Paraty, el encanto colonial de Brasil
Paraty no tiene nada que ver con otras ciudades de Brasil, sobre todo si llegas a ella desde dos enormes moles como son São Paulo y Río de Janeiro. Paraty es distinta, fue un importante puerto colonial portugués y su estado de conservación es envidiable, tanto que si consigues pasear en solitario por sus calles empedradas te puedes sentir trasladado varios siglos atrás.
Situada a 270 km de São Paulo y a otros 250 de Río de Janeiro, esta ciudad que tuvo sus inicios a mediados del siglo XVI ha visto pasar de todo por sus calles. Los indios Tamoios se enfrentaron en esa fecha con los portugueses que se establecieron allí atraídos por el oro de sus montañas, pero pronto la ciudad creció para convertirse en uno de los dos puertos más importantes de Brasil, con grandes casonas y numerosas iglesias.
Como en las películas de piratas, Paraty fue una ciudad de ron y cofres de oro, incluso tiene su fortaleza defensiva con sus cañones apuntando al mar. Como suele pasar, el comercio acabó y la ciudad quedó congelada en el tiempo. Hoy, la belleza de sus casas y las aguas cristalinas de su bahía hacen que se haya convertido en posiblemente el reclamo turístico con más encanto de Brasil.
Una ciudad para ser paseada
Paraty parece anclada en el tiempo y aunque sus comercios y restaurantes se han transformado para recibir al turismo no puede disimular lo que fue. Una ciudad conocida por su exuberante vegetación y sus playas de ensueño, el ritmo tranquilo que se respira en cada esquina, con calles de piedra y casas blancas con grandes puertas y ventanas de colores que invitan a pasear entre ellas cámara en mano.
Casi tan importante como el oro lo fue la caña de azúcar y Paraty se convirtió en un importante productor de aguardiente de caña de azúcar de gran calidad, la cachaça. No hay paseo que se precie por la ciudad si no se incluye la visita a una de sus destilerías y se degusta alguno de sus cócteles ¿Que no sabes por dónde empezar? Prueba con el Jorge Amado, una combinación de cachaça, clavo, canela, maracuyá y lima.
Paraty está en la orilla y es bañada por el mar, y no es una manera de hablar. Su escasa elevación hace que en algunas ocasiones la marea suba por sus calles y cubra gran parte de su empedrado, momento en el que cobran sentido esos puentecitos de piedras y tablones que verás en algunas de sus calles que miran al mar.
Imprescindible: disfrutar de las aguas de Paraty
Aunque el interior de Paraty atrape y apetezca sentarse a los pies de la iglesia de Santa Rita con vistas a la bahía a escuchar música en directo un día tras otro, no nos podemos perder todo lo que ofrece en sus alrededores.
El agua es gran protagonistas aquí. Por un lado están las cachoeiras, cascadas de ríos que forman piscinas naturales cerca de la montaña y que son el alivio perfecto en los días de mayor calor si buscas agua dulce. Pero siendo realistas, nadie llega a Paraty buscando un río, sino que son sus playas y la transparencia de su mar su verdadero reclamo.
Para conocer la verdadera Paraty hay que salir a descubrir su bahía en barco. Frente a sus costas hay unas 65 islas verdes como ellas solas y 300 playas de arena blanca impoluta, aquí el bosque es casi selvático y el contraste con el azul del agua impresiona hasta a los más viajados.
Para salir a navegar puedes encontrar varias opciones. Los barcos más populares son las escumas, de gran tamaño y donde los turistas tienen la fiesta asegurada. Pero si buscas algo más tranquilo y privado siempre se puede alquilar entre unos cuantos una embarcación más pequeña que te llevará de isla en isla, desde la que podrás bañarte, nadar con numerosos peces de colores y en la que a bien seguro te ofrecerán alguna bebida con cachaça.
Algo de información útil sobre Paraty
No es difícil llegar a Paraty, tanto desde São Paulo como desde Río de Janeiro encontrarás autobuses directos. El trayecto es cómodo y de poco más de dos horas. Tampoco te costará encontrar alojamiento aunque en temporada alta o en carnaval es recomendable reservarlo con antelación. Verás que hay opciones para todos los bolsillos, desde lujosas casonas coloniales donde vivir una experiencia muy auténtica hasta hostels de jóvenes mochileros donde conocer a todo tipo de viajeros.
Los paseos en barco los podrás gestionar desde tu propio alojamiento, pero si lo prefieres no tendrás más que darte un paseo por el muelle para que cada embarcación te tiente con sus ofertas. Un barco mayor implica más gente y un precio menor, pero si buscas tranquilidad céntrate en las embarcaciones más pequeñas y coquetas.
No puedes irte de Paraty sin haber probado alguno de los dulces que pasean las calles al caer el sol. Vendedores ambulantes recorren en centro histórico con carritos llenos de sus mejores manjares. Tampoco sin visitar su mercado de pescado, donde encontrarás lo más fresco del lugar, o sin cenar en una de sus terracitas algunas de las capturas del día. Si buscas comida a buen precio no descartes los restaurantes de comida a kilo, una especie de buffet donde pagas según el peso de tu plato.