--¿Qué ha hecho desde que se canceló el show? --Para una persona con tantas aficiones como yo, el tiempo libre se utiliza: soy músico, fotógrafo, me gusta el cine, el billar, el jerez y viajar. He aprovechado también para desarrollar proyectos, como un programa con El Terrat, la productora de Andreu Buenafuente. Se trata de un concurso y sería el presentador... Me gusta mucho la tele que hace Buenafuente y su gente. También presentaré en septiembre un libro, Cartas del demonio al Papa(Martínez Roca).
--¿Por qué falló su show en A-3? --Sólo pude hacer 12 programas, y no llegué al mes... Los directivos que me ficharon se fueron y la televisión es como un club de fútbol: cada presidente tiene su gente, y un crack puede chupar banquillo, aunque tenga un buen contrato. Me extraña que no me hayan utilizado. Por suerte, no tengo necesidades económicas. Creo que los directivos deberían reunirse y parar esta locura estableciendo un criterio, que la competencia fuera leal.
--¿Se arrepiente de haber dejado el magacín Lo + plus? --Es la pregunta archirrepetida... Mire, padre: no me arrepiento, ni me da miedo la eternidad... Pero me gustaba más Lo + plus de antes; era más imprevisible: te sentabas a las 15.30 y no sabían si Miguel Bosé le iba a tocar los huevos a Máximo Pradera. Ahora, Fernando Schwartz le da un tono más formal; a él le gusta el ambiente de cóctel de embajadores. Y, ojo, no quiero desacreditar a mis excompañeros: es de los pocos shows a los que iría para ser entrevistado.
--Ahora todo son hoteles, islas y Gran hermano --Sí. Y la competitividad, en vez de mejorar el producto, lo degrada. Es espeluznante. Si las audiencias se mirasen cada tres meses, y no cada día, no habría tanta presión.
--¿Sigue los realities? --Cuando tengo un bajón, el día que todo es un desastre, sube la autoestima mirarlos. Es la frase: Si me miro no soy nada, pero si me comparo...
--¿Ve arreglo a la tele actual? --Difícil. En la tele paga el anunciante,
y el telespectador es pura mercancía, lo que importa es el producto. El día después de Hotel Glam, al dueño de la cadena le preocupa su contrato con Coca-Cola, y los millones de personas que lo han visto.
--¿Qué opinión tiene ahora de Xavier Sardà, su contrincante televisivo en el 2001? --Es un tío inteligente y hábil, que sabe crear una fricción en el plató y enganchar a la audiencia. Ha tenido la suerte de que no hayan querido contraprogramarlo, y cuando lo han hecho, era demasiado tarde.
--Usted lo intentó --Sí, pero no me dieron tiempo suficiente. Para vencer a Sardà hay que hacerlo con sus mismas armas... Tiene que ser alguien sin escrúpulos morales. Y yo no puedo: un enano dentro de mí me dice que no es eso. Ahora, creo que sólo Pepe Navarro le podría hacer frente.