10 vinos con influencia atlántica para una cena de fin de año con un toque distinto
En el norte se come muy bien. Una de esas frases mil veces repetidas y que, aunque absurdamente injusta con el resto del país donde también se come estupendamente, es incuestionable. Lo que es menos habitual es escuchar que en el norte también se bebe muy bien. Los denominados vinos atlánticos hace años que marcan su particular tendencia y, más recientemente, también los vinos más pegados al Cantábrico reivindican su protagonismo. Así que, pensando en la bodega y maridajes festivos para cerrar el año, vamos a recorrer y beber este norte con una pequeña selección de vinos que merece la pena conocer y probar.
Una buena pista para trazar el mapa de esta ruta nos la da la carta de vinos del restaurante Islares de Bilbao. Allí Julen Bergantiños practica desde hace años una cocina cantábrica y, que nos conste, es el único local con esta filosofía que combina recetario y productos de todos los territorios bañados o influidos por este mar. Algo que también se refleja en la carta de vinos. “Para mí, los vinos cantábricos son los que te trasladan a un paisaje de contrastes con vinos de montaña y otros de costa, muy salinos. Son referencias normalmente de graduación muy baja, lo que también ayuda a que sean muy fáciles de beber”, cuenta a elDiario.es.
Euskadi, Cantabria, Asturias, el norte de León, Galicia… Las fronteras no hace falta que sean precisas porque, en cierto modo, se trata de una filosofía de vinos más que de limitarse a unas regiones. La oferta es amplísima, pero aquí van una decena de referencias que nos gustan.
Euskadi, Cantabria, Asturias, el norte de León, Galicia… Se trata de una filosofía de vinos más que de limitarse a unas regiones
Itsasmendi 7
Aunque el txakoli merece un capítulo propio como uno de los vinos con una evolución más interesante y un futuro más prometedor, ahora vamos a la más evidente: pocos vinos representan mejor ese carácter cantábrico que los blancos elaborados en el País Vasco.
En Bizkaia hay muchas bodegas que lo hacen muy bien, pero Itsamendi es referente, tanto para los txakolis más tradicionales como a la hora de probar cosas nuevas. Este Itsasmendi 7 es un buen ejemplo: un blanco fresco y elegante, que aguanta muy bien el paso de los años y donde la uva hondarrabi zuri zerratia manda. Cuesta unos 15 euros y su relacional calidad-precio es magnífica.
Gargalo
Para no seguir una ruta lineal, saltamos al otro extremo del mapa con un tinto que tenemos fichado desde hace muchos años y que nunca decepciona. Menos teniendo en cuenta su precio: no llega a los 12 euros.
Elaborado con mencía y la desconocida una arauxa –en la no menos desconocida DO Monterrei (Orense)–, el punto elegante de la bodega, y que luce mucho contar al abrirlo en la mesa, es que es propiedad del diseñador Roberto Verino. Tinto fresco, fácil de beber, con ese carácter atlántico muy bien marcado desde la primera copa y perfecto para sorprender con algo diferente y rico.
Vionta Bosque de Fuscallo
Albariño y Rias Baixas. Es seguramente la combinación más evidente para hablar de vinos atlánticos y lo cierto es que es una ecuación que suele funcionar muy bien. Una uva muy versátil que tiene un interesante potencial para crear vinos complejos, pero a la vez frescos gracias a su marcada acidez.
En Bodegas Vionta la trabajan bien, y este Bosque de Fuscallo es un ejemplo perfecto. Hay un pequeño pase por madera en barricas de 500 litros que lejos de esconder esa frescura le da personalidad y cierta cremosidad que nos encanta en los blancos. Cuesta 20 euros y puede ser una gran compra.
Pittacum La Maragata
Aunque el mar no llega hasta León, la zona del Bierzo y sus vinos representan perfectamente ese carácter atlántico que andamos buscando. La bodega leonesa Pittacum elabora unos tintos con mencía con una relación calidad-precio excelente, pero esta vez nos vamos a fijar en su blanco más especial, ese que descorcharemos en una ocasión un poco especial.
