La Razón destaca en su portada el “clamor contra las alianzas políticas en Eurovisión”. En páginas interiores señala como protagonistas del “cruce de alianzas eurovisivas” a “la mayoría de escandinavos y bálticos”. Rosa, la representante española, es descrita como una “moderna Cenicienta”.
La Vanguardia de Barcelona habla de “las dos Europas” a la hora de enjuiciar las votaciones. Pero también achaca el fracaso a que “la maquinaria de TVE empezó a funcionar tarde y mal”.
El diario ABC asegura que “a Rosa le espera un futuro incierto” porque “los monstruos de la razón monetaria devoran a sus hijos”. Para el diario madrileño, la granadina resultó “vencida pero no derrotada”.
El País escribe en su editorial que“la alta política ha impregnado esta edición” y publica una detallado estudio comparativo de votos que permite sacar conclusiones propias a los lectores.
Gran despliegue en El Mundo
El diario dirigido por Pedro J. Ramírez publica en portada el titular: “TVE presenta a Rosa como víctima del sistema de votación de Eurovisión”. Varios de los columnistas del periódico dedican sus textos a la participación de Rosa en Eurovisión. Carlos Toro considera que la población española es “víctima del papanatismo consistente en pensar que el centro de nuestra aldea es el centro del universo” fruto de una “asombrosa, contagiosa y pueblerina magnificación artística y popular de OT”. Eduardo Mendicutti afirma, no sin ironía: “disfruté como un loco”. Francisco Umbral asegura que Rosa conoció “la verdad falseada de los traficantes en prestigios” y que la granadina apareció “mal emitida, mal vestida y mal valorada”.
El Mundo vapulea, en su amplia descripción del Festival, al coro de Rosa, por su ausencia en la fiesta de posterior al concierto (a la que solo acudió Geno, Rosa y la directora de la Academia, Nina). También se muestra crítico con Uribarri -analiza sus comentarios detalladamente- y con Nina y su entrevista a Rosa y Carlos Lozano. Otro de los titulares lleva a sus páginas el sentir de los vecinos de Rosa en Armilla: “Sabemos que todo está amañado, pero nuestra Rosa)es fenomenal”.
Tanto la viñeta de Gallego & Rey como la de Ricardo, en el mismo periódico, subrayan que el festival de Eurovisión es uno de los símbolos de una España pasada. La guinda es el comentario editorial, titulado: “De la decepción al bochorno televisivo”, en el que encontramos frases dirigidas a TVE como “vergonzoso espectáculo” y “la más rancia chabacanería y la sonrojante horterada” en el “mayúsculo desencanto nacional”.
Aterrizaje polémico
La llegada al aeropuerto de Barcelona de Rosa y su séquito ha sido también motivo de controversia.
La Razón apoya la versión de la “estricta organización” al referirse al cansancio de los músicos, que no permitió a los fans disfrutar de su presencia a su llegada a El Prat.
La Vanguardia mantiene que “el agotamiento por tantas emociones” aconsejaron la salida anónima de los cantantes.
ABC habla de una huída “por la puerta falsa” mientras que El Mundo tilda de “manejos” los problemas de seguridad que explicaron los acontecimientos de El Prat, ampliamente críticados en otros rotativos. Añade que los “fans ignorados en El Prat” lanzaron un grito popular: “Esto se paga con discos piratas”
Todos los diarios recogen también las protestas israelíes ante los comentarios de la televisión belga y sueca cuando los cantantes israelíes interpretaron su tema, pero sólo El País cita la injustificada arenga de la portavoz de ese país durante la votación.
El diario ABC y El País crítican, finalmente, el trato dispensado a la prensa escrita. El monopolio mediático de los protagonistas de la noche fué ejercido en exclusiva, según Agustí Fancelli, de El País, por los medios audiovisuales, que impidieron trabajar a los de la prensa escrita porque -según Fancelli- “los del bloc y bolígrafo contamos poco”.