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En busca de la foto perfecta: siete bosques españoles para capturar un otoño lleno de color

Bosque de Muniellos (Asturias).

Roberto Ruiz

El otoño es esa época del año en la que la naturaleza parece tener su propia paleta de colores. Los verdes intensos del verano dan paso a tonos cálidos de amarillos, naranjas, rojos y marrones, creando paisajes que serían dignos de protagonizar cualquier postal. Un momento en el que los bosques nos llaman para caminar, adentrarnos en ellos y aprovechar para respirar aire puro tras el calor veraniego.

Esos árboles que combinan diferentes tonalidades ocres son un reclamo para aquellos que disfrutan en plena naturaleza, pero más aún para los amantes de la fotografía. Este es sin duda el mejor momento del año para salir al campo cámara en mano pues cada hoja que cae, cada rayo de luz que se filtra entre las ramas, puede ser clave para conseguir la instantánea perfecta. 

Los bosques caducifolios, formados principalmente por hayas, robles y castaños, son los grandes protagonistas de esta transformación. Sus hojas, que en verano nos protegían del sol con su densa sombra, ahora caen en cascada, creando una alfombra natural en el suelo por la que da gusto arrastrar los pies. Las nieblas matutinas que se levantan con el fresco del otoño, las luces doradas de la tarde que iluminan los troncos y los pequeños riachuelos que empiezan a recobrar vida con las primeras lluvias, convierten estos lugares en destinos ideales para quienes quieren inmortalizar la esencia otoñal con sus cámaras.

Capturando el otoño en una instantánea

El paisaje lo tenemos ante nosotros, pero fotografiar en este entorno también tiene sus retos. Las condiciones de luz cambian rápidamente y la densa vegetación puede hacer que en muchas ocasiones te encuentres en zonas bastante oscuras. Por eso, un buen trípode es esencial para conseguir capturas nítidas sin necesidad de subir demasiado el ISO y sacrificar calidad. Además, te permitirá crear movimiento en ríos y cascadas si bajas lo suficiente la velocidad.

Al bosque es recomendable llevar un objetivo versátil, como un gran angular para capturar la magnitud del paisaje, pero también un teleobjetivo que te permita jugar con los detalles, como las hojas colgando de una rama o las gotas de rocío sobre un helecho. Otro consejo clave es madrugar o aprovechar el final de la tarde, cuando la luz es más suave y cálida, ideal para crear contrastes y sombras que realcen la belleza natural del bosque.

Siete bosques en los que disfrutar fotografiando

Bosques en España hay muchos, pero siempre hay algunos especialmente indicados si lo que queremos es disfrutar de los colores otoñales. Hemos seleccionado siete entornos de especial belleza para disfrutar con la cámara en otoño, lugares que se transforman para dar la bienvenida al invierno y que se encuentran en el momento más mágico del año.

  • Selva de Irati, en Navarra

La Selva de Irati ha de encabezar esta lista porque siempre tendrá razones de sobra para ser considerado uno de los bosques más bonitos de España. Especialmente en otoño, pues es el segundo hayedo-abetal más grande y mejor conservado de Europa. Cuando se acerca el invierno este vasto bosque se convierte en una explosión de colores rojizos y dorados, un lugar perfecto para los fotógrafos que buscan captar la transformación otoñal en toda su magnitud.

Es importante planificar la visita, ya que la Selva de Irati es un espacio protegido. Existen dos puntos de acceso: desde Orbaizeta, en el valle de Aezkoa, y desde Ochagavía, en el valle de Salazar. Desde ambos es posible adquirir mapas con rutas marcadas y el mejor momento para visitarlo es a finales de octubre, cuando los colores del otoño están en su máximo esplendor. Además, no te olvides de incluir en tus fotos los pequeños arroyos que atraviesan el bosque y las zonas más abiertas, aprovechando el embalse de Irabia para conseguir reflejos perfectos.

  • Hayedo de Montejo, en Madrid

A tan solo hora y media de Madrid, el Hayedo de Montejo ofrece un rincón espectacular para los fotógrafos que no quieren alejarse demasiado de la capital. Este pequeño pero encantador bosque, que forma parte de la Sierra del Rincón, es uno de los hayedos más meridionales de Europa. En otoño, las hojas de las hayas adquieren tonos dorados que contrastan con el suelo cubierto de hojarasca, creando escenas perfectas para una fotografía de paisaje.

Debido a su fragilidad y a la alta afluencia de visitantes, solo se puede conocer realizando una visita guiada de aforo limitado. Puedes reservar tu pase de manera anticipada u optar por recogerlo presencialmente en el Centro de Recursos e Información de la Reserva de la Biosfera Sierra del Rincón de Montejo de la Sierra. Si puedes elegir, las mejores horas para fotografiar este lugar son durante la mañana temprano o al final de la tarde, para así beneficiarte de la mejor luz del día.

