Desprendida de las rastas y de la mugre que reboza a todo el reparto habitualmente, cuesta reconocer en Danai Gurira a la expeditiva y ruda Michonne que se ha abierto paso a sablazos en The Walking Dead. Con motivo de la recta final de la cuarta temporada (se despide el 31 de marzo en FOX), la actriz originaria de Zimbaue visita España para resolver (no demasiadas) dudas sobre el devenir de la serie y para analizar las simas emocionales de su personaje. Ceñida en un vestido rosa, responde con tranquilidad a sus interlocutores sobre un papel que mira (mal) más que abre la boca.
Durante la conversación, que casi dobla el tiempo previsto, se halla un balance entre las menciones a su catana (que se debió quedar en el set de Georgia) y a su laureada trayectoria como dramaturga (su última obra teatral, The Convert, le granjeó una nominación del Círculo de Críticos de Teatro de Los Ángeles). Si Michonne es la perfecta compañía para soportar un holocausto zombi, Danai Gurira es un entrevistada modélica.
¿Cómo llegó al papel de Michonne? ¿Qué le atrajo de ella?
Llegué de una manera convencional. Conocía al director de casting y me llamó para una audición, pero llamó a un montón de chicas. Después, nos pidieron a tres de nosotras que fuéramos a una segunda prueba ante los productores y Robert Kirkman. Y luego volví para hacer otra prueba delante de los representantes de AMC. Lo que hice fue demostrar cómo veía al personaje: lo que me atrajo es que nunca había visto una chica que llevara rastas y catana. Podía ver que por fuera era muy dura, con un caparazón que la distanciaba de la gente, pero por dentro era muy distinta, y eso era lo que quería demostrar. Además, yo siempre había querido hacer un personaje de acción y esto me dio la oportunidad de conseguirlo.
Michonne tiene mucha personalidad. ¿Qué hay del personaje en ti y que te gustaría llevarte contigo de ella?
Es una mujer con muchísima confianza, que va a por la victoria siempre y sin intención de fracasar. Es algo que me gustaría tener. Pone todo lo que está en su mano en todo lo que hace y eso deja una impresión importante. Ella tiene que luchar mucho, algo que yo no, no tengo que pelearme con nadie de esa manera, pero debo decir que soy muy leona. Tengo muchas ganas de sobrevivir y tengo mi carácter también.
Como escritora y dramaturga, es una persona habituada a manejarse con las palabras. ¿Es complicado encarar un personaje que en sus dos primeras temporadas habla tan poco?
Fue complicado para mí, no solo porque soy escritora sino porque también soy una persona muy habladora. Y, por lo tanto, sí que fue difícil para mí sobre todo al principio. Pero lo importante es ser parte de la historia. En cualquier situación hay personas que hablan y personas que no, y aunque no hablen son igualmente una parte importante en la historia.
¿Ha sido liberadora, en ese sentido, la escena de la ensoñación, en la que veíamos a una Michonne diferente?
No fue solo la secuencia del sueño en sí, sino todo el capítulo. Ahí es donde empezamos a conocer su historia. Fue muy estimulante poder compartirla y llegar a un punto en el que comenzar a curar sus heridas, a curar muchos traumas. Aquí vemos por qué ella ha sido tan distante con los demás, por qué se alejaba tanto... Y esa transformación fue fabulosa para mí como actriz. Fue fabuloso tener la oportunidad de ver esa transformación en el personaje, pero también tener la oportunidad de poder ponerme ropa y maquillaje y parecer un poco normal, por un día, dentro de The Walking Dead.
Rodar una serie como esta debe resultar una experiencia intensa e invasiva, tanto por el tiempo que lleva como por las condiciones de aislamiento e incomodidad. ¿Cuesta desprenderse de todo eso y regresar a una vida normal?
Depende. A mí me gusta la idea de estar aislados, creo que nos ha ayudado a crear algo muy especial, algo nuestro. Aunque no estamos siempre ahí: en medio del rodaje, por ejemplo, tenemos que ir a la premiere en Los Ángeles o ir al Comic Con en San Diego, y es divertido en un momento determinado, cuando estás en pleno rodaje, marcharte a otro lugar, vestirte como una persona normal... Pero repito que el aislamiento me gusta mucho porque nos permite crear algo distinto. Luego se tarda un tiempo en dejarlo atrás, sobre todo a nivel físico. Como estamos trabajando mucho y muy duro, cuando te marchas tienes agujetas, te duele el cuerpo y te sientes cansado. A veces necesitas descansar bastante tiempo para poder volver a la vida normal. A mí me encanta siempre dar todo lo que tengo. Me gusta dar el máximo y marcharme pensando que he utilizado todo lo que tenía dentro para el personaje. Y acabas dejándolo, pero siempre queda contigo los primeros días.
¿Fue muy duro el proceso de aprendizaje de manejar la catana? ¿Se ha aficionado a ella, tras tanto tiempo blandiéndola?
Me parece tan maravillosa esa arma, tiene gracia, es poderosa… Es una mujer, sin duda. Me llevó mucho entrenamiento antes de rodar mi primer episodio, porque tenía que aparecer matando zombis, y ha seguido desde entonces. He visto muchas películas y recibido mucha formación de expertos. El que más ha estado conmigo y al que más aprecié como instructor fue Adam Hart. Constantemente pruebo nuevas cosas, porque la catana y el personaje van muy unidos y cuanto más puedas hacer con la catana, mejor representarás al personaje.
