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A Berlín puedes ir una y mil veces, y no te la acabarías nunca. Una ciudad llena de historia, de creatividad y de diversidad que recibe al viajero con los brazos abiertos, independientemente de lo que vaya buscando. Con su mezcla de monumentos históricos, modernos espacios artísticos y una vibrante vida nocturna, es una ciudad que siempre tiene algo nuevo que ofrecer. Tras haber sido el epicentro de algunos de los momentos más cruciales del siglo XX, Berlín ha sabido reinventarse y hoy en día es un destino imprescindible para los amantes de la cultura, la historia y la buena gastronomía.
Berlín está lo suficientemente cerca como para ir a pasar un fin de semana, y es lo suficientemente grande como para volver en numerosas ocasiones. Desde los restos de su famoso Muro hasta sus espectaculares museos, pasando por la majestuosa Puerta de Brandeburgo y por barrios que rezuman vida como Mitte, Berlín es una ciudad en constante movimiento. El arte urbano, los cafés, los mercados, las plazas, los restaurantes, la vida alternativa… Berlín tiene planes para todos.
De manera que si estás pensando en visitar Berlín durante dos días, te vamos a sugerir una agenda llena de visitas para que descubras la cara más famosa de la capital alemana, aunque sea en una visita exprés.
Supongamos que llegas a Berlín un viernes por la tarde. El momento perfecto, justo cuando la ciudad se pone en marcha para disfrutar de un nuevo fin de semana y sorprenderte con su energía. Esta ciudad nunca parece detenerse, así que no conviene dormirse mucho en los laureles. Tras dejar tus cosas en el hotel, toca comenzar la exploración.
Empieza por Alexanderplatz, una de las plazas más famosas de la ciudad y el corazón de Berlín. Aquí encontrarás la Torre de Televisión (Fernsehturm), que con sus 368 metros presume de ser el edificio de acceso público más alto de Europa y desde donde puedes obtener unas vistas impresionantes de toda la ciudad. Si llegas con tiempo, sube al mirador para disfrutar del atardecer desde las alturas.
Tras este primer contacto, dirígete a Hackescher Markt, un lugar perfecto para cenar y sentir el ambiente berlinés en su máximo esplendor. Esta zona, situada a pocos minutos a pie de Alexanderplatz y popular por su marcha al caer el sol, es famosa por sus callejones llenos de arte urbano y su amplia oferta gastronómica. Ya que es tu primer día te sugerimos optar por una currywurst, el plato más icónico de Berlín y que seguramente quieras volver a probar a lo largo de tu fin de semana.
Antes de retirarte a descansar y reponer fuerzas para el día siguiente, da un paseo por los patios de Hackesche Höfe, una serie de patios de estilo modernista interconectados llenos de galerías, tiendas y bares. Esta zona, de calles estrechas, casas bajas y ambiente acogedor, es famosa por su arte callejero y su ambiente bohemio, ideal para dar una vuelta nocturna y curiosear un poco antes de terminar la jornada.
El sábado será la jornada más completa, así que ponte un calzado cómodo y prepárate para caminar de lo lindo, porque es el día que vas a descubrir lo mejor de Berlín.
Comienza el día en algún café clásico berlinés donde disfrutar de un desayuno típico alemán con brötchen (panecillos), embutidos, queso, mermeladas, algún zumo y café. Con todo esto en el cuerpo, es hora de visitar los monumentos más emblemáticos de la ciudad.
Tu primera parada, cómo no, será la Puerta de Brandeburgo, el símbolo más reconocible de Berlín. Date un paseo para apreciar bien su cuadriga desde todos los ángulos y saca todo tu ingenio para hacer una foto en la que no salga toda la multitud. Desde aquí dirígete al Reichstag, la sede del Parlamento alemán. Si reservas con antelación podrás subir a la cúpula de cristal y comprenderás aquello de “el pueblo vigilante por encima del gobierno”. Además de que la visita es muy interesante para conocer la historia política del país, la cúpula en sí es una maravilla de la arquitectura moderna, diseñada por Norman Foster.
Cuando salgas, a pocos minutos a pie encontrarás el Memorial del Holocausto, un impactante monumento dedicado a las víctimas judías del genocidio nazi. Pasear entre sus bloques de cemento genera una sensación estremecedora mientras ayuda a entender una parte fundamental de la historia de Berlín.
