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Es difícil ponerle una sola cara a Panamá. Para algunos, Panamá es un destino de playas. Para otros, un estrecho país atravesado por un enorme canal que conecta dos océanos. Y también para unos cuantos, un paraíso fiscal donde un puñado de rascacielos despunta en la ciudad más moderna de Centroamérica. Pero lo cierto es que, en cuanto te paras a observar sus encantos, puedes descubrir un país con una potente oferta turística capaz de cautivar a todo tipo de viajero.
Es un lugar de exuberante naturaleza, por lo que no podrás pasar por alto varios Parques Nacionales, archipiélagos paradisíacos bañados por aguas cristalinas, selvas tropicales y cayos poblados por palmeras. Un lugar de importante pasado colonial, imán para piratas y corsarios. Y también, cómo no, sede del atajo marítimo que ahorra miles y miles de millas náuticas a miles y miles de barcos cada año. Y todo, desde sus playas hasta sus ruinas, pasando por sus esclusas y sus fondos marinos, merece una visita.
El canal es una de esas visitas imprescindibles que hay que hacer en Panamá. Una obra de ingeniería que atraviesa el continente americano a lo largo de 80 km y que une los océanos Pacífico y Atlántico. Es tan llamativo que es todo un reclamo turístico, incluso existen centros de visitantes con plataformas de observación para que podamos ver el funcionamiento de sus esclusas y el descomunal tamaño de los cargueros que pasan por ellas. Si se quiere ir un paso más allá también se pueden hacer pequeñas travesías por él en barco o incluso en kayak.
A Ciudad de Panamá es mejor llegar sin tener una idea preconcebida, porque lo que encontrarás te la trastocará por completo. Es la ciudad más cosmopolita de Centroamérica y sus altos rascacielos contrastan con su bello centro histórico fundado por los españoles en 1673, donde encontrarás la cara más amable de la ciudad con sus calles adoquinadas y casas de estilo colonial. Merece la pena recorrer también la Cinta Costera, una enorme zona verde que alcanza los 7 km de longitud que va del centro al litoral, hecha para disfrutar a pie o en bicicleta y donde nunca cesa la actividad.
Lo que no todo el mundo sabe es que antes de que existiera Ciudad de Panamá hubo otra ciudad de Panamá, ahora conocida como Panamá la Vieja. Fue el primer asentamiento permanente europeo de la costa pacífica americana, se llamó Nuestra Señora de la Asunción de Panamá y fue fundada en 1519. En ella hubo importantes edificios civiles y religiosos, así como grandes casas nobiliarias, pero dada su ubicación estratégica y su importancia comercial era claro objetivo de los piratas. Tanto que el pirata británico Henry Morgan asedió la ciudad del 28 de enero al 24 de febrero de 1671, y los propios españoles destruyeron la ciudad al volar los depósitos de explosivos. La nueva ciudad se construyó en el ya mencionado casco antiguo de Ciudad de Panamá, y Panamá la Vieja es hoy un enclave arqueológico donde aún aguanta en pie la torre de la catedral, parte del convento de la Concepción y otras construcciones.
El Parque Nacional Soberanía es una buena opción si no disponemos de mucho tiempo pero no queremos dejar de adentrarnos en la selva, pues se encuentra a tan solo media hora de Ciudad de Panamá. Ocupa las riberas del canal desde Limón, en el lago Gatún, hasta Paraíso, y es un excelente lugar para disfrutar de la observación de aves ya que se han contabilizado más de 500 especies. Si recorremos a pie algunas de sus sendas también es fácil encontrar perezosos, osos hormigueros y diferentes monos, como aulladores o carablanca. Para disfrutar de unas vistas privilegiadas puede ser interesante visitar al Panama Rainforest Discovery Center y subir a su torre de 32 metros de altura para contemplar el bosque tropical sobre la copa de los árboles.
