Diez curiosidades poco conocidas de la catedral de Santiago que descubrir durante sus fiestas
Gracias al Camino de Santiago y a la tumba del propio apóstol, la catedral de Santiago de Compostela es uno de los templos más conocidos y visitados de todo el mundo. Miles de peregrinos acuden hasta ella cada año y hay que remontarse muchos siglos atrás para llegar hasta los orígenes de su popularidad. Sin embargo, aunque la catedral de Santiago sea conocida por todos, aún esconde unas cuantas curiosidades poco sabidas que llaman la atención.
Una carraca enorme en lo más alto, una antigua casa sobre sus tejados, una iglesia en su interior más antigua que la propia catedral, las leyendas del Pórtico de la Gloria, un desaparecido coro de piedra o una torre que solo se ilumina en Año Santo son solo algunos de los secretos mejor guardados que podrás descubrir cuando visites la Santa Apostólica y Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Compostela.
La Berenguela
Aunque las dos torres de su fachada principal son sus grandes protagonistas, la catedral de Santiago tiene otra torre no menos importante: la Berenguela. El cuerpo principal con base románica fue construido en el siglo XIV por el arzobispo que le dio nombre a la torre, Berenguel de Landoira, pero posteriormente fue el arquitecto Domingo de Andrade quien remataría la parte superior de estilo barroco en el siglo XVII. Tiene cuatro relojes de una sola aguja, uno en cada uno de sus lados. Y es considerada el 'faro' del Camino de Santiago porque solo enciende su linterna superior en Año Santo Compostelano, es decir, aquellos años en los que el Día de Santiago Apóstol (25 de julio) cae en domingo, lo que sucede con una cadencia regular de 6-5-6-11 años.
La Carraca de la Catedral
Igual no lo sabías, pero sobre la torre norte de la catedral hay una enorme carraca cuyo origen lo encontramos en los actos litúrgicos del siglo XVIII. Se utiliza en Semana Santa, concretamente el viernes y sábado santo, y sustituye a las campanas para anunciar los actos religiosos. Tiene forma de 'X' (de cruz de San Andrés), cada uno de sus cajones mide un par de metros y en el centro cuenta con una manivela que permite girar su rotor dentado.
El Pórtico de la Gloria
Del Pórtico de la Gloria podríamos hablar largo y tendido, pero hay algunos detalles curiosos (y no tan conocidos) que merecen ser destacados. Sin duda es uno de los elementos escultóricos y arquitectónicos más relevantes del arte medieval, se comenzó a construir en 1188 y el maestro Mateo estuvo 23 años trabajando en él. Es interesante saber que en su día estuvo totalmente policromado, que el propio maestro Mateo está representado en él y que, según la tradición popular, la sonrisa del profeta Daniel surge al ver los pechos de la reina Esther, tan prominentes que las autoridades eclesiásticas hicieron reducirlos en su día. La leyenda cuenta que los queseros, a modo de protesta, comenzaron a moldear los famosos quesos de tetilla por esta razón.
Una iglesia dentro de la catedral
Dentro de la catedral hay una iglesia, la de Santa María la Antigua de la Corticela, que además es curiosamente más antigua que la propia catedral. Es románica, originaria del siglo IX y perteneció a los monjes benedictinos. En un principio era independiente a la catedral, pero la ampliación de la basílica y las reformas barrocas del siglo XVII terminaron por absorberla. Se construyó un túnel que une ambos templos, que cuenta con su propio pórtico, y la podemos encontrar en el ala norte de la catedral.
La Puerta Santa
Aunque sea por todos conocido, no deja de ser curioso que en la catedral haya una puerta que solo se abre en determinadas ocasiones. La Puerta Santa, que da a la Plaza de la Quintana, solo se abre en Año Santo. Atravesarla otorga la indulgencia plenaria, es decir, la absolución de todos los pecados, de manera que pasar por ella es una de las principales tradiciones que ningún peregrino se quiere perder.
Un coro de piedra
Hoy ya no está, pero la catedral de Santiago contó con un coro de piedra hecho por el propio maestro Mateo. Ocupaba los cuatro primeros cuatro tramos de la nave central desde el crucero, era rectangular y policromado como también lo era el Pórtico de la Gloria. Estuvo en pie hasta 1604, cuando fue destruido y sustituido por otro de madera que hoy podemos ver en la iglesia de San Martín Pinario. Algunas de las piezas del coro de piedra fueron reutilizadas en la fachada de la Puerta Santa y en el Museo de la Catedral podemos ver una reconstrucción parcial.
La casa del campanero
Hoy ya no existe, pero sobre los tejados de la catedral hubo una casa: la del campanero. Allí vivía, con su familia, el responsable de tocar las campanas todos los días del año, y contaba con su propio huerto, sus cabras y sus gallinas. Estuvo en uso durante unos 200 años y el último en habitarla fue Ricardo Fandiño Lage, quien se instaló en ella en 1942. Una curiosidad que también encontramos en otras catedrales, como la de Ávila.
El Santo dos Croques
Como decíamos, el maestro Mateo está representado en el Pórtico de la Gloria, apoyado en el parteluz, y es considerado un autorretrato del genio escultor. Sin embargo, en el siglo XIX los estudiantes de la Universidad de Santiago lo convirtieron en el Santo dos Croques, pues daban cabezazos (croques en gallego) contra su cabeza con el fin de recibir su sabiduría. De manera que miles y miles de peregrinos lo convirtieron en un rito hasta que, por el bien de la escultura, esta costumbre quedó prohibida.
El botafumeiro, único en el mundo
El botafumeiro es posiblemente una de las imágenes más conocidas de la catedral de Santiago y es algo único en el mundo. Este enorme incensario de latón bañado en plata, de metro y medio de altura y 62 kilos de peso, comenzó a utilizarse en la antigüedad para perfumar la catedral ante el creciente mal olor traído por los peregrinos. Es movido por ocho hombres, los tiraboleiros, que lo hacen desplazarse de manera pendular desde la cúpula central hacia las naves laterales. Va y viene 17 veces, alcanza los 68 kilómetros por hora y hay dos butafumeiros, el original de 1851 y una réplica de 1971.
Cruces conmemorativas
La catedral de Santiago de Compostela fue consagrada el 21 de abril de 1211 por el arzobispo Muñiz, y para recordarlo en el interior del templo encontramos diferentes cruces conmemorativas de granito policromado y dorado que nos acompañan por las naves de la catedral.