Una escapada a Frías, la ciudad más pequeña de España

Roberto Ruiz

17 de julio de 2022 21:36 h

En plena comarca de Las Merindades, a una hora en coche de la ciudad de Burgos y encaramada en una roca, Frías vigila el Ebro desde las alturas de una atalaya. Ya desde lejos su silueta nos avisa de que sus calles nos van a transportar al Medievo, con un castillo que resiste el paso de los siglos agarrado a la roca y un pequeño casco antiguo que muy merecidamente es considerado Conjunto Histórico Artístico. 

Con sus menos de 300 habitantes, Frías puede presumir de ser la ciudad más pequeña de España. En 1435 Juan II de Castilla le otorgó el título de ciudad con el fin de intercambiarla por Peñafiel, y su importancia histórica, su ubicación estratégica y su respetuoso estado de conservación hacen que hoy sus calles empedradas, sus casas colgadas, su muralla y lo que queda de su castillo den forma a uno de los municipios más pintorescos, más bonitos y más llamativos de la provincia de Burgos. Por lo que si quieres escaparte a conocer un miembro de la asociación de Los Pueblos más Bonitos de España, Frías no te decepcionará. 

Una ciudad encaramada en la roca

La llegada a Frías es tan abrumadora que uno no sabe por dónde empezar. Quizá, un buen comienzo lo podemos encontrar precisamente a las afueras, en el puente medieval que supera el río Ebro. Su origen lo encontramos en un anterior puente romano y fue reconstruido varias veces durante la Edad Media, cuando además se le añadió una torre defensiva de planta pentagonal, por lo que estamos ante un puente fortificado. Consta ni más ni menos que de nueve arcos, mide 143 metros de largo y fue de vital importancia para el comercio entre la meseta peninsular y la costa cantábrica.

Conforme nos acerquemos a Frías sin duda el elemento que más llamará nuestra atención será su castillo, pues asoma en lo alto por encima del resto de la ciudad. Tiene sus orígenes en el siglo X, es conocido tanto como Castillo de los Duques de Frías como Castillo de los Velasco y su ubicación estratégica le hace aguantar el equilibrio sobre un peñón. Deja ver un prominente muro almenado con numerosas saeteras, el patio de armas y la torre del homenaje, a la que se debe subir para conseguir una de las mejores vistas del casco antiguo de la ciudad. Sin duda merece la pena recorrerlo de punta a punta y sin prisas, porque su llamativo estado de conservación hace que sea uno de los monumentos más característicos de Frías

En el otro extremo de la ciudad, pero cerca igualmente, se encuentra la iglesia de San Vicente junto al cortado rocoso. Tuvo un origen románico, pero de aquello ya queda poco. Se caracteriza por una mezcla de estilos muy diversos, sobre los que destaca el barroco, y es que tras desplomarse su torre original en 1906 hubo que levantar una nueva. En su interior verás una  amplia colección de imaginería religiosa del siglo XVII, sillería barroca y un órgano. Como curiosidad, su pórtico románico fue vendido al Museo de Claustros de Nueva York.

Otro de esos elementos que hacen que Frías se identifique fácilmente desde lejos cuando nos acercamos desde su lado sur son sus casas colgadas. ¿Pensabas que solo las había en Cuenca? Pues no, aquí también hay un buen número de casas hechas tan al límite del precipicio que parecen formar parte de él. Concretamente, la roca sobre la que se levantan es conocida como La Muela, y son un buen ejemplo de cómo la arquitectura se tuvo que adaptar a la falta de terreno de la parte alta de la ciudad, pues están hechas tanto hacia arriba como hacia abajo excavando en la roca de toba. 

A estas alturas ya habrás visto que Frías es un recinto amurallado y se estima que la construcción de su muralla es inmediatamente posterior a la del castillo, pues sus orígenes son de principios del siglo XIII. Como buena muralla, sus puertas jugaron un papel fundamental y hoy aún podemos ver algunas en pie. La Puerta de Medina es la más cercana al castillo, la Puerta del Postigo está cerca de la iglesia de San Vicente, y aunque originariamente era una pequeña portezuela por donde se salía a hacer salidas nocturnas, una reconstrucción de 1997 se inspiró en la de Medina. Mientras que por su lado, la Puerta de la Cadena era la entrada principal a la ciudad.

Y por supuesto, no dejes de recorrer sus calles saliéndote de la ruta establecida. Es decir: improvisa. Busca callejuelas, rincones, placitas… Veras que las cuestas, las fachadas y las piedras del pavimento te trasladan a otra época. La calle del Mercado es una de sus arterias principales, donde mayor oferta comercial y gastronómica encontrarás, y subiendo por ella llegarás hasta la Plaza del Ayuntamiento. Junto al castillo, por cierto, se sitúa la Oficina de Turismo, y ahí mismo podrás adquirir la entrada que te da acceso a la fortaleza a un precio de 2€.

Tobera, a solo 5 km de Frías

En realidad, en los alrededores de Frías encontrarás bastantes lugares que puede ser interesante visitar, como el Parque Natural de Montes Obarenes-San Zadornil o el Valle de Tobalina, pero hay uno especialmente cercano que no deberías pasar por alto: Tobera. Es uno de los parajes de mayor belleza de la comarca y aquí, en un bosque de quejigos, el río Molinar forma bonitas cascadas junto a un diminuto pueblo que en 1489 pasó a ser barrio de Frías. Dos pequeños templos cristianos destacan junto al río y al puente que lo cruza: la ermita románica de Santa María de la Hoz del siglo XIII, por un lado, y la del Cristo de los Remedios, de menor tamaño y del siglo XVII, por otro. Existe incluso una ruta de senderismo circular entre Frías y Tobera que a lo largo de 10 km te permitirá disfrutar de paisajes de postal y de algunas de las mejores vistas de la ciudad más pequeña de España.