Tras una intensa mañana, es hora de parar para tomar algo. La noche anterior ya tuviste tu primer contacto con Mitte, el principal distrito de Berlín (mitte significa centro), pero ahora es un buen momento para volver y seguir disfrutando de su generosa oferta gastronómica. Opciones hay muchas, pero si buscas algo auténtico pásate por Zur Letzten Instanz, que lleva sirviendo comidas desde 1621 y es el restaurante más antiguo de Berlín. Pero comas donde comas, quizá lo que te aparezca probar hoy sea un tradicional eisbein (codillo de cerdo) o un buen schnitzel (filete de ternera empanado, generalmente de tamaño descomunal). Pero calma, también hay sopas típicas y ensaladas si prefieres algo más ligero.
La tarde del sábado la puedes dedicar a la cultura. Dirígete a la Isla de los Museos (Museumsinsel), declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y donde encontrarás cinco edificaciones mundialmente conocidas. Tienes el Altes Museum (museo antiguo), el Neues Museum (nuevo museo), la Antigua Galería Nacional, el Museo Bode y el Museo de Pérgamo. Aunque este último, posiblemente el más famoso de la ciudad, se encuentra en fase de restauración y mantendrá sus puertas cerradas hasta que en 2027 se abra, como primera fase, el ala norte con el Altar de Pérgamo. No podrás verlos todos, así que elige uno y deja los demás para tu siguiente visita.
Después cruza al barrio de Friedrichshain para caminar por la famosa East Side Gallery, el tramo más largo que queda en pie del Muro de Berlín, ahora convertido en una galería al aire libre con murales pintados por artistas de todo el mundo. Seguramente, algunas de sus pinturas ya las conozcas, aunque sea tu primera vez en la ciudad. Es un buen lugar para reflexionar sobre la historia reciente de la ciudad y el simbolismo del Muro en la división de Alemania.
Para cenar y terminar el día, te sugerimos ir al barrio multicultural de Kreuzberg, famoso por su ambiente alternativo y su variada oferta gastronómica. Aquí puedes degustar desde comida turca (se dice que el döner kebab pudo haber sido inventado en Berlín) hasta opciones de alta cocina. Si hay una ciudad cosmopolita en Alemania, esa es Berlín, por lo que sin moverte mucho tendrás a tu alcance cocinas de muy diversos lugares.
Si te quedan fuerzas, Kreuzberg también es conocido por su vida nocturna, así que no dudes en pasarte por alguno de sus bares o clubes para vivir la noche berlinesa.
A estas alturas seguro que ya estás pensando en volver a Berlín, pero aún te quedan unas horas por delante antes de subirte en el avión de vuelta a casa. Puedes dedicar la mañana de tu último día a visitar algunos de los lugares históricos más importantes que quizás te hayan faltado.
Comienza la mañana en Checkpoint Charlie, el famoso paso fronterizo entre Berlín Este y Oeste durante la división de la ciudad. Aunque hoy es más un reclamo turístico que otra cosa, sigue siendo un símbolo inolvidable de las dos Alemanias. Después acércate a dar un paseo por Gendarmenmarkt, una de las plazas más bonitas de Berlín, flanqueada por dos catedrales: Französischer Dom (Catedral Francesa) y Deutscher Dom (Catedral Alemana).
Para despedir la ciudad, te recomendamos que almuerces en el animado barrio de Prenzlauer Berg, famoso por sus cafés, parques y tiendas. Posiblemente antes de marcharte querrás volver a probar una última currywurst, quizá esta vez con una salsa diferente a la anterior.
Si hace buen tiempo y prefieres algo más tranquilo, puedes hacerlo en el césped de Mauerpark, el parque donde los berlineses van a relajarse y donde los domingos encontrarás un mercadillo y música en vivo.
Antes de salir hacia el aeropuerto tómate un momento para conocer Tiergarten, el parque más grande de la ciudad que ya atisbarías cuando fuiste a la Puerta de Brandeburgo y al Reichstag, ideal para relajarte después de un fin de semana lleno de actividades. Si aún tienes tiempo, sube a la Columna de la Victoria (Siegessäule) por su escalera de caracol de 285 escalones, pues al estar situada en el centro del parque conseguirás una última vista panorámica de Berlín.
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