Si hacemos un repaso rápido por el mapa de la Península ibérica, podremos encontrar en el noroeste de Portugal –prácticamente en la frontera con España, cerca de Galicia– al único Parque Nacional que ostenta tal denominación en Portugal, la reserva de Peneda-Gerês. El espacio, a menos de 14 kilómetros de la provincia de Ourense, se ha convertido en uno de los mayores –si no el mayor– activo natural luso por su valor medioambiental y por la armonía en la que conviven tanto naturaleza como ser humano. De esta manera, el espacio se ha vuelto un reclamo para cualquier amante del turismo sostenible y un destino indispensable para disfrutar de la fauna y flora locales. Para preservar el entorno, es imprescindible programar la visita y reservar plaza.
El espacio natural, de más de 700 kilómetros cuadrados, no solo destaca por su valor paisajístico, sino también por su historia. El enclave conserva en la actualidad construcciones que se llevaron a cabo durante la presencia del Imperio Romano en la Península. Muestra de ello es la calzada romana que atraviesa el parque y que en la antigüedad conectaba Astorga con la actual Braga. Además de ello, se encuentran repartidos por todo el parque restos como dólmenes de la Edad de Piedra, antas o menhires.
Entre las sierras de Peneda y Gerês, las cuales dan nombre al parque, no solo se conservan restos arqueológicos, sino que también se mantienen las tradiciones de las aldeas comunitarias de Pitões das Júnias y Tourém, que pese a que han ido disminuyendo en población con el paso de las décadas, aún siguen presentes en la zona. Las comunidades que habitan el parque sobreviven repartidas en aldeas y caseríos en los que se mantienen las tradiciones y una economía agro-pastoril.
Uno de los principales atractivos del enclave natural es su variada fauna. Durante su recorrido, es muy común encontrarse con razas primitivas de ganado vacuno de cuernos largos, tales como la barrosã, de color caoba; los garranos, pequeños caballos salvajes que corren libremente por los montes; el perro pastor Castro Laboreiro o con el símbolo principal del parque, el corzo salvaje.
La reserva tiene al otro lado de la frontera a su homónimo en España, el Parque natural de Baja Limia y Sierra de Jurés, que fue declarado en 2009 reserva de la biosfera por la UNESCO, y con el que comparte fauna, flora y geografía.
Las Cascadas do Tahiti
Las Cascadas do Tahiti, también conocidas como las del río Arado, son uno de los principales activos del parque natural. Se trata de una serie de cascadas de montaña, que surgen de las aguas del río Arado. Es posible llegar a pie mediante un sendero de 12 kilómetros que comienza en la aldea de Vale do Gerês.
Además de estas, son muchas las cascadas presentes a lo largo de toda la reserva, como la Cascada Portela do Homem o la Cascada de Pinçaes, convirtiéndose en uno de los principales atractivos del parque y pudiendo bañarse en sus aguas cristalinas, siempre con el debido cuidado y el respeto por el medio ambiente que requiere un lugar tan especial como este.
¿Qué hacer en el parque?
Todas estas características vuelven a la reserva natural de Peneda-Gerês como un destino idóneo para disfrutar en verano de una manera verde y sostenible. Para ello, el parque ofrece múltiples actividades de aventura, que permiten observar las entrañas del paraje desde diferentes zonas y puntos de vista. De esta manera, podrás disfrutar de:
- Senderismo por rutas señalizadas que van desde 1 hasta los 17 kilómetros, por caminos de tierra o hierba, variando entre montañas o riberas de ríos.
- Alquiler de bicicletas de montaña para recorrer las rutas más complejas del parque.
- Práctica de deportes acuáticos en canoa, piragua y kayak en la aldea de Río Caldo.
- Descanso en las termas de Vila do Gerês.
- Visita a castillos a más de 1.000 metros de altitud, como el Castillo de Lindoso.
- Conocer museos como el Etnográfico de Vilarinho das Furnas y de monasterios como el de Santa Maria das Junias.
Un enclave rodeado de destinos
El parque de Peneda-Gerês no solo destaca por su naturaleza singular y por la cantidad de actividades que se pueden realizar en él, sino también por su cercanía con varias ciudades y pueblos de gran interés. El enclave se encuentra a menos de 40 kilómetros de Braga y cuenta con múltiples rutas a localidades rurales cercanas por las que parece que no ha pasado el tiempo, como Brufe o Terras du Bouro.
Además, el parque se extiende a la Reserva da Biosfera Transfronteiriza Gerês-Xurés, en Galicia, lo que permite visitar también el enclave desde el lado español, así como más localidades de Ourense, provincia con la que hace frontera la reserva, facilitando la visita tanto a este paraje natural único como a todas las verdes tierras de la zona.