Besalú o la posibilidad de viajar en el tiempo visitando uno de los pueblos medievales más bonitos de España
Muchos estarán de acuerdo si decimos que Besalú es uno de los pueblos medievales más bonitos de Cataluña, de España y también de Europa. Atravesar su icónico puente y adentrarse en su casco histórico nos hace viajar en el tiempo y recordar cuando esta villa fue sede de un importante condado independiente que, entre los siglos X y XI, tuvo incluso su propia moneda. Y es que como indica su nombre original, Bisuldunum fue una fortaleza ubicada entre dos ríos, el Fluvià al sur y el Capellades al norte, que hoy es capaz de contarnos su historia con solo pasear por sus calles.
Besalú se encuentra en un importante y tradicional cruce de caminos al este de la Garrotxa, a unos 35 km de Girona y, como ahora descubriremos, cuenta con un conjunto histórico-artístico medieval excepcional. No importa que vayas buscando edificios civiles o religiosos, porque aquí todos pueden presumir de un cuidado y mimado estado de conservación. Empezando por su puente, que es su cara más conocida, fotografiada y compartida. De manera que Besalú puede convertirse en la parada perfecta, o más bien obligatoria, si dedicamos un fin de semana a descubrir algunos de los pueblos más pintorescos de la Garrotxa.
Un puente que lleva al Medievo
Para hacerlo bien, a Besalú hay que entrar cruzando su puente medieval. Es su mejor carta de presentación y su objetivo es salvar las aguas del río Fluvià. Pero no lo hace de cualquier manera, sino con una estructura del siglo XI levantada en piedra que ha sufrido diferentes derrumbes y reconstrucciones a lo largo de la historia. Dibuja una línea angular para así aprovechar el apoyo sobre las piedras del río, mide 150 metros de largo y luce siete arcos desiguales. Eso sí, una de sus señas más características es la torre defensiva hexagonal que, en su día, decidía quién pasaba y quién no.
Una vez dentro de la villa, podemos recorrer el empedrado de sus calles para dirigirnos a algunos de sus enclaves más llamativos como el Monasterio benedictino de Sant Pere de Besalú, fundado en el año 977. La iglesia que puedes visitar es del siglo XII y, aunque por fuera destaca su sobriedad, merece la pena entrar para contemplar la llamativa girola circular de su ábside. En esta misma plaza, la de Prat de Sant Pere, es interesante detenerse en la Casa Llaudes o Casa Cornellà, un excelente ejemplo del románico civil catalán.
No muy lejos encontramos la iglesia de Sant Vicenç, otro de los lugares imprescindibles de Besalú. Se construyó en el siglo XII y llama la atención por su planta basilical con tres naves y tres ábsides semicirculares. La escueta pero cuidada decoración de sus puertas no la debemos pasar por alto.
Herencia de un pasado judío
La comunidad judía pasó por aquí unos cinco siglos, y eso se nota en múltiples rincones de la villa. Nada más cruzar el puente y atravesar la puerta de Besalú, accedemos a las callejuelas que conforman la antigua judería, uno de los mayores encantos de este pueblo medieval. Junto a la de Girona, es una de las juderías más importantes del país; la población judía estuvo aquí desde el siglo IX hasta que fueron expulsados en el XV. Calles como la de Pont Vell, Mestre Abraham des Catllar y Rocafort no deben faltar en una ruta por algunos de los tramos de la antigua judería.
Bajo los restos de la desaparecida sinagoga se encuentra otro de los lugares más llamativos de Besalú: su mikve judía. Fue descubierta en 1964, data del siglo XII y es uno de los baños rituales judíos mejor conservados de la península ibérica, de los pocos medievales que se conservan en Europa. Una estrecha escalera nos lleva hasta la pequeña piscina en la que se realizaban los baños de purificación.
Un viaje lleno de sorpresas
Pero más allá de iglesias, monasterios, puentes, calles empedradas y un trazado que nos traslada a la Edad Media, merece la pena dedicar parte de nuestro tiempo a visitar originales propuestas como la de Circusland, que presume de ser el primer museo dedicado al circo de Europa. En él podremos dar un paseo por las artes del circo, sus orígenes, su historia y su evolución a través de tres plantas y diferentes salas que recorren 250 años de tradición, homenajeando diferentes disciplinas de la pista como la acrobacia, los equilibrios, la magia, los malabares o el trapecio.
Tradicionalmente, además, Besalú celebra cada año a principios de septiembre su propia Feria Medieval. Un fin de semana en el que la villa se engalana para la ocasión rememorando sus orígenes por todo lo alto y con mucho detalle; llenando las calles de música, danzas y vestidos de época. Por lo que si queremos conocer Besalú sumergidos en su propia esencia, quizá este pueda ser un buen momento para viajar aún más fácilmente en el tiempo mientras nos rodeamos de combates de caballeros, justas, oficios medievales y juglares.