes y crueles, sirve para una reivindicación de la artista. “Voy a hacer sesenta años y estoy cansada de ver que estamos abogando por ver a las mujeres en total plenitud, pero no se nos muestra así. Es difícil ver a una mujer con todo”, lamenta Mínguez, que defiende que “las mujeres somos absolutamente maravillosas y absolutamente deleznables como todos los seres humanos”.
Adelfa Calvo, ganadora del Goya 2018 a la mejor actriz de reparto, lo atestigua también. La actriz de 62 años asume el rol de la maliciosa gobernadora del pueblo de Villaveza, obesa y enferma; el maquillaje protésico de más de 15 kilos en las piernas son un rasgo físico clave en el personaje. Pero también lo reitera María Morales, a la que ya vimos en Honor en Atresplayer y que asume el papel de la única mujer que legítimamente puede disputarle a la anterior ese control férreo sobre el lugar. Eso sí, ambas están carcomidas por los sentimientos más oscuros, que acaban irradiando a los demás: “Son dos mujeres incapaces de amar, porque se odian, y odian a sus hijos”.
Máximo “respeto” hacia la visión de Elvira Mínguez
Los dos personajes, salvando las distancias, perfectamente podrían encajarle a Mínguez como actriz. En esta ocasión, para este debut, ha preferido concentrarse en la faceta tras las cámaras. Por un lado desde guion, encargándose en exclusiva de toda la traslación del material literario a la pantalla: “Era muy importante contar la historia como yo lo había escrito. Es una historia muy visual y quería que se mantuviera, y me ha permitido hacerlo”.
Por otro lado, también era crucial para ella que el trabajo de la producción, que representa una tragedia de sentimientos tan intensos, diera margen para el equipo artístico, para destensar y sentirse en comunión unos con otros: “Nunca en mi vida, y llevo unas cuantas películas y series a mis espaldas, he visto tanto respeto a una directora como contigo. Todo el mundo ha ido con ella”, aseguraba Calvo.
Ella, por su parte, pone el foco en el amplio elenco de intérpretes, que han estado “a pico y pala con una generosidad enorme”, y con especial dedicatoria a Carmelo Gómez, que en los últimos años se ha hecho caro de ver en las pantallas, prefiriendo el teatro, y con quien tiene una amistad que se remonta a su juventud. “A ningún actor lo quiero como a Carmelo”, aseguraba una Mínguez, que también hace hincapié en el equipo técnico: Josu Inchaustegui como director de fotografía, encargándose de aportar el valor pictórico a las imágenes; la figurinista Clara Bilbao, la dirección de arte a cargo de Llorenç Miquel, o la labor en la sala de montaje de Leire Alonso. Ha tenido a sus órdenes a un “equipo de cine” al que “se les caen los Goyas” de sus palmarés.
El cine, por cierto, es un concepto que ha sido repetido en la rueda de prensa de La sombra del reino. La autora no evitaba caer en el tópico de referirse a su obra como “una película larga”, pues su concepción siempre ha sido esa. Carmelo Gómez también se refería a esta en similares términos, aunque se explicaba para matizar o justificar esa apreciación, remontándose al pasado, como se hace en la serie, para criticar un asunto también contemporáneo.
Para él es “una película de cuatro episodios como las que hicieron nuestras televisiones con Fortunata y Jacinta”, dice, aludiendo a aquellas producciones de gran formato, adaptaciones literarias en su mayoría, y rodadas en celuloide por TVE en los ochenta. “Estaría bien que las películas apostaran por un producto que nos mira, que nos pausa y que nos abduce”, defiende el actor.
Primer proyecto de Fonte Films, de Pablo Isla
Esto que, sostienen todos, es La sombra de la tierra se ha logrado gracias a Fonte Films, productora fundada por el empresario Pablo Isla tras dejar la presidencia de Inditex. La productora, que rige junto a Carla Pérez de Albéniz y María Jesús Román se estrenaba oficialmente con esta serie para Atresmedia, aunque no es su única apuesta en San Sebastián: también están detrás del documental Mugaritz. Sin pan ni postre, dirigido por Paco Plaza para Movistar Plus+.
“De Elvira sabíamos de hace muchos años que era una gran actriz y nos encontramos con una grandísima novelista y ahora con una grandísima directora. Y por encima de todo, una grandísima persona”, declaraba Isla en su gran estreno en estos lares. Ella, por su parte, recogía todas esas palabras con modestia: “He hecho muy poquito, de verdad. Yo esperaba no jorobarlo. Lo han hecho ellos, y es una barbaridad lo que han hecho”.