Por su interés, reproducimos a continuación un artículo Fue ayer una noticia mayor que las tres naciones escandinavas, Dinamarca, Noruega y Suecia, tras intentar imponer sin resultado unos principios que consideran éticos sobre la forma de vestir y de maquillar a los concursantes del Festival de Eurovisión Junior en el que participan pequeños de casi todos los países de Europa, han decidido no participar en esa fiesta de la canción infantil como protesta contra el reglamento que es «un insulto contra la protección de menores y una explotación de la Infancia». Opinan que es una aberración que éste, siguiendo el modelo norteamericano, permita que las niñas aparezcan en escena como recién salidas de una discoteca, con un estilo muy «fashion» y aspecto de pequeñas mujeres o vampiresas sofisticadas, un vestuario «absurdo y fuera de contexto, lo que es un insulto contra los valores de la infancia». Según recordaron los responsables de esas televisiones por medio de su portavoz Lars Grarup, director de la televisión del Estado danés, aunque ese festival fue ideado para los niños, en las anteriores ediciones ha sido bochornoso comprobar cómo algunas «muñecas» de diez u once años aparecían en escena con aspecto de mayores por su forma de vestir, de ir peinadas o pintadas. Según esta versión, algunos concursantes hacían además movimientos soeces y sensuales que no vienen a cuento. «La televisión es un poderoso medio que debe dar buen ejemplo y no repartir basura que induce a ciertos sentimientos inadecuados», explica Lars Grarup.
Un concurso alternativo Esa decisión, que ha sido muy aplaudida por estas sociedades nórdicas, fue tomada conjuntamente por los responsables de las televisiones públicas de los tres países nórdicos y es una de las consecuencias lógicas de la campaña iniciada por los padres de familia la primavera pasada contra las cadenas y tiendas de moda que comercializan modelitos de ropa muy avanzados para las nenas de entre siete y quince años. Las tres cadenas públicas de Dinamarca, Noruega y Suecia organizarán su propio concurso en Estocolmo en el mes de noviembre. Un certamen en el que «los concursantes actuarán como los niños que son, con sus premisas y a su altura, antes durante y después de la competición».
Además, según Grarup, se llevará un control muy ajustado sobre una de las reglas del Festival que ha sido olvidada por algunos países: se trata de que los pequeños sean los auténticos autores de la canción que interpretan, lo que no siempre ocurre ya que «papá» o «mi tío Paco» compuso esa canción.