Ser una estrella no te evita mantenerse libre de incidentes con las fuerzas del orden. Y si no, que se lo digan a Blanca Suárez: la actriz narra en su blog para Vogue un reciente encuentro con la policía mientras rodaba una escena algo temeraria en plena Gran Vía madrileña.
“En cuestión de carreteras parece que la gente que se mete en los coches se vuelve invidente por un corto plazo de tiempo. Hace poco en un rodaje tuve la oportunidad de comprobarlo. La escena consistía en cruzar la Gran Vía a pelo. Sí, sí, a pelo, ¡como lo oís!”, comienza narrando la intérprete. “Yo, como quien no quiere la cosa, debía cruzarla con el semáforo en verde (porque se necesitaba tráfico, en este caso si era real mejor que mejor); a un paso de procesión y con unas pintas un tanto dudosas y extrañas a la par que llamativas (pero lo de las pintas se quedó en anécdota porque todo el mundo alucinó con que hiciera aquello sin inmutarme)”.
“El caso es que lo que me asustaba no eran los frenazos de los coches que podrían producirse, ni que me mirasen raro…”, continúa. “Era que [...] ¡los coches no paran!”. La intérprete continúa su relato dejando claro que “ningún coche llegó a rozarme”, “pero porque algún ángel de la guarda estaba muy atento de mí en esos momentos, ya que no faltaron ganas a muchos de los conductores de llevarme por delante”. “A ver, sé perfectamente que lo que yo estaba haciendo básicamente estaba fatal y era mega peligroso pero, ¡era necesario para la escena!”, se justifica.
“Lo que me pareció curioso fue la reacción de la gente (reacciones reales) a algo así. ¿Qué fue lo más espectacular? Que empecé a oír gritos detrás de mí: ¡Eh, chica! ¡Oye!! ¡Tú! ¿Se puede saber qué haces?? Y de repente una mano me agarró del brazo y me giró. Y yo cerrando los ojos (y pensando, no por favor…’lo que me faltaba’) descubrí que era la Policía Nacional la que me estaba pidiendo explicaciones y tratándome como si fuera una tarada real en mitad de la Gran Vía de Madrid”, prosigue.
“Y entonces yo me dije: ‘Blanca, piensa rápido, ¡a ver qué le vas a decir a este agente! Así que con cara de compungida le dejé intentando zafar mi brazo de su mano, ‘discúlpeme agente pero es que estamos rodando una película y verá está usted en mitad de una escena…’ Con lo que él se quedó realmente paralizado y empezó a buscar la cámara a su alrededor. Lo que no sabía es que la cámara se encontraba a muchísimos metros del suelo sobre nosotros y el equipo estaba camuflado entre todos los viandantes de la calle. Así que le dije señalando hacia el cielo puede ver la cámara allá arriba? Y entonces él miró y automáticamente se dirigió hacia mí poniéndose rojo como un tomate y diciéndome: ¡Ay perdón! Discúlpame de verdad… Y yo de los nervios y del susto me eché a reír como una niña pequeña, le empecé a decir que no pasaba nada, que entre mis pintas y la locura que estaba haciendo era perfectamente normal que no sólo me hubiera llamado la atención, ¡sino que me hubieran detenido directamente!”