A pesar de la buena disposición de los chicos en la prueba semanal de Radiofórmula, esta vez Gran Hermano no ha sido tan benévolo como ocurrió con anteriores retos. Tras una semana agotadora, los concursantes no han logrado su objetivo de realizar correctamente 24 horas seguidas de magacines, reporterismo, debates e información sobre lo que ocurre en la casa. La decepción ha sido grande, pues todos se lo pasaron en grande justo al final, jugando a los amoríos, enredos y suspense con la radionovela “Pobre niña pobre”. Todos interpretaron un personaje con el que, además, se sintieron más o menos identificados. Destacó Ness en su papel de mafioso aunque, en este caso, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. A pesar del paréntesis de buen rollo creado por este pseudo Los ricos también lloran, la tensión que permanentemente parece impregnar esa casa, los inacabables turnos y las noches sin dormir han dado al traste con la prueba semanal, lo que traerá consigo nuevas penurias tanto económicas como psicológicas. Probablemente, los chicos han debido pensar que la radio no es lo suyo y ahora acometererán con cierta inseguridad los programas nocturnos. Candi y Óscar, a olvidar el mal trago
A Candi y a Óscar les viene que ni pintado el dicho aquel de “las penas con pan son menos” puesto que, a pesar del varapalo sufrido por la prueba fallida, ellos ya disfrutan de 24 horas en la suite de lujo. La granadina, ganadora del reto individual del vídeoclip, ha solicitado un servicio de peluquería para cortarse y teñirse el pelo de ese azul marino tan característico. Además, los dos concursantes que quedaban por degustar “la habitación de los deseos” quieren, como ya lo hicieran Elba y Patricia en su momento, dejar su huella para la posteridad. Candi ha pedido una sesión de fotos con estética surfera. Óscar, como invitado que es, no ha puesto ningún problema -tampoco lo hace habitualmente- y ya se prepara para emular a los intrépidos “cazaolas” de Tarifa... con pañuelo en la cabeza, claro está.