Kioto: 10 lugares imprescindibles para descubrir la antigua capital de Japón
Todo viaje por Japón debería incluir una parada en Kioto. Aunque ya la conozcas. Porque tiene tanto que ofrecer que, aunque repitas, siempre tendrá algo nuevo con lo que sorprenderte. Kioto es una ciudad auténtica, con una historia apasionante a sus espaldas y con el honor de haber sido capital de Japón entre los años 794 y 1868, cuando acogió la sede de la Corte Imperial. Y aunque es una gran y extensa ciudad, el ambiente tradicional de muchos de sus barrios poco tiene que ver con el que el que se respira en la trepidante Tokio.
Aunque haya mucho que hacer, Kioto tiene unos cuantos atractivos imprescindibles que no deberían faltar en tu lista si la visitas por primera vez. Vas a ver que es capaz de entremezclar cultura y modernidad entre casas tradicionales, calles en las que sigue habiendo geishas y un sinfín de templos que salpican la ciudad entre jardines, parques y grandes palacios. Sus numerosos encantos pueden llegar a ser abrumadores, pero para que sepas qué no deberías pasar por alto cuando tengas la oportunidad de poner en ella tus pies, esta lista de 10 lugares imprescindibles te será de gran ayuda para saber por dónde empezar.
El Templo Kinkaku-ji o Pabellón Dorado
El templo Kinkaku-ji también es conocido como el Pabellón Dorado, y es fácil adivinar por qué. Fue construido en 1397 aunque lo que vemos hoy es una reconstrucción de 1955, ya que fue incendiado por un fanático monje budista en 1950. Tiene la particularidad de estar recubierto por láminas de pan de oro y aunque su interior no se pueda visitar, los jardines y el lago que lo acompañan hacen que sea una de las postales más reconocibles de Kioto. Suele estar bastante concurrido, por lo que es recomendable visitarlo a primera hora.
El bosque de bambú Arashiyama
Cuando quieras descansar un poco de los templos, el bosque de bambú de Arashiyama es un magnífico plan. Se encuentra en la parte occidental de la ciudad y el camino atravesando el bambú, aunque se hace breve, tiene algo de mágico. Será su color, su luz o el sonido de los troncos golpeando unos con otros, pero es sin lugar a dudas uno de los lugares más fotogénicos de todo Kioto. Pero claro, eso mismo hace que la afluencia de turistas sea alta, muy alta, por lo que es altamente recomendable visitarlo a primera hora de la mañana, o si no la imagen que te lleves de él puede ser algo decepcionante.
El barrio de Gion
Si queremos conocer el Kioto del pasado, Gion es el barrio al que tendremos que ir. Al pasar por sus calles irás dejando a tu lado residencias tradicionales, bonitas casas de té, restaurantes de comida típica y viejos templos y santuarios. Mucha gente conoce esta zona de la ciudad como ‘el distrito del ocio’, y es de los pocos sitios en los que podrás cruzarte con una geisha o una maiko. Si esto sucede, recuerda ser escrupulosamente respetuoso. El barrio de Higashiyama también es una buena opción para trasladarse al Kioto de otra época.
El Templo Kiyomizu-dera
Es uno de los templos más famosos de Kioto, tanto por su belleza como por las vistas que nos ofrece de la ciudad. Hace de enorme balcón de madera en lo alto de una pequeña montaña y, literalmente, es ‘el templo del agua pura’, un nombre que le debe a la cercana cascada de Otowa. Se construyó en el año 798 pero los edificios actuales fueron reconstruidos en 1633, ya que los incendios han causado estragos a lo largo de su historia. El camino que sube hasta él y los jardines que lo rodean son también aparte de su encanto.
Nara, con sus templos y sus ciervos
Nara no está en Kioto pero no tardarás más de 45 minutos en tren. Aquí te espera un gran y bonito bosque habitado por más de mil ciervos, animales considerados mensajeros de los dioses por el sintoísmo, por lo que están protegidos. Su presencia será un buen entretenimiento mientras visitas algunos de sus templos más importantes, como el Todaji, famoso por su estatua del Gran Buda y por la gran puerta Nandai-mon, y que presume de tener el edificio de madera más grande del mundo.
El Templo Ginkaku-ji o Pabellón de Plata
El templo Ginkaku-ji es uno de los rincones más bonitos de Kioto. Quiso ser como el Kinkaku-ji, o Pabellón de Oro, pero se tuvo que conformar con ser el Pabellón de Plata, aunque en realidad no verás nada de plata sobre él. El templo en sí es bonito, sencillo pero armonioso, aunque lo que de verdad llama la atención es su entorno y sus preciosos jardines japoneses. Por ejemplo, el jardín seco de arena blanca, con un enorme cono de arena, y el jardín de musgo, rodeado de riachuelos y de intenso color verde. Desde aquí se puede comenzar directamente el Paseo de la Filosofía.
El Santuario de Fushimi Inari Taisha
Aunque se encuentra a las afueras de la ciudad, visitar el Santuario de Fushimi Inari Taisha más que imprescindible se podría considerar obligatorio. Es uno de los lugares más espectaculares que verás en tu viaje, y no solo de Kioto, sino de todo Japón. Este llamativo santuario sintoísta está consagrado a Inari, la deidad de las buenas cosechas y el éxito en los negocios. Dicen que fue fundado en el año 711 y el camino que lleva a lo alto de su monte, de casi 4 km de largo y con 1.200 escalones, atraviesa más de 10.000 puertas torii de color naranja, todas ellas donadas por particulares y también empresas, dada la naturaleza de Inari.
El Paseo de la Filosofía
El Paseo de la Filosofía es un buen lugar para relajarse tras un día ajetreado en la ciudad. Sobre todo si visitas Kioto durante la floración de los cerezos en primavera, el sakura es uno de los mejores momentos para viajar a Japón y en esta calle se disfruta especialmente del hanami, el acto de observar las flores. El paseo tiene un par de kilómetros y va siguiendo un canal de agua, y a nuestro paso iremos encontrando tiendas de artesanía, cafeterías, galerías de arte,restaurantes y muchos templos y santuarios. Si lo completamos llegaremos hasta el templo Eikando.
El Templo Ryoan-ji y su jardín zen
Se trata de un templo budista zen y, además del propio templo, aquí lo más llamativo es su jardín seco. Este jardín zen de forma rectangular está formado por una superficie de arena rastrillada y un total de 15 rocas, estratégicamente colocadas. En uno de sus laterales hay una zona de observación y su particularidad es que desde ningún punto seremos capaces de ver las 15 rocas sin necesidad de movernos, ya que siempre habrá alguna roca que quede tapada por otra. Sentarse a mirar unas rocas parece una actividad un poco rara, pero quienes entienden de esto aseguran que es relajante y metafísico.
El Castillo Nijo
Un buen ejemplo para conocer los castillos palaciegos del periodo Edo. Fue construido en 1603 y su principal atractivo, además de los edificios de madera en sí, son sus salas cubiertas de tatami con puertas correderas de estilo japonés. Además, llama poderosamente la atención el crujir de la madera a cada paso, algo llevado a cabo a conciencia para alertar de la incursión de visitantes no deseados. Y por cierto, el Castillo Nijo es uno de los 17 Monumentos Históricos de la Antigua Kioto que en 1994 fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO junto a Kiyomizu-dera, Kinkaku-ji o Ginkaku-ji, por citar algunas de las visitas imprescindibles que te hemos recomendado.