Abandonados pero no olvidados: nueve lugares en ruinas y con historia que descubrir en España

Belchite (Zaragoza).

Roberto Ruiz

16 de marzo de 2024 23:11 h

Numerosos edificios, monumentos e incluso pueblos enteros resisten el paso del tiempo abandonados y repartidos por la geografía española. Algunos fueron víctimas de la guerra, otros de decisiones políticas y varios de bancarrotas o falta de utilidad. Pero todos, de un modo u otro, nos hablan en silencio de un pasado de esplendor del que no se quieren desprender.

Lugares abandonados que llamen nuestra atención hay muchos. Estos son sin duda algunos de los más espectaculares. Pero junto a ellos tampoco habría que pasar por alto enclaves menos conocidos como el Cortijo del Fraile, en Almería; el Preventorio de Aguas de Busot, en Alicante; la Casa Torre de Calderón de la Barca, en Cantabria, o Corbera d’Ebre, en Tarragona. Algunos están olvidados, otros se intentan recuperar, varios se pueden visitar y unos pocos, como verás, tienen prohibida la entrada. 

Belchite (Zaragoza)

Belchite es sin duda el pueblo abandonado más popular de España. Se encuentra a unos 50 km de Zaragoza y es un excelente ejemplo de la brutalidad de la Guerra Civil. El pueblo fue bombardeado y destruido pero, en vez de reconstruirlo, el régimen franquista decidió crear uno nuevo, de modo que hoy conviven Belchite Nuevo y Belchite Viejo. Lo que vemos ahora son las ruinas de la Batalla de Belchite, que tuvo lugar entre agosto y septiembre de 1937.

Actualmente, Belchite se puede conocer realizando las visitas guiadas que ofrece su oficina de turismo todos los días, tanto en horario de mañana y tarde como de noche los jueves, viernes y sábados. Lo que queda de él ha servido de escenario en múltiples películas, anuncios y documentales.

Turruncún (La Rioja)

Más allá de su iglesia y su escuela, poco más queda en pie en Turruncún. Su emplazamiento en plena sierra hace que sea uno de los pueblos abandonados más bonitos de España, donde la frondosidad natural del paraje cubre parte de sus ruinas. A comienzos del siglo XX Turruncún llegó a tener unos 300 habitantes, las minas de carbón de la zona eran su motor económico y social, pero cuando fueron clausuradas el pueblo comenzó a decaer hasta desaparecer por completo su población.

En 1975 Turruncún fue anexionado al municipio de Arnedo, se encuentra en plena Ruta de los Dinosaurios de La Rioja y a menos de una hora en coche desde Logroño.

Escó (Zaragoza)

Aunque pertenece a Aragón, Escó se encuentra mucho más cerca de Pamplona que de la capital maña. Este pueblo abandonado se ubica junto al embalse de Yesa, uno de los principales responsables de su despoblación. Su construcción hizo que gran parte del pueblo fuera expropiado y con él el pueblo comenzó su declive. Aunque no quedó sumergido, las aguas anegaron sus campos de cultivo.

El pasado de Escó se remonta hasta la Edad del Bronce, aunque también se han hallado allí restos romanos y medievales. Y a pesar de que hoy en día las construcciones mejor conservadas son la iglesia románica de San Miguel y la ermita de Nuestra Señora de las Viñas, sus ruinas desde lo alto invitan a recorrer el silencio de sus calles.

Granadilla (Cáceres)

Llegamos a otro pueblo cuya historia está estrechamente ligada a la construcción de un embalse. El 24 de junio de 1955, el régimen franquista acordó la expropiación de Granadilla y gran parte de su término municipal para la construcción del embalse de Gabriel y Galán, por lo que más que abandonada, en realidad Granadilla fue desalojada al ser declarada zona inundable.

Granadilla está considerada Conjunto Histórico-Artístico, está completamente rodeada por una muralla medieval y su castillo del siglo XV es uno de sus principales atractivos. Pertenece al Programa Interministerial de Recuperación y Utilización Educativa de Pueblos Abandonados y permite visitas gratuitas.

