A Coruña, una galería de cristal con vistas al Atlántico

Roberto Ruiz

6 de marzo de 2022 22:10 h

Viajar a Coruña es viajar a una de las ciudades más bonitas de España. Eso es así. Y si aún no la conoces, seguro que estarás de acuerdo en cuanto pases en ella un par de días. No tendrás más que recorrer la ciudad vieja, darte un paseo bajo las galerías acristaladas de la Marina, asomarte al puerto deportivo, recorrer parte del paseo marítimo, echar un ojo a sus edificios modernistas, descansar en la plaza de María Pita o subir hasta lo más alto de la Torre de Hércules para comprender por qué estamos tan convencidos de su belleza.

Una ciudad que se levanta sobre una península, que se conecta por un estrecho istmo, y con dos fachadas marítimas: la portuaria, orientada hacia la ría de A Coruña, y la que mira al Atlántico Norte, donde se encuentran sus principales playas. Un lugar con un importante pasado romano, que ha visto pasar por sus calles a personajes como Rosalía de Castro, María Pita, Emilia Pardo Bazán o Pablo Picasso, y que reluce bajo el sol como pocas otras ciudades del mundo, porque sus enormes cristaleras reflejan su propio esplendor. Y si sigues sin creernos, aquí tienes unos cuantos motivos que justifican lo que decirnos. 

La Torre de Hércules, el símbolo de Coruña

La Torre de Hércules es considerada desde 2009 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, pero en realidad es muchísimo más que eso. Para empezar, es el símbolo de A Coruña, su torre, la referencia que dibuja su silueta, y además es el faro más antiguo del mundo en funcionamiento. Fue construida por los romanos en el siglo I y aunque en origen era más baja y más ancha, la reforma que se llevó a cabo en 1788 de manos de Eustaquio Giannini y José Cornide, regidor de la ciudad, conservó y además realzó los restos romanos del monumento. Cuando la visites en sus inmediaciones encontrarás el CIAV, el Centro de Interpretación y Atención al Visitante, donde se explica la evolución histórica de la torre. Ya a la entrada del faro verás los restos de los cimientos originales, así como una inscripción latina donde se indica el nombre del arquitecto, Gaio Sevio Lupo. Pasarás por tres plantas del núcleo interior romano y subiendo llegarás hasta la linterna, de 1804, donde la lámpara emite cada 20 segundos un grupo de cuatro destellos. 

Un paseo por la Ciudad Vieja

Para comprender la historia de Coruña es imprescindible caminar con calma por su Ciudad Vieja, porque entre calles, iglesias y casas palaciegas conocerás de primera mano el pasado medieval y barroco de la ciudad. Las piedras que te rodean te van a contar historias, sin ir más lejos la de cómo la ciudad fue refundada en 1208 por orden de Alfonso IX de León en el antiguo asentamiento romano de Crunia. Pasarás por la Plaza de Fariña, el Archivo del Reino de Galicia, la Colegiata de Santa María del Campo, la casa museo Emilia Pardo Bazán, la iglesia de Santiago, la calle Príncipe en la que vivió Rosalía de Castro, y casas palacio como la del Marqués de San Martín o la de Cornide. Si te acercas al Jardín de San Carlos estarás ya muy cerca de tu siguiente parada: el castillo de San Antón.

La Plaza de María Pita

La Plaza de María Pita es uno de esos sitios en los que merece la pena sentarse, descansar y observar a nuestro alrededor. Lleva el nombre de una heroína del siglo XVI, María Mayor Fernández de Cámara y Pita, conocida como María Pita, quien plantó cara en 1589 a las tropas inglesas del corsario Francis Drake, que iba al mando de la Invencible Inglesa con objetivo de tomar Santander, Lisboa y las Azores por orden de Isabel I, pero que decidió atacar Coruña por iniciativa propia. La plaza, del siglo XIX y porticada, alberga el Palacio Municipal, donde se encuentra la sede del ayuntamiento de A Coruña. Podemos recorrer sus salones, donde veremos una colección de relojes de los siglos XVIII al XX, así como una interesante pinacoteca, antes de hacerle una visita a la estatua de María Pita que preside la plaza. Y si quieres aprender más sobre ella no tienes más que pasarte por el número 28 de la Rúa Herrerías, donde se encuentra la Casa Museo de María Pita.