La Maragata es su referencia más exclusiva, aunque no llega a los 50 euros –que no cunda el pánico–. Un 100% godello que demuestra todo lo que esta uva es capaz de dar de sí. Encontraremos en el mercado la añada 2018 y la 2019, la más reciente. Es un blanco de guarda, es decir, aguanta muy bien el paso de los años e incluso evoluciona, pero ahora mismo ya está perfecto para beberlo.
Miradorio Barrica
¿Pero en Cantabria se hace vino? Históricamente sí, como en todo el país. Pero es que además en los últimos años han despuntado pequeñas bodegas que, aupadas precisamente por esta búsqueda de vinos ligeros y frescos, han dado con una buena fórmula. La bodega Miradorio de la IGP Costa de Cantabria es un buen ejemplo.
Producción pequeña y cuidada y pocas referencias a la que ahora acaba de sumar una versión de su Mar de fondo, envejecido durante un año en barrica. Toda la frescura de la combinación de las uvas riesling, godello y hondarrabi zuri, pero con la estructura que le da este paso por bota. La botella cuesta 32 euros.
Lusco Pazo Piñeiro
Volvemos a Galicia y a la uva albariño. Pazos de Lusco es una de esas bodegas que siempre funcionan, y su blanco Lusco por menos de 20 euros está realmente bien: fresco, pero con esa estructura que le da la crianza con lías. Un vino rico y resultón.
Pero, como es Navidad, vamos con Pazo Piñeiro. La idea es la misma, pero aquí hablamos de un albariño de finca. Es decir, todas las uvas vienen de un único viñedo, lo que permite marcar más las características de ese territorio. El paso por barrica de roble francés le da un punto elegante, sin renunciar a la característica acidez y frescura de esta uva. Cuesta unos 30 euros.
Kolor
¿Qué pasa si combinamos uno de los mejores enólogos del país y que ha puesto El Bierzo en todos los mapas con un artista de Cantabria? La respuesta es Kolor, un vino fruto de la singular colaboración de Raúl Pérez con el artista plástico Okuda San Miguel.
Considerado por muchos “el mago del vino” –se acaba de estrenar un documental sobre Pérez titulado precisamente así–, este tinto de uva mencía es aromático y muy expresivo, como si los colores de la etiqueta diseñada por Okuda San Miguel se hubieran colado también dentro de la botella. La añada 2020 se puede encontrar por unos 35 euros.
Vidas 100 montañas
Asturias, otra de esas zonas en las que no se suele pensar al hablar de vinos, pero donde es posible encontrar proyectos muy interesantes y que, estamos convencidos, darán que hablar. Vidas es una pequeña bodega de la DO Cangas donde Beatriz Perez elabora media decena de vinos con uvas autóctonas.
100 montañas es una de sus referencias de tinto y con una producción muy limitada, de menos de 700 botellas. Viticultura heroica en versión asturiana con viñedos en pendientes, trabajo totalmente manual y un vino que se sale de lo habitual. Por 20 euros, perfecto para poner algo diferente en la mesa, incluido el tema de conversación sobre los vinos de zonas donde se cree que no hay buen vino.
Dominio de Tares
En gastronomía se suele hablar de “comfort food” para referirse a esos platos que, sin muchas complicaciones, reconfortan y transmiten cierta sensación de acogida. Con los vinos que Dominio de Tares produce en El Bierzo pasa algo parecido: tienen el punto justo de carácter para despertar interés, pero también saben gustar a todo el mundo, incluidos quienes no necesitan una clase magistral sobre mencías y godellos o cepas viejas.
Su Paisano de Tares nos encanta y el Godello Cepas Viejas es un acierto seguro, pero con la excusa de la Navidad, vamos a estirar el presupuesto un poco más para llegar al P3, su vino más exclusivo. Un 100% mencía de una única parcela y que pasa 16 meses en barrica y otros 36 en botella antes de llegar al mercado. Anda cerca de los 60 euros.
Veiga Naúm 2023
Terminamos este viaje por el norte en Galicia, con más albariño y más Rias Baixas para quienes no se quieran complicar mucho la vida y busquen un blanco ligero para acompañar las comidas y cenas de estos días.
Eso es justo lo que ofrece este Veiga Naúm de la última añada. Un albariño que tendemos a vincular al verano pero que funciona perfectamente todo el año, porque tras ese primer despliegue de aromas y de flores tiene consistencia y carácter como para lucirse en la mesa. Y por poco más de 12 euros la botella.
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