El archipiélago de Bocas del Toro, ya casi en la frontera con Costa Rica, es el destino de playa por excelencia en Panamá. Aquí encontrarás cayos y arrecifes de coral, playas de arena blanca, aguas transparentes y palmeras, muchas palmeras. Bocas Town es su capital, un pueblo lleno de vida y colores caribeños, que recibe por igual a mochileros y viajeros pudientes que se dirigen a sus cabañas de lujo en medio de la selva. Hay playas de sobra para elegir, pero Zapatilla, Red Frog, Estrella, Bluff o la del Drago son las más llamativas. Bocas del Toro es además un buen destino para los amantes del buceo.
En Panamá también hay montaña. El pueblo de Boquete está a unos 1.200 metros de altitud y es la capital panameña de los deportes de aventura, aunque curiosamente también el lugar de descanso de numerosos expatriados y jubilados estadounidenses. Si buscas senderismo en un clima fresco, hacer rafting en aguas bravas, atravesar tirolinas en medio del bosque o incluso escalar, este es tu lugar. Uno de los recorridos más famosos es el Camino de los Quetzales, donde con (mucha) suerte podrás ver este llamativo pájaro. Además, Boquete es tierra de café, por lo que siempre puede ser interesante visitar algún cafetal donde conocer el proceso de elaboración que va desde la planta hasta la taza.
Los que buscan emociones fuertes no deben quitarle ojo al volcán Barú, muy cerca de Boquete. Con sus 3.474 metros de altura es el punto más elevado de Panamá y se levanta majestuoso en las tierras altas de Chiriquí. Subir hasta su cumbre es uno de los mayores retos que encontrarás en este viaje pues el plan perfecto implica comenzar a subir antes del amanecer, superar sus empinadas y embarradas pendientes, y tener mucha suerte para que cuando llegues arriba el cielo esté despejado y puedas ver, al mismo tiempo, tanto el Océano Atlántico como el Pacífico. Si lo consigues, el esfuerzo habrá valido de sobra la pena.
Santa Catalina, en la costa pacífica, es uno de los mejores lugares de toda Centroamérica para la práctica del surf. Un pueblo de pescadores tranquilo, que atrae a surferos de todo el mundo, y donde el turismo aún se lo toma con calma. Santa Catalina es además el punto de origen si queremos visitar el espectacular Parque Nacional Coiba, donde su archipiélago es considerado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La isla Coiba está emparentada geológicamente con la isla del Coco de Costa Rica y las Galápagos de Ecuador, por lo que es uno de los mejores puntos de submarinismo del Pacífico. Pero aunque no bucees merece la pena acercarse a visitar sus islas porque parecen sacadas del mismísimo paraíso.
Guna Yala, antes conocido como el archipiélago de San Blas, es un conjunto de 365 islas, pequeñas todas ellas, hogar de los indígenas Guna. Solo unas pocas están habitadas y muchas de ellas son de auténtica postal, por lo que es un importante destino turístico en Panamá. Pequeños islotes con cabañas de bambú rodeados de aguas turquesas en los que, quieras o no, te olvidarás de todo lo demás, pues salvo hacer snorkel, visitar otras islas o beberse un coco a la sombra de las palmeras, no hay mucho más que hacer. La autonomía conseguida por los indígenas Guna les permite autogestionar sus islas y su turismo y te alojarás en pequeñas cabañas que llevan sus familias.
Y terminamos con una sugerencia diferente. Portobelo, que viene del “¡Qué puerto tan bello!” que exclamó Cristobal Colón al verlo, fue un puerto estratégico y fundamental para el transporte del oro y la plata que se mandaba desde aquí hasta el Viejo Continente. Eso hizo que llamase poderosamente la atención de corsarios y piratas como Henry Morgan y Francis Drake, quien precisamente murió aquí en 1596. Portobelo contó por tanto con una importante arquitectura defensiva de la que aún hoy se conservan algunos restos, como los fuertes españoles Patrimonio de la Humanidad o el edificio de la Aduana, de 1630, que hoy hace de museo de este puerto tan bello.
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