El éxito del colaborador más histriónico de Crónicas Marcianas está, como él mismo confiesa, en la estrategia premeditada de haberse mostrado a los espectadores tal y como es: frívolo y provocador, pero sobre todo, crítico e inteligente. Alcanzó su clímax televisivo como guionista de la telenovela que él mismo descubrió en Gran Hermano. Lector empedernido de biografías, Boris Izaguirre siempre se ha considerado un cronista que utiliza el humor como antídoto para casi todo. En diciembre verá la luz su último libro, Verdades alteradas, donde desgrana la realidad de nuestro país a través de la óptica de un venezolano cuyo “momento” no ha hecho más que empezar. VerTele.- Animal televisivo y escritor brillante, ¿con qué se queda?
Boris Izaguirre.- Yo nunca intentaría hacer un libro sobre cualquiera de los programas en los que participo, y tampoco les pediría a estos programas que sean una prolongación de mis libros. Indudablemente, existe una relación entre lo que yo escribo y lo que hago en TV, pero siempre manteniendo un profundo respeto por los dos campos. Yo me considero, por encima de todo, un cronista y un observador de la realidad. V.T.- ¿Cómo recuerda su primer contacto con la televisión?
B.I.- Cuando yo empecé escribiendo telenovelas, discutía mucho con mis amigos porque no lo entendían, pero con los años me han ido dando la razón y ahora todos ellos quieren hacer telenovelas, y dentro de poco, seguramente me los encontraré haciendo TV. La TV y yo siempre nos hemos llevado muy bien, y un intelectual en estos momentos no puede negarse la oportunidad de adentrarse en el mundo de la TV. V.T.- ¿En qué se diferencia el Boris que escribía telenovelas del que besa a Loli Álvarez en Crónicas Marcianas
B.I.- Ahora camino más rápido por los aeropuertos y soy un poco más distante. La TV me ha descubierto algo que tenía escondido: la diversión y el humor como un antídoto absoluto. Además, me ha ayudado a quebrantar muchos prejuicios; yo hace un año hubiera sido incapaz de sentarme en la misma mesa con Loli Álvarez, y sin embargo, la noche que lo hice me pareció todo muy loco y divertido. V.T.- Gran parte de su éxito en TV se basa en la provocación, pero, ¿prefiere provocar o que le provoquen?
B.I.- Disfruto mucho con ambas cosas, pero prefiero que me provoquen. Aunque a los que estamos acostumbrados a provocar, se nos hace más difícil que nos provoquen. A mí, últimamente, me provoca mucho el caso Gescartera, porque vengo de un país muy corrupto; es algo por lo que siento una secreta fascinación, pero también un odio muy grande. V.T.-¿La inteligencia puede llegar a acomplejar?
B.I.- En el fondo, yo siempre he tenido el complejo de niño precoz, que consiste en tener que estar siempre muy brillante e inteligente; muchas veces creo que estaría mejor más callado. (Ver vídeo 1) V.T.- ¿Qué nos puede adelantar de su próximo libro, “Verdades alteradas”?
B.I.- Es una reflexión profunda sobre este país, vista con los ojos de un extranjero y a través de 14 fiestas que, con rigurosa crónica social, van determinando las distintas “verdades alteradas” que reflejan esa visión sobre España. >>Entrevista (parte II): La televisión es el ojo de Dios