Formentera gastro: sabores baleares marcados por la tradición

El peix sec en pleno proceso de secado.

Roberto Ruiz

La gastronomía de las Islas Baleares se caracteriza por tener unos sabores muy bien definidos, casi únicos, y Formentera es un excelente ejemplo de ello. Una cocina tradicional basada en los productos autóctonos, estrechamente vinculada al mar y aderezada con la agricultura de secano. Por lo que un viaje a esta pequeña isla balear, además de cautivarnos con sus ​​playas salvajes de aguas cristalinas, sus coloridas puestas de sol, sus faros y sus acantilados, también puede convertirse en toda una experiencia para el paladar. 

En Baleares cada isla defiende orgullosa su gastronomía, una cocina que tradicionalmente se ha visto marcada por el aislamiento del archipiélago y por unas raíces que se sumergen en el mediterráneo, por el aprovechamiento de sus productos y por los matices de sus brisas saladas. Y todo eso lo podremos saborear si visitamos la isla de Formentera.

Una cocina tradicional con productos autóctonos

Cuando pones los pies en Formentera pronto descubres que la gastronomía influye incluso en su paisaje. Una de las imágenes que sin duda más nos llamará la atención en la isla es la de las tiras de pescado colgando de ramas de sabina para su secado. Así nace el peix sec (pescado seco), un ingrediente fundamental en Formentera y sin el que la ensalada payesa, el plato más típico de la isla, no sería posible. El peix sec es una explosión de sabor y está considerado uno de los secretos mejor guardados de Formentera. Se obtiene a partir de pescados cartilaginosos, como la raya, la musola o el cazón, que tras pasar un tiempo bajo sal gorda son colgados en las ramas de las sabinas, bajo el sol y expuestos a la brisa del mar, para después ser tostados, desmigados y conservados en botes de cristal con aceite de oliva. Así se consigue uno de los manjares más característicos de la isla. 

Si hablamos de productos tradicionales y de proximidad no podemos pasar por alto la miel, de romero o tomillo, así como los higos secos, el pan bescuit de largo horneado, que es ingrediente básico en la ensalada payesa, o incluso la sal líquida, de especial calidad gracias a la pureza del agua de las costas formenteranas, hogar de la posidonia oceánica. 

Una vez sentados a la mesa, Formentera nos pondrá por delante platos transmitidos de generación en generación, como el frit de polp (frito de pulpo), el sofrit pagès (con carne y patatas), los calamars a la bruta (en su tinta) o el bullit de peix (un guiso de pescado y patatas). Cuando llegue el momento de los dulces entrarán en escena la greixonera (pudin de ensaimada), las orelletes (dulce anisado) o el flaó (pastel de queso fresco con hierbabuena). Y para rematar, un licor de hierbas con el que saborear las plantas aromáticas de la isla, como el tomillo. 

Una isla de vinos

Si pensamos que la isla tiene apenas 84 km² de superficie, sin duda sorprende que Formentera sea también tierra de viñedos. No es necesario salir de sus costas para encontrar buenos vinos, pues un par de bodegas se encargan de dar forma a los caldos necesarios con los que acompañar su gastronomía de proximidad. 

Una de ellas es la bodega Cap de Barbaria, a escasos kilómetros de Sant Frances. Fue fundada en 2000 y ha centrado su esfuerzo en cuatro variedades de uva: Cabernet Sauvignon, Merlot, Monastrell y Fogoneu, una variedad muy típica de Baleares. En ella se producen dos vinos: el Cap de Barbaria, con el Cabernet y el Merlot criados en barricas de roble francés y las de Monastrell y Fogoneu en roble americano; y el Ophiusa, con menor tiempo de crianza en roble francés. La bodega ofrece visitas para catar sus vinos.

Y otra es la bodega Terramoll, también del año 2000 y situada en la parte opuesta de la isla. Cuenta con 12 hectáreas propias dedicadas a las variedades Monastrell, Merlot, Cabernet Sauvignon, Syrah, Viognier, Malvasía, Garnacha blanca y Moscatel de grado menudo, además de otras dos hectáreas en alquiler de viñas viejas de Monastrell. Apuesta por una agricultura ecológica sin productos químicos en el suelo de secano, ni herbicidas, ni abonos minerales, y vinifica cada variedad por separado usando roble francés para los tintos. Terramoll elabora seis vinos: dos tintos, Es Monestir y Es Virot; tres blancos, Savina, Lliri Blanc y Es Vermut; y un rosado, Rosa de Mar. La bodega ofrece visitas enoturísticas de mayo a septiembre. 

Formentera slow food’, dónde comprar el producto local

Si visitas la isla y, además de disfrutar de sus restaurantes, quieres adquirir los productos locales, Turismo de Formentera ha puesto en marcha la iniciativa ‘Formentera slow food’ para que sepas dónde puedes adquirir los ingredientes básicos de su gastronomía. En este mapa, o en este enlace, tienes ubicados lugares de interés para adquirir productos de la huerta, de las granjas, del mar, de las viñas o de los olivos, sin que falte por supuesto su famoso peix sec.

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