Vi resúmenes de programas del año de las televisiones, y me convencí de que en ellos salían tontos, malvados, descerebrados, groseros, traidores, ladrones, tramposos, infieles, feos, desescolarizados. No es preciso que señale que también estas definiciones pueden terminar en “a”: no hay diferencias de sexo. Me confirmó lo que sabía: no es la televisión lo que es una basura, como dicen, sino quienes salen en ella con nombres populares. ¿Por qué no salen los listos? Porque los grandes programadores han elegido pequeños programadores de la casta de parias del cerebro. Más allá: para que no salgan los listos, o salgan sólo a ciertas horas y con entrevistadores adiestrados, no vayan a ser críticos. Sin cobrar: el inteligente debe ser pobre porque si no se embota. Dicho esto, los proyectos para televisión que el PSOE quiere introducir en su programa electoral me repugnan. La antibasura puede ser basura, como el antiterrorismo puede ser terrorismo (guardias en los aviones). Crea un Consejo Superior de la Comunicación que haga un “código ético de programación” para fijar “los indicadores y contenidos que respondan al concepto de basura: obligará a las televisiones publicas ”y condicionará a las privadas, impidiendo la programación de contenidos basura, es decir, los de baja calidad en el lenguaje y los mensajes morales que rocen el respeto humano, el sexismo, la violencia, la xenofobia y la intimidad de las personas“. No, no quiero censores que se consideren a sí mismos ”morales“, no quiero que mezclen ¡otra vez! la sexualidad con la violencia (sólo el catolicismo franquista, fundido en una sola ciénaga, podría confundir lo que es amor, contacto humano, contexto de especie, con la violencia: o ¿es que vamos a volver a la decencia de las formas y el temor al diablo?). No quiero un Ministerio de la Cultura y la Comunicación, como proponen: la ministeralización de la cultura la está hundiendo en España con la sonrisa protectora del que da dinero; un Ministerio de la Comunicación volverá a ser un Ministerio de Prensa, como los de Hitler, Stalin, Franco, Mussolini. Prefiero la basura que, de algún modo, se recicla incluso por la manera de rechazar lo que se ve y a las personas que empuercan la pantalla. Las dos censuras han hecho mucho daño: la directa, que va desde la tijera contra el texto y llega al patíbulo para el creador, y la indirecta, que paga al antes creador y a sus empresarios para que hurte los temas vivos. Y si lo hacen los socialistas, lo ganará el PP: un desastre nacional.