El Peloponeso, un viaje a la historia de Grecia

El teatro de Epidauro, en el Peloponeso.

Roberto Ruiz

12 de diciembre de 2021 23:04 h

Viajar al Peloponeso, en Grecia, supone conocer la historia del país heleno desde el siglo XVII a.C. hasta nuestros días. En esta península se concentra gran parte de los restos mejor conservados de antiguas ciudades y civilizaciones que dieron forma al país. Supone una visita imprescindible para conocer los orígenes de Grecia ya que en unos pocos días podremos recorrer lugares como Corinto, Nemea, Epidauro, Micenas, Mystras y Olimpia.

Todo viaje que te lleve al Peloponeso estará acompañado además de un buen número de atractivos que van más allá de las piedras y las ruinas. Allí también encontrarás ciudades con encanto como Nauplia y su fortaleza de Palamidi, llamativas formaciones naturales como el barranco de Lousios, pueblos amurallados como el de Monemvasia o playas de arenas blancas como las de la isla de Elafonisos. Y todo, si viajas por tierra desde Atenas, tras contemplar y cruzar una de las mayores obras de ingeniería del mundo: el canal de Corinto.

Una vez en el Peloponeso la historia de Grecia te espera con los brazos abiertos. Aunque podría ser recomendable hacer una ruta siguiendo un orden cronológico, en realidad lo más lógico es ir visitando conforme nos desplazamos por la península siguiendo un orden geográfico, por lo que nuestra primera parada está clara: el yacimiento arqueológico del antiguo Corinto.

El yacimiento de la antigua Corinto

Empezar visitando la antigua ciudad de Corinto es comenzar por todo lo alto. Aunque la zona había sido habitada desde el neolítico, la ciudad alcanzó su máxima expansión en el siglo VII a.C. y en el siglo V a.C. era una de las tres mayores potencias de Grecia. Jugó un papel fundamental contra los persas y en el año 146 a.C. fue parcialmente destruida por los romanos, quienes se asentaron en ella en el 44 a.C. y comenzó a vivir un nuevo periodo de prosperidad. 

Como verás nada más llegar, el sitio arqueológico está dominado por el templo de Apolo, del que aún quedan intactas varias columnas monolíticas, y una de las primeras paradas la haremos en el museo, donde comprobaremos que aquí la cerámica jugó un papel fundamental. Continuaremos bordeando diferentes construcciones, tanto griegas como romanas, en un área donde se concentraba la vida comercial, social, religiosa y cultural de la ciudad.

La fortaleza de Akrocorinto

A solo unos minutos se encuentra Akrocorinto, una fortaleza inexpugnable situada en la cima de la montaña que vigila la antigua ciudad de Corinto y por la que han pasado infinidad de civilizaciones. Los pocos restos que quedan son de época medieval, pero eso sí, para acceder a ella deberás atravesar ni más ni menos que tres enormes murallas. Por ella han pasado desde griegos en el siglo VI a.C. hasta romanos, bizantinos, francos, venecianos y otomanos ya en el siglo XVIII, cuando ya volvió a manos griegas. 

Los restos de Nemea

A media hora de Corinto se encuentra Nemea, un pequeño yacimiento datado en el siglo IV a.C. en el que destaca un importante templo a Zeus. Es interesante hacer aquí una parada, aunque sea rápida, para visitar tanto las ruinas como su museo, donde aprenderemos sobre la ciudad y sobre los juegos deportivos que aquí se celebraban. No muy lejos aún se conserva el estadio, otro de los grandes atractivos del yacimiento, donde entre 415 a.C. y 271 a.C. se disputaban cada dos años diferentes competiciones deportivas.

La historia de Grecia en Micenas

Cuando visitemos Micenas no solo vamos a hablar de una ciudad, sino de toda una civilización. Es uno de los yacimientos más importantes del Peloponeso pues aquí viajaremos mucho más atrás, a un periodo que comprende entre los siglos XVII y XIII a.C, y de vital importancia para conocer la historia de Grecia, por lo que es considerado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Teniendo en cuenta que hablamos de un lugar que tiene unos 3.500 años no podemos esperar que se mantenga gran cosa en pie, pero sí veremos las murallas, los círculos de tumbas y la Puerta del León, la entrada principal a la fortaleza que conserva una gran piedra sobre el dintel con dos leones esculpidos. El museo es fundamental para comprender la importancia de Micenas y también llama poderosamente la atención el Tesoro de Atreo, o tumba de Agamenón, rey de Micenas.

El teatro de Epidauro

Epidauro, o Epidavros, es otro de los platos fuertes de nuestra ruta por el Peloponeso. Aquí el protagonista es su teatro, del siglo IV a.C. y excepcionalmente bien conservado. Te recomendamos contemplarlo tanto desde arriba como desde abajo y comprobar su sorprendente acústica, pues incluso desde la última fila se pueden oír los susurros que tienen lugar en la escena. Tuvo capacidad para más de 12.000 personas y es símbolo del teatro clásico de Grecia, tanto que sirvió de modelo para otros muchos teatros. Hoy en día cada verano sigue acogiendo uno de los festivales de teatro más importantes de Grecia. Si continuamos nuestro camino veremos que el yacimiento cuenta además con los restos de un templo a Asklepios, un estadio deportivo y un tholos, un edificio columnado circular. Además del correspondiente museo, claro.

La fortificación bizantina de Mystras

Mystras no tiene nada que ver con todo lo que hayamos visto en el Peloponeso hasta ahora. Se trata de una fortificación bizantina muy cercana a la ciudad de Esparta. Fue fundada en el siglo XIII y por ella pasaron bizantinos, turcos y venecianos, y cada uno de ellos dejaron aquí su huella. Está construida en la ladera de una montaña y se compone de diferentes niveles, por lo que conviene empezar desde arriba e ir bajando para ver edificios como el de Villehardouin, la iglesia de Hagia Sofía decorada con frescos, la iglesia de Agios Nikolaos, el palacio de los Déspotas, el Convento de Pantanassa también ricamente decorado, el Monasterio de Perivleptos, la Catedral de Agios Dimitrios y otras iglesias como las de Agios Theodoros y Agios Aphentiko.

Olimpia y la historia de sus juegos

Como ya te hemos contado en la antigua Grecia se han celebrado festividades deportivas en varios sitios, pero si hay una que todos conocemos por haber trascendido hasta nuestros días esa es la celebrada en Olimpia. Fue una importante polis griega en el noroeste del Peloponeso, con un santuario dedicado a Zeus y directamente relacionada con el monte Olimpo, la morada de los dioses. En ella se comenzaron a celebrar en el año 776 a.C. los Juegos Olímpicos cada cuatro años, es decir, cada olimpiada

Cuando visitamos el yacimiento de Olimpia es fundamental recorrer su museo, así podremos ponernos en situación y admirar algunas de las piezas mejor conservadas de la antigüedad. Después podremos pasar por lo que queda del gimnasio, la casa de los sacerdotes y el taller de Fidias, el recinto de Zeus, el templo de Hera y, cómo no, por el estadio de Olimpia, posiblemente el espacio más famoso por la importancia que llegó a alcanzar en su momento.

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