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Si te gusta disfrutar de una buena escapada rural, adentrarte en el campo, recorrer unos cuantos senderos y pasear en busca de un río refrescante, aquí tienes algunas de las cascadas más espectaculares que puedes encontrar en territorio nacional.
No, ninguna de ellas la podemos comparar a las cataratas del Iguazú, a las cataratas del Niágara o a las cataratas Victoria, está claro, pero aunque parezcan insignificantes ante esas moles de agua todas ellas también tienen su encanto. Además, seguramente las tendrás lo suficientemente cerca como para visitarlas cualquier fin de semana.
Ya sea en Burgos, Álava, Guadalajara, Salamanca, La Palma, Albacete, Jaén, Huesca, Coruña, Castellón, Barcelona, Málaga, Cantabria o Navarra, en cualquiera de estos destinos encontrarás un salto de agua que merecerá la pena visitar.
Es el salto de agua más alto de la península, la caída es de 222 metros y, salvando las distancias, es la cascada española que más nos recuerda al Salto Ángel de Venezuela. El agua se precipita desde Burgos y cae en Álava, por lo que la mayoría de miradores pertenecen a la provincia castellanoleonesa. Se puede considerar el nacimiento de la ría de Bilbao. No muy lejos, además, en las inmediaciones del Parque Natural del Gorbea se encuentra la cascada de Goiuri o Gujuli, que supera los 100 metros de altura.
El río Borosa ofrece una de las mejores rutas de senderismo del Parque Natural de la Sierra de Cazorla, en Jaén, y en él no faltan los saltos de agua. Merece la pena llegar hasta el Salto de los Órganos, pero una vez en Cazorla no deberíamos pasar por alto otras cascadas como las de Hoyo Redondo, la de Linajeros o la cascada de la Osera.
Esta cascada se encuentra en el barranco del Gollorio, nombre que también recibe su arroyo, en la provincia de Guadalajara. Es un salto de agua estacionario, es decir, solo aparece de otoño a primavera, y su caída alcanza los 50 metros. Desde el municipio de Pelegrina se puede hacer una ruta de ida y vuelta en poco más de dos horas.
Estamos en Salamanca, entre los términos municipales de Masueco y Pereña de la Ribera, justo donde el río Uces se precipita en el Parque Natural de Arribes del Duero. Cuenta con dos caídas diferentes y su altura alcanza los 50 metros, y aunque como todas sufre una gran variación dependiendo de la estación el flujo del agua sí es permanente. Su nombre se lo debe a la gran nube de niebla que se levanta en su base.
El Riópar, en Albacete, encontramos una de las cascadas más famosas de toda la península ibérica, donde nace el río Mundo en una cueva kárstica. Es recomendable durante todo el año, pero en primavera, cuando se produce la explosión de agua conocida como el “reventón”, es su mejor momento. Se puede acceder en coche hasta un aparcamiento desde donde comienza un sendero de unos 2 km.
Esta caída de agua se encuentra en la localidad de Navajas, en Castellón, y el río Palancia se desploma desde una altura de más de 30 metros. Cuenta la leyenda que antaño las novias que querían contraer matrimonio debían cruzarlo de un salto para asegurar un futuro feliz, y si no lo conseguían la boda no se llevaba a cabo. La tragedia llegó cuando una novia cayó, quedó atrapada por el agua, y cuando su amado se lanzó a rescatarla perecieron los dos víctimas del amor.
En Guadalajara, este doble salto de agua lleva al arroyo Soto a encontrarse con el río Jarama, en la Sierra de Ayllón. La altura total ronda los 10 metros, el primero de 3 y el segundo de 7, y a pie de cada cascada se forma una poza que hace de aljibe. Se encuentra entre los Pueblos Negro de Guadalajara, cerca de los municipios de Roblelacasa, El Espinar y Capillejo.
En Pedrosa de Tobalina, en Burgos, encontramos esta cascada que ha conseguido su fama gracias a su anchura. De lado a lado mide unos 100, mientras que el agua cae desde más de 12 metros de altura. Es muy fácil de visitar, ya que se encuentra en pleno pueblo, y en verano su base se convierte en una piscina natural. Eso sí, su mayor espectacularidad se admira en época de deshielo o fuertes lluvias.
El Parque Natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo, en Málaga, es un lugar para no perdérselo, sobre todo en verano, y en ellos encontramos a otra de nuestras protagonistas. El agua de la cascada de Maro viene desde la Cueva de Nerja a través del arroyo Sanguino y se precipita directamente al mar cayendo desde una altura de 15 metros. La mejor manera de visitarla es desde el mar, remando en kayak.
En el municipio de Asón, en el valle de Soba (Cantabria) nace un sencillo sendero que nos lleva hasta una de las cascadas más bonitas de toda la provincia, aunque también hay un acceso más corto desde la carretera. El salto de agua es conocido como la cascada Caliagua y es el nacimiento del río Asón, que empieza su vida tras una espectacular caída de unos 70 metros de altura. Durante el deshielo cobra su mayor vistosidad.
En La Palma, en las Islas Canarias, encontramos esta peculiar cascada multicolor. En la Caldera de Taburiente, en los años 60, se construyó un muro de contención para controlar sus aguas, y con el tiempo ese muro ha dado lugar a una preciosa cascada de origen artificial. Los colores amarillos y naranjas se originan por las aguas ferruginosas de su cauce, que contrastan con los verdes de los musgos y el negro de la roca volcánica. Desde el aparcamiento del Barranco de las Angustias se puede llegar a la cascada siguiendo el río aguas arriba.
Desde Rupit, en Barcelona, se puede llegar a este espectacular salto de agua a través de una agradable ruta que te llevará un par de horas entre ir y volver. El Salto de Sallent es una caída vertical de unos 100 metros de altura por lo que la vista desde el cortado es realmente impactante. El macizo de piedra y la abundante vegetación crean una imagen aún más espectacular.
En Coruña, en el municipio de Dumbria, encontramos esta cascada que tiene la peculiaridad de desembocar directamente al mar, como la de Maro en Málaga. Aquí el río Xallas cae por encima de la roca desde una altura de 40 metros. Es una visita más que recomendable si vas a hacer una ruta por la Costa da Morte.
La visita de la cascada de la Cola de Caballo, en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, es la más popular del pirineo oscense. Se encuentra próxima al municipio de Torla y el acceso hasta su base puede llevar más de 3 horas de caminata desde la Pradera de Ordesa, y hasta aquí en temporada alta el acceso tendrá que ser en autobús, pues los vehículo privados tienen el acceso restringido. Conforme vayamos avanzando siguiendo el río a nuestro paso dejaremos otros saltos de agua menores.
En Aldeaquemada, Jaén, se encuentra la cascada de Cimbarra, un espectacular salto de agua del río Guarrizas producido por una falla rocosa de unos 20 metros de altura. El lugar es idóneo además para contemplar fósiles y pinturas rupestres neolíticas. Su volúmen de agua tras las épocas de lluvias crea un bonito manto blanco sobre la roca rojiza.
La cascada de Artazul se encuentra en el término municipal de Ulzurrun, en Navarra, y aunque el sendero que lleva a ella no es especialmente largo desde que dejamos el coche en el aparcamiento del Manantial de Arteta, su dificultad no lo hace accesible para todos los públicos. En ella el agua da un salto de 40 metros para caer sobre un circo de piedra, produciendo un estruendo tan espectacular como su caudal en primavera.
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