Si visitas espacios naturales, recuerda la importancia de respetar el entorno y sigue las guías y recomendaciones oficiales para no poner en peligro el lugar ni tu propia integridad física.
La Costa Quebrada, en Cantabria, es uno de esos lugares que parecen sacados de una postal. Si te gustan las costas abruptas, las playas tranquilas y las siluetas naturales que dibujan el paisaje, este tramo de costa te va a encantar. Con apenas 20 kilómetros que van desde la península de La Magdalena, en Santander, hasta la playa de Cuchía, en Miengo, la Costa Quebrada es uno de esos lugares que te hacen sentir insignificante frente a la inmensidad de la naturaleza.
Lo que ahora hace a este lugar aún más especial es que ha sido recientemente incorporado a la Red Mundial de Geoparques de la UNESCO, un reconocimiento que solo consiguen los lugares de relevancia geológica extraordinaria. Entrando en este selecto club, la Costa Quebrada está más protegida que nunca, asegurando que su valor se mantenga para las futuras generaciones.
Verás que esta costa lo tiene todo: espectaculares acantilados, playas de gran belleza y formaciones rocosas que cuentan la historia de cómo la tierra y el mar han esculpido este paisaje durante millones de años. Si te gusta disfrutar de paisajes naturales sin grandes multitudes, aquí tienes unos cuantos lugares para descubrir lo mejor de esta costa de punta a punta.
La Arnía: el rincón más fotogénico
Empezamos con uno de los lugares más llamativos y representativos de la Costa Quebrada: la playa de La Arnía. Aquí vas a encontrar un paisaje dibujado por enormes formaciones rocosas que emergen del mar. Las capas de roca sedimentaria que ves aquí, que quizá te hagan pensar en los famosos Flysch de Zumaia, nos recuerdan que su historia geológica se remonta hasta hace 125 millones de años. Aunque cuesta hacerse a la idea, lo cierto es que simplemente caminar por esta playa y ver cómo las olas rompen contra las rocas es toda una experiencia.
La Arnía no es una playa muy grande, apenas llega a los 200 metros, pero precisamente eso la hace especial. En verano es cierto que se llena bastante, pero incluso así el entorno merece la pena. Eso sí, fuera de temporada es un auténtico lujo contemplarla a solas. Si te gusta la fotografía, este es el lugar perfecto para sacar algunas de las mejores instantáneas de tu ruta pues justo enfrente de la playa se encuentran los Urros de Liencres, una serie de islotes que son el símbolo de la Costa Quebrada.
Playa de Covachos: el tómbolo que te lleva a una isla
Si te gustan las playas diferentes y que ofrecen algo más que solo arena y agua, la playa de Covachos es para ti. Esta playa es famosa por su tómbolo, una lengua de arena que con marea baja conecta la playa con el Castro, un islote de gran belleza. Cruzar caminando hasta él siempre puede ser una experiencia interesante, pero cuidado con las mareas, como te despistes puedes encontrarte rodeado de agua.
Covachos es también un buen lugar para quienes buscan un rincón tranquilo. Aunque el acceso a pie es algo más complicado, el esfuerzo de bajar las escaleras junto a la roca merece la pena. Al estar rodeada de acantilados está bien protegida del viento y, además, suele ser un lugar frecuentado por nudistas.
Valdearenas: sur, naturaleza y mucha arena
Si eres de los que disfrutan de las playas amplias, Valdearenas es la tuya. Situada cerca de Liencres, la que es la playa más extensa de toda la Costa Quebrada es un lugar perfecto para el surf y el senderismo, ya que además de ofrecer un extenso arenal, está rodeada por el Parque Natural de las Dunas de Liencres.
Así que aquí no solo disfrutarás del mar, sino también de uno de los paisajes de dunas más importantes del norte de España. Puedes hacer una caminata por los senderos que atraviesan el parque o incluso observar aves. Es un buen lugar para ir en familia por lo tranquila que es, pero ojo con el agua porque el mar puede sorprender con corrientes traicioneras. Hay que fijarse en el color de la bandera antes de aventurarse en el agua. Eso sí, los surfistas la tienen entre sus favoritas.
Cerrias: la playa mirador
Si hay algo que caracteriza a la Costa Quebrada son sus impresionantes acantilados y uno de los lugares más indicados para contemplarlos es la playa de Cerrias. Desde ella tenemos unas excelentes vistas de la playa de Portio y su flysch, y es además un lugar especialmente bonito para ver cómo al atardecer el sol tiñe las paredes rocosas de colores cálidos. La playa en sí es pequeña, coqueta y de fácil acceso.
Aunque si prefieres otras vistas mucho más amplias, apunta en tu mapa el monte de la Picota, al que se llega tras media hora a pie desde la localidad de Mortera. Su altitud es de solo 240 metros sobre el nivel del mar, pero es más que suficiente para dejar a nuestros pies la desembocadura del río Pas, el Parque Natural de las Dunas de Liencres y la Playa de Valdearenas.
Somocuevas: la cala más íntima
A veces lo que más apetece es encontrar una playa pequeña y tranquila donde apenas haya gente, y la playa de Somocuevas es perfecta para eso. Se trata de una cala algo escondida, lo que le permite estar menos frecuentada que otras compañeras de la misma costa. Está rodeada por un entorno salvaje y auténtico, y también suele ser frecuentada por nudistas.
La de Somocuevas es famosa por su agua cristalina y tranquila, por lo que es un gran lugar para practicar esnórquel. Coge una máscara y un tubo, y prepárate a descubrir la vida submarina que se esconde entre sus rocas.
Cuchía: el final del camino
Si has empezado en Santander, el recorrido por la Costa Quebrada termina en la playa de Cuchía, en el municipio de Miengo. Esta playa no tiene nada que ver con todas las anteriores, es mucho más amplia y tiene todas las facilidades y servicios que podemos esperar para pasar un día completo sobre la arena.
Desde aquí, puedes ir hasta el mirador de Punta del Águila, sobre la playa de la Robayera, para así despedirte de la ruta disfrutando de una de las mejores vistas panorámicas de la Costa Quebrada, justo delante de la playa de Valdearenas y las dunas de Liencres. Ese sí que será un excelente punto final para esta ruta por la costa más salvaje de Cantabria.