El actor Roberto Enríquez (La Señora, La Princesa de Éboli, Quart), uno de los protagonistas de Hispania, habla de su personaje Viriato en la serie que estrena este lunes en prime time Antena 3.
¿Qué nos puede decir de Viriato?
Mi personaje se convierte en el líder de los hispanos, pero no ejerce al uso. Es un líder que respeta las opiniones de los demás y no gana porque sea la suya sino porque es la mejor, en caso de que lo sea. Cuando le roba a los romanos, se lo da a los hispanos para que vivan mejor. Premia a sus soldados más valientes y que han luchado más fieramente.
Tiene un código ético a la hora de luchar porque, a pesar de todas las razones que tiene para la venganza contra los romanos por todo lo que han hecho a su pueblo y a él en particular, no es una venganza ciega y tiene un código ético. Por ejemplo, si un romano está desarmado no se le da muerte, como Viriato dice: “nosotros no somos como ellos”.
Utiliza la inteligencia para atacar al enemigo. Sabe que es más valioso un romano que tenga que desertar y su miedo a los hispanos se propague, que uno muerto. No sólo es una cuestión ética, sino también estratégica. Sabe que cinco hombres, aunque luego serán más, no tienen nada que hacer contra una legión de romanos, pero si que tienen mucho que hacer si no se enfrentan frontalmente, se ayudan del terreno y de los puntos débiles de los romanos. Ahí, Viriato brilla.
¿Le calificaría como un gran líder?
Creo que sí. Me parece que un gran líder es el que no se impone sino que consigue el respeto de los demás por cómo es y por sus decisiones. Y eso Viriato lo tiene.
¿Pero odia más a Galba por lo que le hizo o a los romanos en general?
Creo que va más allá de tener a alguien entre ceja y ceja. En el fondo lo que estamos contando es la historia de una guerra, un pueblo que invade a otro, lo masacra, a los que no mata los hace esclavos, lo humilla... algo que también vemos en nuestros tiempos, pero con otra estética, otro vestuario y algunos valores cambiados, pero en el fondo es lo mismo. Cuando Viriato mira a Galba, mira al hombre que ha violado a su hermana, que ha matado a su hija y que ha sometido a la esclavitud a la mitad de su pueblo. Es el odio que produce la guerra.
¿Qué fue lo que más le atrajo de la historia?
Hubo varias cosas y una de ellas fue hacer de Viriato, que es un tipo legendario. Lo que más me interesa de nuestra historia es que, como le pasa a todos los héroes, todo se magnifica, pero toda la información que tenemos de Viriato es de los historiadores romanos y está en latín.
Era el enemigo el que contaba la historia y suele ser poco “generoso” con su rival (risas); sin embargo, a Viriato le ponen por la nubes y eso habla mucho de él. También fue el único que consiguió aunar a todas las tribus que había en la península ibérica durante ocho u once años, según el historiador.
Pero lo que más me interesa es que, con esas características, es un hombre con sus contradicciones, sus miedos... Lo que más me atrajo desde el principio es que Viriato no quiere convertirse en líder. Se le empiezan a unir soldados y él no quiere liderarlos. Sólo vive con su desgracia y no quiere saber nada del mundo. Los demás le crean como jefe pero no es tío que piensa: “ahora juntaré a mil hombres y venceré a Roma”.
No empieza su lucha solo porque tampoco sabe qué hacer en ese momento. Es un hombre desesperado y herido. Me gusta que no es un líder desde el principio. Es un antihéroe y eso me atraía mucho.
¿El reparto también fue un punto a favor?
Por supuesto, el reparto es impresionante. Los más próximos, los hispanos, porque con los romanos sólo tengo algunas secuencias, son un lujo y cada día les voy descubriendo. Estoy feliz con mis compañeros, como son personalmente y profesionalmente. Por otra parte, creo que nunca he hecho una serie tan dura físicamente porque estoy roto por todas partes (risas), pero a la vez es apasionante poder bajar por una pendiente con un arnés, a lo loco, las batallas, los caballos, la estética de la historia...
¿Qué le parece el vestuario de hispano?
Cuando te pones ese vestuario, esas botas, el cinturón, la capa... te coloca en otro sitio. También llevo el pelo largo porque los hispanos lo llevaban así. En ese sentido es una serie muy atractiva.
¿Ha recibido algún entrenamiento especial para la serie?
Me entrenado mucho y sigo con un preparador físico cuando vuelvo a Madrid, porque los días de acción son demoledores. Hace unos días, por ejemplo, tuve una rotura fibrilar en el cuádriceps; también tengo heridas por todas partes, pero como yo, todos mis compañeros. No sólo hay que estar fuertes porque estos tíos eran guerreros, es que sino estamos fuertes físicamente no aguantaríamos la grabación.
¿Está siendo una de las producciones más duras que ha hecho?
Creo que sí. En televisión, seguro. Sobre todo cuando salimos, porque es una serie que tiene un 70% de exteriores y un 30% de plató. La acción es constante, estamos montando a caballo, las peleas... las localizaciones son maravillosas, son pedregales tremendos (risas).
¿Ha visto películas y series de esta temática para prepararse el papel?
He visto todas las películas de esta temática que han caído en mis manos. Nos las hemos pasado entre los actores. También he visto la serie ‘Roma’. He leído bastantes cosas de Viriato que han escrito historiadores, la documentación que hay, biografías suyas, ensayos sobre él, alguna novela... todo lo que pueda ser fuente de inspiración... ¡bienvenido sea!.
En los relatos de Viriato contaban cómo vivía y cómo combatía, y los guionistas han rellenado esos huecos de su vida que no contaban. Esta es nuestra historia, en muchas cosas es fiel a lo que se cuenta y en otras interpretamos lo que no se cuenta, porque hay muchos vacíos. No nos cuentan exactamente sus costumbres, como vivían o sus dioses, pero de ahí a cómo eran los ritos exactamente no hay tanta información