Por Paula HergarPaula Hergar
Khal Drogo existe. Lo he visto con mis propios ojos, y lo más curioso es que no he visto solo a uno...
Hace poco visité Isla de Pascua y descubrí que muchos rapa nui -sus habitantes- son muy parecidos al personaje de ‘Juego de Tronos’: morenos, de pelo largo, altos, corpulentos, van a caballo y sin camiseta.
No me sorprendería que George R.R. Martín hubiera visitado la isla y tras ello, construido al personaje interpretado por Jason Momoa y a todo su khalasar. De hecho, me sorprendería que fuera fruto de la casualidad.
La misteriosa historia de Rapa Nui
“Los Dothraki son una cultura de guerreros nómadas con una historia conocida que se remonta a hace unos cuatrocientos años, poco antes de que Aegon I desembarcase en Poniente”.
¿Les suena? Una descripción casi idéntica tienen los rapa nui: aunque la historia de Isla de Pascua siempre ha estado rodeada de un halo de misterio, por su lejanía y el origen de los moais, lo escrito sobre sus habitantes se remonta a los primeros navegantes que llegaron.
Estos indígenas (más indonesios que chilenos) son sedentarios pero también guerreros supervivientes que, tras varias colonizaciones, llegó un momento en que solo quedaron 140 de ellos. Aún así, lucharon por mantener su población, idioma y tradiciones, con un orgullo muy propio de ellos.
El parecido físico de los dothrakis y los rapa nui
Continuando con los personajes de ‘Juego de Tronos’: “Viven en los vastos pastizales del Mar Dothraki, en hordas conocidas como khalasares. Los dothraki son personas grandes, con piel en tonos cobre y oscuros, ojos almendrados y cabello comúnmente de color negro”.
Lo mismo pasa con los habitantes de Isla de Pascua, que viven en mitad del Pacífico a 3700 km de la costa chilena, una distancia que la convierte en la isla habitada más remota del mundo. Ellos también son individuos grandes, morenos de piel, ojos oscuros, cabello largo y normalmente negro.
Las mujeres mantienen la belleza polinésica mezclada con la sensualidad latina heredada por las continuas mezclas entre el continente y la isla. Mientras que ellos imponen por su atractivo y cuerpo escultural que pasean subidos a un caballo y con el torso desnudo.
Esos mismos caballos, a los que adoran los dothrakis, pastan libres por toda la Isla de Pascua. Jamás vi a tantos caballos sin dueño, en manada y respetando su origen salvaje.
Habitantes únicos en la faz de la tierra
En la actualidad quedan 2.000 rapa nuis que, como ellos reconocen, deben mezclarse con la gente del continente para seguir reproduciéndose. Pero muchos de ellos prefieren enamorar a una turista antes que atravesar el mar en su busca, ya que fuera de sus tierras se sienten desubicados.
Una elección que encaja con el “desprecio que sienten los dothraki por las ciudades, al creer que todo lo importante en la vida de un hombre debe tener lugar bajo el cielo abierto”. (En el caso de Pascua, el cielo más repleto de estrellas que he visto nunca).
Una cárcel con las puertas abiertas
Tanto los indígenas del pacífico como los de George R.R. Martin tienen una única ciudad permanente: Hanga Roa o la inventada Vaes Dothrak. En ambas, los habitantes se comportan como hermanos, o son familia de alguna forma.
Allí, los dothraki no pueden portar armas ni derramar sangre bajo pena de muerte. Algo muy parecido ocurre en la ciudad de los rapa nui: allí no hay delincuencia. Ellos te lo explican argumentando que si robaran, lo estarían haciendo a sus primos, o tíos… Por ello, no existen los delitos graves, y la única cárcel que hay en la isla tiene las puertas abiertas. ¡Una cárcel con puertas abiertas! En la que hay menos de 10 presos, por problemas familiares, que acuden a casa a almorzar y por la noche regresan a su celda.
Las daenerys y los niños rapa nuis
Para preservar su cultura y derechos, los rapa nui son los únicos que pueden tener tierras en Isla de Pascua. Así que, cuando una ‘Daenerys’ llega y se casa con un indígena, solo sus hijos podrán ser terratenientes.
Luchan por una mayor autonomía del pueblo chileno que un día les engañó con un tratado en el que en rapa nui decía que se hermandaban y en castellano les cedían sus tierras.
“Sabemos que independientes no podemos ser porque necesitamos recursos, pero sí pedimos más autonomía para gestionarnos nosotros mismos”, decía Mike Haoa – uno de los ‘Khals’ que conocí-. “El sistema educativo chileno no sirve para nuestros niños que son indígenas, más salvajes y no pueden estar quietos y encerrados en una clase durante horas”.
Es el único lugar en el mundo (que yo haya visto) en el que no hay pobreza: “Aquí hay trabajo para todos”, me responde y “no hay clases sociales”. Uno puede trabajar limpiando y otro dirigir un hotel y al finalizar van a jugar a futbol juntos y vestidos de la misma forma.
Ahorrar no es su forma de vida, prefieren “vivir el día a día”, me contaba una de las mujeres chilenas que se enamoró de uno de ellos y vive allí. “Ellos son como MacGyver, no se especializan en nada porque saben hacer de todo”. “Su forma de expresarse es a veces muy dura y son algo machistas”, nos confesaba ella -cual Khaleesi- que era lo que más le había costado serenar de su ‘mahatu’ (como llaman al marido). “
“Pero estar aquí es algo mágico”, nos decía la medio chilena-rapa nui. Y le doy toda la razón: es una isla única que aún así está completamente virgen, sus orgullosos habitantes derrochan la misma dignidad que conservan sus imponentes y misteriosos moais, y tienes la constante sensación de estar en mitad de la nada, teniéndolo todo.
Ahora queda encontrar a las verdaderas Daenerys Targaryen, presentarlos y… dejar que la realidad supere a la ficción.
PD: ¡También conocí al Falete rapa nui! Pero esa ya es otra historia...