  • Bosque de Muniellos, en Asturias

El Bosque de Muniellos es una de las joyas naturales de Asturias y está considerado el mayor robledal de España y uno de los mejor conservados de Europa. En otoño sus árboles se tiñen con todos los ocres que puedas imaginar, ofreciendo un espectáculo visual que impresiona. Su densidad y su carácter salvaje lo hacen ideal para los fotógrafos que buscan capturar la naturaleza en su estado más puro. Además, el río que lo atraviesa añade un componente adicional de belleza y serenidad a las tomas.

Visitar Muniellos es una experiencia exclusiva, ya que el acceso está limitado a 20 personas por día, lo que garantiza una visita tranquila y respetuosa con el entorno. Para disfrutar de este espacio protegido es recomendable solicitar el permiso con la mayor antelación posible, ya que estos se agotan rápidamente. La combinación de robles centenarios con la fauna local, donde se encuentra el oso pardo, el jabalí, el corzo, el lobo y el casi extinto urogallo, hace de Muniellos un paraíso para los fotógrafos de naturaleza.

  • Fragas do Eume, en Galicia

Las Fragas do Eume son un destino único en Galicia, donde la frondosidad de la vegetación y el verdor característico de la zona se combinan con los tonos otoñales de robles, castaños y fresnos. Es considerado uno de los bosques atlánticos de ribera mejor conservados de Europa y el río Eume, a su paso, completa un paisaje perfecto para capturar la belleza de la naturaleza en su estado más puro.

A lo largo y ancho del bosque existen ocho rutas de senderismo de diversa duración y dificultad. La más famosa es la que sigue el propio Eume, conocida como Camiño do Encomendeiros, y que termina en el Monasterio de Caaveiro. En otoño las hojas caídas cubren los senderos y la humedad del lugar añade un toque especial a cada foto, con musgos y helechos que brillan bajo los tímidos rayos de sol. La variedad de composiciones es amplia, con caminos llenos de encanto y puentes que salvan las aguas del río. Además, es accesible sin necesidad de permisos especiales.

  • Hayedo de Tejera Negra, en Guadalajara

En la Sierra Norte de Guadalajara se encuentra el Hayedo de Tejera Negra, un lugar mágico en el extremo más septentrional de Castilla-La Mancha, y que presume de ser el hayedo ubicado más al sur de Europa. Como puedes imaginar, en otoño se transforma en un escenario de cuento, donde las hojas doradas y rojizas crean un espectáculo visual impresionante.

Existen dos rutas circulares que podemos realizar a pie: la Senda de Carretas, de dificultad media-baja y que parte del aparcamiento del Casarejo; y la Senda del Robledal, de dificultad alta por su largo recorrido y que parte del aparcamiento del Centro de Visitantes. Ambas perfectas para ser recorridas cámara en mano en busca de colores, luces y sombras. Al ser un espacio natural protegido y de alta afluencia en otoño es necesario reservar la visita con la mayor anticipación posible.

  • Valle de Ordesa, en Huesca

El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido es conocido por sus impresionantes paisajes de montaña, pero en otoño sus bosques también se llenan de magia. Todos sus valles son un espectáculo de color, pero si nos centramos en el de Ordesa podemos conseguir algunas de las fotografías más bonitas de todo el pirineo oscense. No tenemos más que caminar entre las hayas que pueblan las zonas bajas del valle para conseguir un alto contraste entre los tonos cálidos de las hojas y los fríos grises de las rocas que lo envuelven todo.

Para los fotógrafos, el bosque de Ordesa es una mina de oportunidades. Los caminos que atraviesan el parque permiten acceder a miradores desde donde se pueden captar vistas panorámicas del valle, pero también es posible perderse en los rincones más íntimos del bosque, donde el agua de los ríos y las cascadas añaden dinamismo a las fotografías. Entre octubre y noviembre se viste de otoño para que vayas a descubrirlo con tu cámara. 

  • Fageda d'en Jordà, en Girona

La Fageda d'en Jordà, en la comarca de la Garrotxa, es un bosque de hayas muy particular. Está ubicado en una zona volcánica, sobre la colada del cercano volcán del Croscat, lo que ha dado lugar a un relieve irregular con ondulaciones suaves llamadas tossols. Este singular entorno geológico, combinado con la densidad del hayedo, crea un paisaje que parece sacado de un cuento, sobre todo en otoño.

Además de bonito, la Fageda d'en Jordà es un lugar accesible y fácil de recorrer, con varias rutas señalizadas de baja dificultad, lo que la convierte en un destino ideal tanto para fotógrafos como para caminantes. No se requiere ningún permiso especial para visitarla pero se recomienda ir entre semana o a primera o última hora del día, así evitarás encontrarte con gente que no deseas en tus fotos, pero sí con las mejores luces del día.

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