“Debería haber quedado más arriba, los europeos tendrían que haber valorado mejor nuestro trabajo”, aseguró Edurne ante los medios desplazados a Viena, poco después de bajarse del escenario.
Efectivamente, la inmensa mayoría del público, famosos, compañeros, su representante, su pareja... creen igual que la cantante. Vuelven así los viejos fantasmas sobre Eurovisión y se reabre el debate si es realmente un festival de la canción puro y duro, o la geopolítica y otros aspectos ajenos a la música son los que mandan a la hora de votar.