Portugal alternativo: seis destinos para un escapada a buen precio que no son ni Oporto ni Lisboa
Portugal es un imán para sus vecinos españoles. El clima, su patrimonio y la calidez de su gente lo convierten en el lugar perfecto para los que quieren viajar sin salir de la península. Pero cuando pensamos en Portugal nos vienen a la mente dos ciudades principalmente: Oporto, por su vino, su costa y sus puentes; y Lisboa, con su imponente castillo y los edificios pastel de la ciudad antigua. Hay Portugal más allá de estas dos localidades y puedes disfrutar varios de esos lugares este verano.
Amarante
Coronada por la gran Sierra de Marão y bañada por el río Tâmega, el mayor afluente del Duero, el municipio de Amarante ofrece una estampa inolvidable. El Tâmega corre por el corazón de la ciudad, realzando el pintoresco conjunto de casas que se yerguen sobre ambas orillas.
Algunos historiadores atribuyen la fundación de esta ciudad de transición entre el Miño y Trás-os-Montes a un centurión romano de nombre Amarantus. En el s. XIII llegó a este lugar San Gonzalo, monje benedictino con fama de santo que se estableció aquí después de peregrinar por Italia y Jerusalén y que sería nombrado su santo patrón. A él se le atribuye la construcción de un robusto puente sobre el Tâmega en el mismo sitio en el que se encuentra el actual.
Son famosísimos los dulces de Amarante, fáciles de encontrar en las abundantes pastelerías de la tierra. Pero más allá de su gastronomía, es imprescindible hacer una parada por la Sierra de Marão para contemplar el deslumbrante paisaje. Cerca, en el hermoso valle de Ansiães, la visita a los viveros de truchas, en la orilla derecha del río Ovelha, es un buen pretexto para pasear entre los densos bosques que los rodean.
Braga
No te dejes engañar por su nombre, ya que se trata de una de las ciudades más antiguas del país. Longeva en edad, pero no en espíritu, es hogar de miles de jóvenes universitarios.
Es un lugar perfecto para el turismo de edificios religiosos. La catedral también es la más antigua del país y ordenaron su construcción en el s. XII los padres del primer rey de Portugal, Don Enrique y Doña Teresa, que allí tienen sus tumbas. Hoy en día, Braga sigue siendo uno de los principales centros religiosos del país y las conmemoraciones de Semana Santa y de San Juan son el punto culminante del calendario litúrgico y turístico.
Además del Tesoro de la Catedral o Museo de Arte Sacro, vale la pena visitar el Museo de Biscaínhos, instalado en un palacio barroco, el periodo más influyente en el patrimonio de Braga, o el Museo Arqueológico D. Diogo de Sousa, ya que en la ciudad abundan los vestigios de la época romana. Puedes disfrutar de un tranquilo paseo por el centro histórico para visitar algunas de las muchas iglesias, apreciar las casas y edificios históricos, como el Palacio de Raio, el Teatro Circo, el Arco de Porta Nova o tomar un café en la emblemática Brasileira, mientras observa el ajetreo de la Avenida Central.
Quien visita Braga tiene que subir al Santuario de Bom Jesus, un icono de la ciudad, con su monumental escalinata. En medio de espacios verdes, ofrece una excelente panorámica sobre la ciudad, al igual que otras dos iglesias de los alrededores: El Santuario de Nuestra Señora de Sameiro, importante lugar de culto mariano del país y también la Iglesia de Santa María da Falperra. Fuera del centro histórico, merecen la pena una visita, por su belleza e importancia histórica, el Monasterio de San Martín de Tibães y la Capilla de São Frutuoso de Montélios.
Ovar
La mejor azulejería portuguesa y las mejores playas del país se encuentran en Ovar. El arte del azulejo en Ovar alcanza su cénit en la iglesia de Válega. Ubicada a cinco kilómetros del centro de la ciudad, posee uno de los templos más bellos y singulares de todo el mundo. Una auténtica obra maestra que es popularmente conocida como la “Capilla Sixtina portuguesa”. Aunque el templo se comenzó a levantar en 1746 y las obras duraron cien años, el recubrimiento de su fachada con azulejos policromados que muestran diferentes pasajes bíblicos se llevó a cabo en el siglo XX por la Fábrica Aleluia de Aveiro.
Para apreciar la verdadera dimensión de este trabajo hay que entrar con respeto en el cementerio anexo y tener así una visión más completa de la portada. Si es posible, aconsejamos realizar esta visita al atardecer, momento en el que el sol proyecta sus rayos sobre el muestrario de azulejos, dotándolos de mayor color y viveza.
Évora
Un lugar Patrimonio de la Humanidad que se recomienda visitar a pie, recorriendo sus calles estrechas de casas blancas e ir descubriendo los monumentos y los detalles que desvelan la historia de Évora y la riqueza de su patrimonio.
Por su ambiente tranquilo y acogedor no es de extrañar que los reyes de Portugal del siglo XV escogieran esta ciudad, cuyo origen se remonta a la época romana, como su residencia, hecho que contribuyó al desarrollo e importancia cultural que vivió en los siglos posteriores. En realidad, su larga historia y el hecho de haber conservado hasta nuestros días un conjunto urbano representativo de los siglos XVI a XVIII fueron los motivos por los cuales la UNESCO catalogó Évora como Patrimonio Mundial.
La Praça do Giraldo es una parada obligatoria. Es el corazón de la ciudad y el punto de encuentro por excelencia, con cafés, terrazas, tiendas y la oficina de turismo. En uno de los extremos se encuentra la Iglesia de San Antonio y el chafariz de mármol con ocho caños, que representan las ocho calles que allí convergen.
Fafe
Fafe, conocida como la “sala de visita del Miño”, está situada entre las orillas de los ríos Vizela y Ferro y es reconocida fundamentalmente por su gastronomía, patrimonio y belleza natural.
La ciudad es muy cosmopolita desde finales del siglo XIX, cuando los inversores emigrantes de Brasil comenzaron a regresar y decidieron invertir en la ciudad, construyendo hermosas y lujosas mansiones.
Esta nueva vida urbana creó lo que se conoce como la Fafe de los Brasileños, todavía presente en plazas y jardines públicos, a saber, el Jardim do Calvário, la Casa da Cultura, donde actualmente se encuentran el Museo de las Migraciones y el Museo de la Prensa.
Pero Fafe es mucho más que su entorno urbano. Está situada en Alto de Morgair, donde el municipio alcanza una altitud cercana a los 900 metros, lugar en el que se abre el paisaje montañoso antiguo, genuino e inspirador.
Muy cerca de este lugar, en Aboim y Várzea Cova se encuentra uno de las mayores bosques de robledal de Europa. La zona es accesible a pie y está plagada de senderos peatonales.
Lagos
En Lagos todo parece invitar a la playa y a los placeres sencillos. Pero también hay una historia de navegantes y piratas, resultado de una fuerte relación con el mar que perdura en los vistosos pesqueros que traen el pescado a la lonja o en el puerto deportivo en el que se mecen yates de todo el mundo.
Aunque se levantaron sobre construcciones anteriores, a esta época pertenecen algunos de los principales monumentos, como el Castillo de los Gobernadores. O las murallas de la ciudad y el Fuerte de Ponta da Bandeira que la protegían de los invasores, sobre todo de los corsarios, y que actualmente ofrecen bellas panorámicas sobre la población y el mar. También en Lagos, bajo las arcadas de la Praça Infante D. Henrique, tuvo lugar el primer mercado de esclavos de Europa, espacio ahora transformado en centro cultural con exposiciones y venta de artesanía.
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