¡Ah del castillo! Un viaje medieval por las fortalezas más bonitas de Segovia
Nos vamos de viaje, pero de viaje medieval. Damos un salto en el tiempo recorriendo la provincia de Segovia en busca de sus castillos más representativos. Esas fortalezas que antaño fueron diseñadas, construidas y reforzadas para defenderse ante los posibles enemigos, pero también como muestra de poder, linaje y renombre, cuando los apellidos lo eran todo.
En poco más de 200 km puedes realizar esta ruta circular que une los castillos de Coca, Cuéllar, Castilnovo, Pedraza y Turégano con el Alcázar de Segovia, el mayor exponente de las fortificaciones segovianas. Veremos murallas, fosos, torres, puentes levadizos, almenas, patios interiores e incluso grandes salones, siempre acompañados por armaduras, espadas y blasones de otra época.
El Alcázar de Segovia
El Alcázar de Segovia es el sueño de cualquier amante de las fortalezas. Sus formas, su ubicación y su importancia han hecho que destaque como ningún otro sobre las tierras castellanoleonesas. Un castillo de auténtico cuento. Se convirtió en Alcázar y residencia real en el siglo XIII y su evolución ha sido continua a lo largo de los siglos, siendo profundamente restaurando en el siglo XIX tras un incendio. Adquirió sus formas góticas en los tiempos de Juan II y Enrique IV, pero por él han pasado también monarcas como Alfonso X ‘El Sabio’ o los mismísimos Reyes Católicos. Al visitarlo puedes recorrer sus numerosas salas, incluida la del trono, y subir a la torre de Juan II, de 80 m. de altura, desde donde se consiguen unas excelentes vistas de la ciudad.
El castillo de Coca
Fue levantado como palacio y fortaleza y llama poderosamente la atención al estar construido en ladrillo y no en piedra. Fue llevado a cabo en 1453 por don Alonso de Fonseca, Arzobispo de Sevilla, con el permiso del rey don Juan II de Castilla. Junto a su material de construcción es característico por su estilo gótico-mudéjar, algo que se deja notar en su decoración interior de estuco y pintura. Sobresale su gran Torre del Homenaje, que también fue cárcel en su momento, así como sus tres niveles de fortificación y su profundo foso. Fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1928 y hoy, además de permitir visitas al público, alberga la Escuela de Capacitación Forestal.
El castillo de Cuéllar
El castillo de Cuéllar es el castillo de los Duques de Alburquerque, a quienes fue cedida la fortaleza en 1464 por el rey Enrique IV. La primera documentación que hay sobre él data de 1306 y al haber evolucionado a lo largo de los siglos muestra una importante mezcla de estilos, aunque el gótico y el renacentista son los predominantes. Tras años con diferentes usos, entre los que se incluye una prisión y un hospital, conserva un buen estado de conservación fruto de diferentes restauraciones. Hoy acoge un Instituto de Enseñanza Secundaria, la Oficina de Turismo de Cuéllar y el Archivo de la Casa de Alburquerque. Ofrece tanto visitas guiadas como visitas teatralizadas en las que reyes, nobles, obispos y criados nos llevan a conocer su interior.
El castillo de Castilnovo
Es quizá uno de los castillos menos populares de Segovia, sobre todo si lo comparamos con los demás que aquí te recomendamos. Su origen no está nada claro aunque hay quien se remonta a tiempos de Abd-al Rahmán I en el siglo VIII, pero lo que sí sabemos es que Juan II, en el siglo XV, se lo cedió a Álvaro de Luna y entonces fue transformado al estilo mudéjar. Fue residencia de los Reyes Católicos y hay leyendas que dicen que Doña Juana la Loca estuvo aquí encerrada tras la muerte de su marido. Se encuentra muy cerca de Sepúlveda, entre Villafranca y Valdesaz, y aunque podemos admirarlo por fuera actualmente se encuentra cerrado al público. Si te gusta y tienes unos 15 millones de euros estás de suerte porque, lo creas o no, el castillo de Castilnovo está a la venta.
El castillo de Pedraza
Pedraza, de por sí, merece una visita ya que sin duda se trata de uno de los pueblos medievales más bonitos de España. Su castillo, construido en el siglo XIII sobre restos romanos, visigodos y árabes, se defiende con un precipicio a un lado y un foso al otro. En el siglo XVI perteneció a los Fernández de Velasco y en él estuvieron prisioneros los hijos del rey Francisco I de Francia durante casi un año cuando fueron rehenes de Carlos I para asegurar lo pactado en el Tratado de Madrid de 1526. El pintor Ignacio Zuloaga compró el castillo en 1926, cuando su estado era ruinoso, y montó su taller en una de sus torres tras arreglarla. Sus herederos se encargaron de restaurar una segunda torre y montaron en ella el Museo Ignacio Zuloaga, el cual se puede incluir hoy día en la visita a la fortaleza.
El castillo de Turégano
Es conocido como el castillo de los obispos segovianos y aunque se desconocen sus orígenes sí se conservan restos datados en el siglo XII, como la iglesia fortificada de San Miguel, por lo que no está claro si primero fue el castillo y después la iglesia o viceversa. En 1123 Pedro de Agen, primer obispo de Segovia, recibió el señorío de Turégano de manos de la reina doña Urraca de Castilla, y tras él pasaron muchos otros obispos. Su interior es laberíntico y cuenta con una doble muralla y diferentes torres defensivas, una fortificación que le sirvió al obispado para ganar importancia en momentos de enemistades reales. Se encuentra en el propio pueblo de Turégano y ofrece visitas al público.