Fábrica de armas de Orbaizeta (Navarra)

Estamos en Irati, en Navarra, para conocer la Real Fábrica de Armas y Municiones de Orbaizeta. O al menos, lo que queda de ella. La zona era perfecta: riqueza maderera de los bosques, minas de hierro cercanas y abundantes cursos de agua. Con los recursos garantizados, la factoría se levantó entre 1784 y 1808, y se convirtió en prácticamente una población, en la que vivían unos 150 trabajadores y sus familias.

Hoy la podemos visitar de forma libre, siguiendo diferentes paneles informativos para así adentrarnos en sus ruinas y ver cómo los molinos movidos por el agua animaban los fuelles que alimentaban los hornos que fundían el metal. La munición, que podemos imaginar cómo era formada en moldes, era destinada sobre todo a colonias de ultramar. La fábrica llegó a tener una producción de unas 3.600 bombas anuales. En 1884, tras un incendio, se aceleró su abandono.

La Colonia de Santa Eulalia (Alicante)

A unos 40 minutos en coche de Alicante se encuentra la Colonia de Santa Eulalia. Fue construida según los cánones del socialismo utópico aplicado en Cataluña con el fin de crear una comunidad industrial autosuficiente organizada, equitativa y democráticamente. Tuvo un poco de todo: teatro, economato, casino, fábrica de harinas, fábrica de alcohol, administración de correos, estación de ferrocarril, jardines, almacenes, escuela y un palacio de los condes fundadores.

Desde su construcción y hasta aproximadamente 1925 la colonia tuvo una gran importancia económica, pero desde esa fecha comenzó a decaer, se cerraron industrias y la Guerra Civil aceleró el proceso de abandono convirtiéndolo en un auténtico pueblo fantasma.

El Fuerte de San Cristóbal (Navarra)

A las afueras de Pamplona —como quien dice—, se encuentra el espectacular Fuerte de Alfonso XII o de San Cristóbal. Está inmerso en el monte Ezkaba, fue construido en el siglo XIX para defender la capital del Reyno tras la última Guerra Carlista y sirvió de prisión militar entre 1934 y 1945. Su historia está marcada por haber protagonizado la mayor fuga conocida en España, pues en mayo de 1938, en plena Guerra Civil y cuando albergaba casi 2.500 presos en su mayoría republicanos, casi 800 huyeron con intención de escapar a Francia. Más de 200 murieron y casi 600 fueron capturados. En 1987 el ejército abandonó el fuerte y dejó un pequeño retén de vigilancia hasta 1991.

Actualmente el Fuerte de San Cristóbal pertenece al Ministerio de Defensa y aunque está cerrado al público desde 2001 es considerado Bien de Interés Cultural, por lo que podemos ponernos en contacto con el Gobierno Militar de Pamplona si estamos interesados en visitarlo.

El Monasterio de Santa María de Rioseco (Burgos)

El de Santa María de Rioseco es un antiguo monasterio cisterciense levantado en el siglo XIII. Llegó a alcanzar una gran importancia en la comarca pero en 1835 la ley desamortizadora de Mendizábal lo hizo pasar a manos privadas, y aunque la iglesia y la sala capitular se cedieron al arzobispado de Burgos, el resto del complejo quedó abandonado a su suerte y encaminado a la ruina.

En 2010 surgió el colectivo Salvemos Rioseco con el objetivo de salvar el monasterio y convertirlo en referente sociocultural de las Merindades. Gracias a diversas acciones de voluntariado el monasterio ha frenado su proceso de deterioro y poco a poco se va recomponiendo. Es Bien de Interés Cultural y se puede visitar. Algo parecido encontramos en el también burgalés Monasterio de San Pedro de Arlanza.

El Palacio de los Gosálvez (Cuenca)

En el término municipal de Casas de Benítez, en la provincia de Cuenca, se encuentra abandonado el Palacio de los Gonsálvez. Fue edificado a comienzos del siglo XX y llama la atención por su estilo francés versallesco, algo sin precedentes en Castilla-La Mancha. En él no faltó el lujo ni unos hermosos jardines, pero tras la Guerra Civil la familia Gonsálvez perdió su fortuna. Antes de ser abandonado en los años 60 fue una maternidad y un albergue de niños desplazados.

Desde que fue abandonado el palacio ha sufrido saqueos y vandalismo. Su estado actual es de ruina y el acceso está terminantemente prohibido, pero la asociación de Amigos del Palacio de los Gonsálvez lucha y trabaja para devolverle su dignidad.

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