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Matera no es una ciudad bonita y ya. De esas hay muchas en Italia. Es preciosa, eso sin duda, pero cuando la pisamos, ponemos los pies en una de las ciudades más antiguas del mundo, un lugar que lleva habitado más de 9.000 años y en el que no es difícil perderse entre cuevas, iglesias y monasterios. Un enrevesado laberinto rocoso que nos hace viajar en el tiempo hasta la mismísima prehistoria.
En el sur de Italia, a una hora de Bari, Matera estuvo al borde de la ruina. En los años 50 era considerada la vergogna nazionale (vergüenza nacional) por su pobreza e insalubridad, un lugar donde no había instalaciones eléctricas ni saneamientos y donde los humanos convivían con sus animales en cuevas. En definitiva, un perfecto caldo de cultivo para enfermedades, malnutrición y epidemias.
Pero todo cambió cuando los sassi (piedras) de Matera fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1993. Había demostrado que en sus cuevas los modos de vida prehistóricos habían resistido hasta los tiempos modernos y, gracias a esa inscripción, la ciudad vivió una restauración que la ha llevado incluso a ser Capital Europea de la Cultura en 2019.
Todo empezó en la roca caliza de Matera. Horadada por el humano desde hace milenios, en ella se han creado viviendas, primero, e incluso iglesias, después. La roca blanda facilitaba las cosas y las cuevas se fueron sucediendo, creando un entramado de agujeros en la montaña donde se hacían casas completas, con cuadras y almacenes de cosechas incluidos. Visitar una de estas viviendas se vuelve imprescindible para conocer la verdadera esencia de Matera, y la Casagrotta di Vico Solitario puede ser un buen ejemplo, una cueva que fue habitada hasta 1957 y que cuenta su historia con orgullo. Pero si quieres ir un paso más allá, hay hasta cuevas convertidas en hoteles y restaurantes, para vivir la experiencia completa.
La religión siempre ha tenido un gran peso en Matera y algunas de estas cuevas se emplearon para crear iglesias y capillas. Muchos de estos templos rupestres fueron ricamente decorados con frescos por monjes bizantinos y hoy son un excelente ejemplo del arte cavernícola desarrollado en los sassi. De entre todas las iglesias hay varias que destacan por su importancia, como la de Santa Maria di Idris, que se conecta bajo la roca con la de San Giovanni in Monterrone, u otras como la de Santa Lucia alle Malve, la primera fundada por monjas benedictinas en el siglo VIII, o la de San Pietro Barisano, que es la mayor iglesia rupestre de la ciudad.
Pero Matera tiene otra cara no subterránea, la de la ciudad que nació y creció posteriormente en la superficie. La responsable, en definitiva, de la silueta que dibujan sus casas y sus torres sobre la montaña. Para conocerla subiremos y bajaremos cuestas constantemente, pasaremos por callejones imposibles y, como decíamos, nos perderemos sin remedio. Pero a cambio podremos pasar por otros tantos lugares de interés que tampoco deberíamos pasar por alto.
Podemos empezar por el Duomo, la Catedral de Matera. Será lo primero que veas desde lejos, porque se encuentra en el punto más alto de la ciudad y además su campanario se eleva 52 metros más. La distinguirás fácilmente por la forma piramidal que remata su torre. Luego está el Museo Nacional de Arte Medieval y Moderno de Basilicata, que aun sin entrar ya llama la atención por encontrarse en el Palazzo Lanfranchi, un imponente palacio construido entre 1668 y 1672 de aire señorial. Después, bajo la Piazza Vittorio se encuentra el Palombaro, una enorme cisterna en la que se recogía agua hasta el siglo pasado. Y antes de irnos del centro histórico de la ciudad, es interesante acercarse a conocer el Castello di Tramontano, que se comenzó a construir a principios del siglo XIV y que hoy acoge diversos eventos culturales.
Matera es de color marrón piedra, pero también puede ser muy verde. Una vez que nos hemos perdido, nos hemos encontrado, nos hemos vuelto a perder y nos hemos vuelto a encontrar, puede ser buen momento para salir de la ciudad e ir un poco más allá. Entre los municipios de Matera y Montescaglioso se abre el Parque Arqueológico Histórico Natural de la Murgia y de las Iglesias Rupestres del Materano. Una extensión de 8.000 hectáreas donde la naturaleza muestra su poder entre profundos cañones y precipicios vertiginosos. Un lugar donde el ser humano también ha dejado su huella en la roca desde la prehistoria hasta nuestros días y que también merece la pena ser visitado.
De hecho, entre todos los asentamientos, aquí es donde se encuentran los restos más antiguos, pues la conocida como Grotta dei Pipistrelli (Gruta de los Murciélagos) ha sido habitada por humanos desde el Paleolítico Superior. Y no faltan iglesias, en total hay 150 repartidas por todo el parque arqueológico y entre ellas se halla una de las más hermosas de todo Matera, la Cripta del Pecado Original, conocida como La Capilla Sixtina del arte rupestre por sus elaborados frescos. Fuera, el silencio y la tranquilidad acompañan a un escenario natural donde flora y fauna campan a sus anchas. Abajo, las colinas se mantienen llenas de huecos y oquedades, y arriba, los miradores ofrecen algunas de las mejores panorámicas que se pueden obtener de esta ciudad cavernícola del pintoresco sur italiano.
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