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La Ruta del Agua: un paseo por la Sierra de Guadarrama apto para niños y mayores

Embalse de La Jarosa (Madrid).

Elena Segura

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El Embalse de la Jarosa es el más pequeño de la Comunidad de Madrid, pero sus espectaculares vistas dominadas por la Sierra de Guadarrama y sus extensas y verdes praderas bien merecen la pena una escapada. A solo 45 minutos de la capital, este pulmón verde con sus aguas cristalinas es un lugar perfecto para pasar unas horas en la naturaleza y desintoxicarse del ritmo frenético de la ciudad. Un plan que podemos plantearnos para hacer solos y experimentar una jornada de minirretiro, en pareja, con amigos, niños y familia.

La Ruta del Agua, que tiene como punto de partida el Embalse de la Jarosa, es un paseo circular, cómodo y sencillo, de unos 4 km, sin desnivel –solo tendremos que salvar una pequeña cuesta–. Para realizarlo, se necesitan entre una o dos horas, dependiendo del ritmo y de las paradas que realicemos. Para pasar el día necesitaremos ropa y calzado deportivos, unos buenos tentempiés y agua para hidratarnos, y si vamos a hacer pícnic, todo lo necesario para que el ágape y la jornada sean un éxito.

El Embalse es un coto de pesca (hacerlo requiere la solicitud de un permiso y tique), que recibe agua del río Jarosa y los arroyos Evatel y las Cerradillas. Pero hay que tener en cuenta que tanto la acampada como el baño y las actividades náuticas no están permitidas en esta zona.

Una aldea fantasma bajo el agua

El Embalse de la Jarosa cuenta con una capacidad de 7,2 hm³ y una superficie total de 55 hectáreas. Se levantó en el año 1968 y está construido sobre la aldea de la Herrería del Berrueco, despoblada hacía más de dos siglos y de la que asoma sempiterna la torre de la Ermita de San Macario. Algunas de las casas de este pueblo fantasma que habita bajo el agua también hacen acto de presencia cuando baja el nivel del pantano. El conjunto forma parte del Parque Nacional de Guadarrama.

El paseo de la Ruta del Agua empieza en las orillas del Embalse de la Jarosa. Llegaremos hasta este punto por la carretera de La Coruña (AP-6) y cogeremos la salida 47 por la M-614. Pasaremos por las afueras de Guadarrama y tendremos que atravesar por debajo de un punto la AP-6.

En las inmediaciones del embalse encontraremos el aparcamiento del área de La Jarosa II, donde podremos dejar nuestro vehículo para prepararnos y emprender la ruta. Entre semana o en temporada baja no tendremos problemas para encontrar un hueco donde estacionar sin problemas. Pero los fines de semana y sobre todo durante las temporadas de vacaciones se recomienda ser previsor (y madrugador) para llegar pronto y no verse sin aparcamiento.

Empezamos la ruta

Ahora sí, emprendemos la ruta. A la salida del parking podremos ver varios carteles con guías a distintos caminos para hacer a pie o en bicicleta. Señalizada con puntos azules, los carteles de la Ruta del Agua nos acompañarán durante todo el trayecto con la silueta grabada de dos senderistas y otras dos líneas, una verde y una blanca, de otros senderos que discurren por la misma dirección.

Nuestros primeros pasos serán por la orilla del embalse, que iremos bordeando para girar a la izquierda y cruzar un riachuelo ayudándonos de sus piedras para no terminar con los pies chapoteando en el agua. A otro lado, veremos una valla metálica que tendremos que atravesar. A medida que vamos alejándonos del embalse, empezamos a encontrar un paisaje más frondoso, de pinos (salgareño, resinero y silvestre), robles y fresnos y otra vegetación endémica como los matorrales de romero, jaras (flor que da nombre al embalse de La Jarosa), o tomillo, los helechos, las zarzamoras y el brezo.

Si seguimos caminando, llegamos a una cuesta –el único desnivel– y al llegar arriba, el camino se bifurca. Si tomamos la derecha, continuamos con la ruta circular que nos hemos propuesto. Y si cogemos la izquierda, llegamos a la Cerca de Felipe II, a 370 metros. Es un muro levantado en piedra que marca los límites del coto de caza que el rey mandó construir en el siglo XVI. Para continuar con nuestra ruta, desharemos nuestros pasos de nuevo.

De pícnic o chiringuito

Tomando el camino que transcurre por la derecha de la bifurcación, seguiremos bajando hasta alcanzar la pista forestal por la que regresaremos a La Jarosa, donde hay varias zonas de pícnic.

Si no te apetece cargar con la nevera y la cesta de los bocadillos y demás avituallamiento, puedes optar por tomar algo o comer en el Refugio de Montaña, un chiringuito en la zona de recreo de La Jarosa, que tiene terraza y salón interior. En horario de invierno lo encontraremos abierto los viernes, sábados y domingos.

A lo largo del trayecto, nos iremos tropezando hasta con seis carteles explicativos donde podremos satisfacer nuestra curiosidad sobre la historia de la zona y algunas leyendas serranas. Conoceremos que el embalse de La Jarosa sirve agua a las poblaciones de El Escorial, Alpedrete y Guadarrama. O que sus aguas son estratégicas también para las operaciones de extinción de incendios.

También se puede realizar un recorrido histórico, transitando un recorrido por las construcciones que se levantaron en esta zona durante la Guerra Civil. Guadarrama fue un enclave estratégico para ambos bandos, el republicano y el sublevado. Como testigo de esa guerra de trincheras han quedado restos de las fortificaciones levantadas entre los árboles.

El embalse es un coto intensivo de pesca y está gestionado por la Sociedad de Pescadores de la Jarosa, que se repuebla cada semana con truchas arcoíris, una de las especies que se puede pescar en la zona, junto a el black bass y el lucio. Pero para pescar, como indicábamos anteriormente, es necesario tener una licencia.

Las preciosas y coloridas mariposas que sobrevuelan la pradera de La Jarosa –sobre todo la Isabelina y la Apolo– harán sorprenderse a los más pequeños, siempre curiosos, que también podrán tropezarse con otras especies animales como las ardillas, lagartijas ibéricas, lagartos verdinegros, conejos de campo, el sapo de espuelas o ranas. Más esquivos y difíciles de ver, también conforman la fauna de esta zona los zorros y jabalíes, el topo, el lirón y la musaraña, o aves como el petirrojo, el búho real o las cigüeñas.

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