El castillo de San Antón

Por orden de Carlos I, en 1587 se inició la construcción del castillo defensivo de San Antón. Desde entonces ha cumplido con las funciones de fortaleza defensiva, prisión y lazareto, y hoy en día alberga el Museo Arqueológico e Histórico de A Coruña. En él podrás remontarte a los primeros habitantes de esta zona a través de orfebrería protohistórica, el megalitismo, la Edad de Bronce, la cultura castreña, la romanización y otros y muy distintos aspectos de la ciudad y su provincia en su historia más moderna. El castillo de San Antón está considerado Monumento histórico-artístico desde 1994 y en él viajarás en el tiempo mientras recorres las dependencias de la antigua fortaleza. 

Las Galerías de la Marina

¿Alguna vez has oído que a Coruña se la conoce como “La Ciudad de Cristal”? Pues es por esto. Las galerías de la marina forman una de las imágenes más emblemáticas de la ciudad, tanto que junto a la Torre de Hércules se pueden considerar señas arquitectónicas indiscutibles de Coruña. Esta enorme fachada de cristal es, de hecho, uno de los mayores conjuntos acristalados del mundo, y bajo sus soportales se respira un auténtico hervidero de vida, entre cafeterías y restaurantes que miran al ir y venir de las embarcaciones del puerto. Las típicas galerías acristaladas de las avenidas A Mariña y Montoro tienen su origen en las antiguas viviendas de los pescadores, que al permitir el paso del sol formaban una cámara térmica que además protegía la fachada de la lluvia y unían visualmente el interior con el exterior. Siendo cálidas en invierno y frescas en verano. Las que hoy vemos tienen su origen en el siglo XIX y algunas tienen más de 25 metros de galería continua, mientras que otras están ornamentadas con vidrios policromados. 

El paseo marítimo

El de Coruña presume de ser el paseo marítimo más largo de Europa. En sus más de 13 km de longitud  tenemos un recorrido que nos lleva desde el Castillo de San Antón hasta Portiño, por lo que envuelve la ciudad como un hilo conductor con su carril bici, su carretera y su calzada peatonal. Es el lugar ideal para disfrutar del aire atlántico y del paisaje que se abre ante ti. Con él podrás unir muchos de los atractivos de la ciudad, como el puerto, el faro, los monumentos y las playas. Cinco arenales, como la playa del Orzán o la de Riazor, en las que relajarse, refrescarse o practicar deportes náuticos. 

El modernismo de Coruña

A finales del siglo XIX y principios del XX Coruña empezó a mostrar una cara muy diferente, la que combinaba el sobrio estilo ecléctico con la modernidad heredada del Art Nouveau llegado de Europa. Los edificios se cubrieron de lujosas fachadas de mano de la burguesía local, enriquecida con el comercio ultramarino, y en 1883 el ayuntamiento llevó a cabo la ampliación de la ciudad con el Ensanche, en lo que hoy son las actuales calles de Juana de Vega, Picavia, Feijoo, plaza de Lugo y plaza de Pontevedra, donde aparecieron lujosas viviendas que imitaban las de Viena, París y Berlín. El arquitecto cubano Ricardo Boán y Callejas y el arquitecto coruñés Antonio López Hernández trajeron el Modernismo a la ciudad en 1906 al incorporar ideas traídas de Austria, Suiza y Alemania, y hoy puedes ver buenos ejemplos de ello en la Casa Rey, la Casa Molina, el Kiosco Alfonso, el Diente de Oro, la Casa Salorio o en muchos otros edificios modernistas

Una ciudad para chuparse los dedos

Si eres amante del buen comer, estás en la ciudad indicada. En Coruña encontrarás un poco de todo, pero sobre todo manjares sacados del mar. Las frías aguas del Atlántico no fallan a la hora de llenar los platos de sabor, pero las carnes gallegas tampoco se quedan atrás.  Los productos más característicos los encontrarás en su marisco. Zamburiñas, centollas, mejillones, camarones, cigalas, santiagüiños, navajas, nécoras, bogavantes, vieiras, almejas, berberechos y, cómo no, percebes. Pero tampoco faltarán rodaballos, parrochas (sardinas), lubinas, lenguados, rapes o merluzas, así como el rey de las costas gallegas: el pulpo. Todo esto además de una gran variedad de empanadas, como la de raxo (lomo de cerdo) o las de bonito, zamburiñas, lacón, bacalao, xoubas o chicharrones, y de quesos, como el de tetilla o el de Arzúa-Ullóa. Siempre, cómo no, dejando un hueco para alguna que otra filloa.