Casas blancas colgadas y 17 kilómetros de costa: uno de los pueblos más bonitos de Almería

En la actualidad, resulta casi imposible pensar en la historia de España sin recordar la influencia de la cultura árabe, sobre todo en Andalucía. Esto es así ya que en el territorio que conforma la actual comunidad autónoma fue donde más asentamientos musulmanes hubo, dejando tras su marcha cantidad de restos arquitectónicos, tradiciones y afectando definitivamente al estilo de vida de la zona.

En Almería, uno de los principales bastiones musulmanes durante esa época, aún quedan enclaves de empedradas calles y característica arquitectura árabe. Muestra de ello es el pueblo de Mojácar, una localidad casi laberíntica a 90 kilómetros de la capital almeriense, que destaca por sus blancas construcciones -prácticamente incrustadas en la montaña- y por sus playas, que recorren casi 17 kilómetros de costa.

La villa, que forma parte de la red de Los Pueblos Más Bonitos de España, no solo destaca por su arquitectura, sino también por su historia. De esta manera, durante todo su recorrido -aunque principalmente en el centro urbano- será posible disfrutar de construcciones y celebraciones que aglomeran tanto costumbres árabes como españolas.

La historia de Mojácar

La historia de Mojácar se remonta más de 3.000 años atrás, durante la Edad de Bronce. No obstante, el espacio comenzó a tomar relevancia con la llegada del Imperio Romano a la península, cuando pertenecía a la provincia de la Bética, y adquirió su mayor relevancia durante la conquista árabe y el nacimiento de al-Ándalus.

Durante la dominancia árabe en la península, el enclave sirvió como importante punto defensivo y de comercio, por su disposición geográfica en lo alto de una montaña, pero pegado a la costa. Le fue fiel al Califato de Córdoba durante su reinado y fue conquistado tras su desmembramiento por el sultán Al-Mutamid.

La localidad, que fue frontera del Reino de Granada y el de Murcia durante el periodo nazarí, se amuralló durante años, constituyendo fronteras y asentándose como una de las más inexpugnables fortalezas.

Tras la reconquista de la península por parte de los reinos cristianos del norte, todos los Alcaides de la comarca acudieron a rendirse y mostrar su respeto a los Reyes Católicos, excepto el de Mojácar. Por ello, en el año 1488, los monarcas enviaron al Capitán Garcilaso de la Vega, padre del ilustre poeta español, a entrevistarse con Alabez, el Alcaide en ese momento.

Este pidió que se les tratase como hermanos en vez de como enemigos, argumentando que él era igual de español que cualquier otro. Motivo por el cual los cristianos convivieron pacíficamente con los musulmanes en esa zona. Años después los moriscos tampoco serían expulsados de las tierras.

Con el pasar del tiempo, el aislamiento geográfico se tradujo en una considerable despoblación de la zona durante los siglos posteriores, hasta mediados del siglo XX, cuando su especial arquitectura e historia comenzaron a llamar la atención de algunos de los principales representantes culturales de la época.

De esta manera, a mediados del siglo pasado el enclave se estableció como un destino turístico y artístico, potenciando la villa y facilitando la rehabilitación de las construcciones y paisajes que habían sido abandonados durante años, que lucen totalmente restablecidas en la actualidad.

Qué ver en Mojácar

Al hablar de la localidad, es imposible no pensar en su característica arquitectura. Sus casas de fachada blanca -escalonadas a lo largo de la montaña- prácticamente montadas unas encima de otras y sus laberínticas calles en las que perderse son algunas de las características del centro urbano. Sin embargo, este no es el único espacio reseñable de la ciudad, donde también destacan:

  • El mirador del castillo, una fortaleza de origen musulmán y que fue construida como puesto de vigilancia. Fue restaurada y utilizada como centro de arte. Aún se conserva el antiguo aljibe, volviéndolo uno de los puntos más visitados del pueblo.
  • La puerta de la ciudad, reconstruida en el siglo XVI sobre la puerta árabe original, el acceso original del pueblo. Ostenta el Escudo de la ciudad, con el águila bicéfala de la casa de los Austria.
  • La fuente de Mojácar: cuenta con doce caños frontales y uno lateral que vierten agua a tres pilares. Se tiene constancia de antiguos escritos árabes. Destaca por haber sido el centro neurálgico de la vida social, llevando a cabo allí actividades comerciales, de limpieza y demás oficios.
  • La Iglesia parroquial de Santa maría, construida en el año 1560 sobre una antigua mezquita árabe, cumplió tanto funciones religiosas como militares. Entre sus imágenes destacan la Virgen del Rosario y San Agustín, ambos patrones de Mojácar.
  • Plaza de Parterre, porticada y situada junto a los muros de la iglesia. Se cree que la plaza fue una antigua necrópolis árabe. En un rincón de la misma se encuentra una reproducción exacta de una de las escenas de la Reconquista, recreada en la sillería del coro de la catedral de Toledo.

La costa de Mojácar

El pueblo no solo cuenta con impresionantes vistas dentro de sus murallas, sino también fuera de ellas. Muestra de ello son las playas que lo rodean, que acumulan unos 17 kilómetros de línea costera. Entre las más destacadas se encuentran:

  • Playa del Cantal.
  • Playa del Descargador.
  • Playa de Lance Nuevo.
  • Playa de Marina de la Torre.
  • Playa de Piedra Villazar.
  • Playa de Venta del Bancal-Ventanitas.

Todas ellas destacan por haber sido galardonadas con la Bandera Azul, un distintivo que se otorga a las playas que cumplen con una serie de condiciones ambientales y de instalaciones, como el cumplimiento de normas sobre la calidad del agua, la seguridad, la prestación de servicios generales y la ordenación del medio ambiente. De esta manera, Mojácar es, junto a Roquetas de Mar, el municipio de Almería con el mayor número de playas con dicha distinción.