¿Qué escena te ha resultado un reto mayor de lo que se ha emitido hasta el momento?
Todas han sido un desafío. Pienso y me vienen a la mente aquellas escenas que más he disfrutado filmando, y puede que sea porque el desafío va acompañado del gozo por el trabajo bien hecho, del desafío que te plantea tu trabajo. Por ejemplo, pienso en la lucha con El Gobernador [de la mitad de la tercera temporada]: fue un reto importante, pero disfruté mucho de esa escena y trabajando con David [Morrisey]. También las escenas con el bebé: un bebé que no sabe qué tiene que hacer ni cuándo tiene que hacerlo, y cuesta lo suyo. Después, hubo otra en la que maté muchos zombis en el campo. Fue muy emocionante, y de hecho, acabamos matando más de los que teníamos pensado, iban añadiéndose más y más. Creo que todas las escenas que me vienen a la mente son placenteras. Ese disfrute viene por la anticipación: algo difícil, que te va a costar... Pensar tanto en ella, en sus dificultades, hace que se convierta en algo positivo.
¿Qué muerte le ha resultado la más dura de rodar en la serie, en lo que llevamos hasta el momento?
No he estado desde el principio, por lo que ha habido despedidas en las que no he estado y por las que no puedo hablar. Pero, sin duda, fue muy triste desprenderse de Scott Wilson [Hershel]. Era una persona muy querida por todo el reparto. La escena fue muy dura y yo estuve con él durante todo aquel episodio y me costó mucho. Además, después de su muerte, mi personaje encuentra su cabeza… También fue muy duro, ¡aunque no fuera él de verdad! No era su cabeza, pero fue chocante porque se parecía mucho a él.
¿Michonne echa aún de menos a Andrea?
Sí, evidentemente. Michonne la echa mucho de menos. Pero, igualmente, ya se habían separado. Michonne había comenzado a conectar con otra gente y habían acabado yendo cada una por su lado. Seguro que se querían muchísimo. Era una amiga que sentía que tenía que ayudar a sobrevivir. Creo que ella se quedó esperando una reconciliación: si había tenido misericordia de Merle, cómo no iba a tenerla por su amiga.
En esta cuarta temporada, su personaje ha conectado y mucho con el de Chandler Riggs, Carl. ¿Qué le ha aportado como profesional trabajar tanto con un adolescente que está aprendiendo y cómo ha ayudado a expandir su relación en la serie?
El señor Riggs es un actor muy capaz. Es impresionante, me deja boquiabierta en más de una ocasión. Es muy honesto muy sencillo, hace las cosas sin forzar, y puedes aprender de eso. Todo lo que hace lo de hace maravillosamente y es muy divertido trabajar con él. Creo que la relación entre nuestros personajes viene del hecho de poder tener esa relación como actores. Es muy profesional, muy bien entrenado. No sé cómo lo ha conseguido en solo 14 años, pero solo puedo elogiar su trabajo.
AMC ha manifestado su intención de hacer un spin-off de ‘The Walking Dead’. ¿Qué historia te parecería interesante para continuar contando? ¿Te gustaría participar en él?
No creo que pudiera intervenir en ambas series, porque normalmente no puedes estar en una y en la otra también… No sé mucho acerca del spin-off. Sé que hay intención de crear un nuevo mundo narrativo, en una situación apocalíptica como esta hay muchas historias para contar y hay otros grupos que intentan sobrevivir. Si lo hacen será emocionante, pero no tengo idea de los planes que tienen.
¿Cómo se convive con el fenómeno fan? ¿Han cambiado sus hábitos desde que protagoniza una serie de este calibre?
Nunca he sido desconocida para mí misma (risas). Hasta ahora lo llevo bastante bien, lo sé manejar. No es una locura, ni mucho menos. Hay muchísima pasión, pero en general los fans son muy respetuosos y cariñosos, y he tenido experiencias muy bonitas con muchos de ellos. Pero no es que no pueda salir a la calle o ir al aeropuerto, no es como si fuera Brad Pitt (risas).
¿Le han ofrecido a partir de esta alguna otra serie? ¿En qué serie actual le gustaría estar?
The Walking Dead es la serie en la que quiero estar. Me han ido ofreciendo otras cosas, pero para mí es muy importante mi trabajo como dramaturga. Es prioritario y estoy comprometida con esos proyectos. Tengo una obra que estamos preparando para tenerla en los escenarios a finales de año. Es importante cuando me doy a un papel, sentir que es el papel que quiero ser. De momento no me ha llegado ningún papel de este tipo, pero tengo algunas conversaciones pendientes.
Ahora que la moda en Hollywood son los ‘crossovers’. ¿Con qué personaje le gustaría mezclar a Michonne?
Con cualquiera que haga Michael Fassbender (risas). Bueno, no en 12 años de esclavitud. Sería muy divertido poder hacer eso al lado de Magneto.
¿Cuál es la primera lección que daría en caso de un Apocalipsis zombi?
Agarra una catana (risas).