“Es un lujo hacer lo que nos gusta y que encima guste a la gente”. Jordi Évole (Cornellá de Llobregat, Barcelona, 1974) puede celebrar no solo sus buenos resultados de audiencia y acogida de público, sino que su Salvados cumple cinco años en televisión.
Évole, tras su época como 'Follonero', vive un momento dulce: por sus entrevistas recibe halagos de famosos y anónimos, acumula un buen número de premios, es una de las personalidades más seguidas e influyentes en redes sociales... Tras haber recogido sus mejores momentos televisivos en un Top Ten, Vertele ha charlado con el comunicador antes de que se someta este domingo 24 de febrero a las preguntas de David Trueba en 'Desmontando Salvados'.
El presentador nos habla, entre otros temas, de las razones del buen rendimiento del programa producido por El Terrat, cuáles han sido sus especiales favoritos, sus momentos más incómodos, las novedades que vienen y cómo ve el periodismo y la política de nuestro país en plena crisis económica y goteo de noticias sobre corrupción.
Si hace cinco años le hubieran dicho que haría un 20% de audiencia en laSexta, ¿se lo habría creído?
La verdad es que no. Lo que estamos viviendo es extraordinario, como si el Levante ganara la Champions. Hay que tener perspectiva y saber que si las aguas vuelven a su cauce, que sería lo normal, no supondría un fracaso. Salvados no es un programa que podamos incluir dentro de lo “comercial”. La audiencia es importante, pero yo prefiero que mantengamos una línea coherente.
Pero en este caso, la audiencia acompaña y la línea se mantiene.
Es un lujo hacer lo que nos gusta y que encima guste a la gente. Lo que tenemos que hacer es seguir trabajando.
¿Han cambiado muchas cosas de 'El Follonero' al actual Jordi Évole? ¿Echa de menos esa etapa?
Seguramente sin esa etapa no haría lo que hago ahora, ni como lo hago ahora. Cada uno se pone el traje que mejor le queda. A mí el de cómico de esa época me venía grande, y el de periodista ortodoxo también. Considero que no soy ni una cosa ni otra, sino una mezcla.
En esa mezcla incluye también la aparente ingenuidad con la que suele entrevistar. ¿Es usted así o forma parte del formato?
A veces forma parte del guión, pero la mayoría de las ocasiones las respuestas son tas increíbles que sale solo, por ejemplo cuando Matas me respondió: “es que es el Duque de Palma”. En esas ocasiones, lo único que sale es decir: “¿Qué tipo de respuesta es esa”, o “no me ha respondido”.
Wyoming dijo el otro día que le “daba pena batir récords de audiencia por la corrupción”. ¿Considera que a 'Salvados' le ocurre lo mismo? ¿Se siente culpable?
Está claro que con las circunstancias actuales nos ve más gente porque la situación nos favorece, pero creo que también ha tenido mucho que ver la confianza en el programa, permitir que se haya asentado. A mí me gustaría que después de todo hubiera espectadores con ganas de informarse, más críticos, que se supere lo de aceptar sin más lo que se nos cuenta.
La del domingo, ¿será una entrevista amable por su quinto aniversario, o un tercer grado?
Ojalá hubiese sido en plan amable, pero hay de todo. David Trueba, eso sí con un trato amable como siempre acostumbra, es el crítico de televisión de El País. Me ha hecho muchas preguntas, pero también hay cosas que no le gustan y de las que hemos hablado.
¿Le ha pillado desprevenido en alguna pregunta?
Sí. Creo que ha sido un buen ejercicio de autocrítica.
¿Desvelarán secretos y curiosidades del programa?
Habrá fragmentos inéditos y de fuera de las grabaciones. David Trueba ha rebuscado en nuestros archivos, se lo ha trabajado muy bien y ha rescatado momentos que nosotros, por no darle más importancia o por falta de tiempo, no habíamos recogido.
¿De qué ‘Salvados’ se siente más orgulloso?
De los dos de Euskadi. Por la intensidad de lo que vivimos allí todo el equipo, 'Borrando a ETA' y 'Reiniciando Euskadi' creo que supusieron un punto de inflexión para el programa. También la entrevista a Jaume Matas.
¿Y qué entrevista ha disfrutado más?
La de Jesús Eguiguren. Cuando un invitado te “rompe” el guión a los diez minutos de conversación, porque desborda todo lo que teníamos planteado, se convierte en un momento especial.
