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Falso acoso a la “telebasura”

No soy crítico. Ni tan siquiera de televisión, que junto al cine y fútbol permiten a cualquiera ejercer de tal. Soy victima, si acaso, del flagrante delito de la uniformidad a la baja de su programación. Escucho en la ultima temporada cierto ruido de cañones disparados desde la Virtud contra Crónicas Marcianas y me ha dado que pensar. Porque sospecho que colocar este espacio en el centro de la diana de la telebasura responde a intereses sospechosos. Así que los que no quieran seguir leyendo que paren aquí y se bajen de este artículo. Les entiendo.

Crónicas tiene una razón para ser vilipendiado: su contenido. Una retahíla de encendidos debates en torno a la sentimentalidad, bajas pasiones y neurastenias de una legión de personajes fabricados para ser pasto del propio debate. Y sin embargo tiene una profunda Virtud: se emite a la medianoche. Cuando quienes se sientan a verlo poseen autocontrol, criterio propio y poder de elección. La basura en las grandes ciudades se recoge a deshoras. Es una convención. Crónicas Marcianas cumple con esa exigencia. No así programas de similar contenido emitidos en horas mucho menos inocentes. Esos que se cuelan cuando los niños están indefensos, con los padres aun en el trabajo o a cargo de quienes carecen de criterio para entretenerlos de manera mas sana. Esos que ancianos y enfermos están obligados a ver si no pueden escapar de la compañía de la televisión. Esa telebasura es la dañina. Porque en esas horas la televisión no es una elección, sino una invasión. Crónicas Marcianas es un ejemplo de televisión magistralmente hecha: jamás he visto pinchar un plano equivocado, permitir un tiempo muerto; cuenta con un presentador distanciado y clínico, que transmite un punto de vista desdramatizado. Sus colaboradores son irónicos, juiciosos, brillantes. La jauría de invitados se desloma por merecer los cinco minutos de fama, se degüellan, se insultan y se exhiben con una falta de pudor que casi enternece. Pero ningún espectador de este programa esta indefenso. No ocurre así, con los que, con igual persistencia, hablan de esa fauna desde la mesa camilla, el respeto a la jerarquía, las tradiciones, un cierto meapilismo disfrazado de trasgresión. Crónicas atenta contra la moral tradicional. No respeta a la familia ni la fe ni el Gobierno ni la jerarquía. Los otros, sí. Se ríen del tonto, no le dejan hablar. Y cuando algo mancha, se lavan las manos. Son profundamente conservadores, reaccionarios, falsos y, lo peor de todo, disimulan su carrinclona moral de cotillas y censores bajo una superficie lúdica. Mucho me temo que cuando quiten Crónicas lo harán por las razones falsas y nos mentirán. Y quedaran los otros. Y todos tranquilos. Y nos habrán metido otro gol. Porque nos dicen que todo es igual, pero solo dejan lo que les conviene. David Trueba – Dominical – 9 Noviembre 2003