En su momento entrevistó también a Arnaldo Otegui, ¿han intentado repetir para el especial de este domingo, aunque siga en la cárcel?
Llevamos bastante tiempo intentándolo, pero no hay permiso de las autoridades penitenciarias.
¿Cuál ha sido el momento más incómodo y por qué?
La entrevista a Joan Laporta fue bastante incómoda. Imagino que porque no le gustaban las preguntas.
Algunos le acusan de recoger sólo lo que interesa, e incluso por Twitter ha tenido que explicar que en un programa no da tiempo a mostrar absolutamente todo.
Cada persona tiene su derecho a pensar lo que quiera, pero la verdad es que yo no tengo esa sensación.
¿Cómo consigue caer bien a todos los partidos y poder entrevistarles?
No creo que caigamos bien, sino todo lo contrario. Hay muchos nóes antes de obtener un sí.
¿Quién se le resiste?
Hay muchos, pero por ejemplo José María Aznar. Tampoco Zapatero ha aceptado después de haber dejado la presidencia. Yo creo que en los partidos no dan “palmas con las orejas” cuando tienen una entrevista con Salvados, porque saben que recibirán preguntas incómodas.
Reconoce ser de izquierdas, ¿le beneficia o le quita público?
Esto es como antes los periodistas deportivos, que tenían un especial celo por reconocer de qué equipo eran. En mi caso, decir que soy de izquierdas no creo que sea una gran sorpresa o una exclusiva. Sólo me preocuparía si por ello no cuestionara a algún entrevistado de izquierdas lo que hay que preguntar, pero seguimos haciéndolo exactamente igual.
¿Qué objetivos tendrán los nuevos ‘Salvados’?
Dedicaremos un programa a desarrollar el sistema de pensiones en nuestro país, comparándolo con el modelo alemán, ahora que según parece es el ejemplo en todo. También veremos las dificultades que tienen los emprendedores en España, en un programa que se titulará “Emperdedores”. Un tercero explicará las presiones que los lobbies ejercen en la política, para lo que nos trasladaremos a Bruselas.
¿Se ha sentido atacado o en peligro alguna vez, por ejemplo con la polémica de las eléctricas?
Siempre me he sentido respaldado por la cadena. Para hacer este programa hay que tener directivos que den la cara, y nosotros los tenemos. Siempre ha sido así, nada ha cambiado tras la fusión tampoco.
¿Qué críticas le han molestado más?
Por lo general, considero que la crítica nos ha tratado bien. Lógicamente hay de todo, pero me quedo con las de la gente cuya opinión valoro. Son a las que presto más atención para aprender y mejorar.
Twitter también se convierte en un foco de críticas, tanto positivas como negativas. ¿Cómo se las toma?
Hay que separar el grano de la paja. Por supuesto que hay críticas feroces y muy groseras, pero hay otras razonadas y bien explicadas a las que merece la pena prestar atención e incorporarlas para mejorar el programa.
¿Considera que se ha convertido en un icono del periodismo? ¿Siente una especial responsabilidad?
No soy icono de nada, sólo quiero sacar una información que creo que es importante y compartirla. La responsabilidad es mayor porque cada vez nos ve más gente, hay que ser más cuidadosos con los invitados, tenemos más trabajo y también más repercusión.
¿Cómo ha visto a Rajoy y Rubalcaba en el Debate sobre el Estado de la Nación?
No lo he seguido porque estaba en Alemania, pero creo que en muchas ocasiones en vez de hablar sobre el “estado de la nación” deberíamos prestar más atención al “estado del debate”.
¿Qué le indigna más en este momento?
Muchas cosas. Por citar dos, que tengamos una clase política que se preocupa sólo por lo suyo desoyendo las peticiones de los ciudadanos, y una élite económica que se llena la boca hablando de la “Marca España” y luego tributa en países extranjeros.
¿A quién admira profesionalmente?
He admirado y admiro a Iñaki Gabilondo y a Enric González, además de muchos otros como José Martí Gómez o Xavi Vinader. Ahora intento no perderme nunca el ‘A vivir que son dos días’ de Javi del Pino en la SER, y también sigo a Manuel Jabois, de El Mundo.
¿Qué futuro le espera al periodismo?
Yo soy optimista. Hay una nueva generación futura que no está atada a esas clásicas redacciones apalancadas delante del ordenador esperando a que llegue un teletipo y que tiene muchas ganas. Creo que hay que salir a la calle.