Una ruta de senderismo por las cascadas de Ordesa, en los Pirineos
Ordesa, en el corazón de los Pirineos, es uno de esos enclaves que uno nunca se cansa de visitar. Solo, en pareja, con amigos o con toda la familia, es un destino al que no le falta de nada para disfrutar unos días de la tranquilidad que aporta estar rodeado de la naturaleza. Lagos, pozas y piscinas naturales para refrescarse y llevar mejor el calor del verano, preciosas casas rurales, refugios de montaña y hoteles llenos de encanto, una gastronomía de lujo y pueblos con reminiscencias medievales que parecen sacados de un cuento, como Torla, Broto, Tella, Bielsa o Escalona.
En las 15.696 hectáreas del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, en Aragón, al norte de la provincia de Huesca, encontramos diversas rutas que recorrer con un paisaje lleno de contrastes que van desde la aridez de los desiertos kársticos de las zonas altas a los valles, donde nos acompañará la presencia del agua saltando incansable entre barrancos y cascadas con una naturaleza exuberante y bosques de hayas y de pinos.
El Parque forma parte de la Reserva de la Biosfera Ordesa-Viñamala y ha sido declarado Patrimonio Mundial por la Unesco; además de Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA).
Una de las rutas más conocidas y transitadas del Parque es la ruta de las cascadas de Ordesa, que cubre una distancia de unos siete kilómetros. Es una ruta sencilla que podrán hacer mayores y pequeños, por lo que se recomienda para realizar en familia o en grupos con niños, sin grandes esfuerzos, visitando tres de las principales cascadas de la pradera de Ordesa; las de Arripas, la Cueva y el Estrecho. El recorrido es circular y se puede completar en unas dos horas, aunque el tiempo será mayor si hacemos paradas para descansar y disfrutar del paisaje. Pese a lo accesible que es la ruta, es importante llevar ropa cómoda y calzado apto para deporte.
El punto de inicio es la pradera de Ordesa, desde donde hay que coger una pista forestal, por la ribera derecha del Río Arazas. La ruta está muy bien señalizada, a la media hora de haber iniciado el paseo llegaremos a la cascada de Arripas, donde podremos admirar el impresionante paisaje de los alrededores desde un mirador.
Cascadas ocultas y toboganes en la roca
Siguiendo un bosque de hayedos, llegaremos a la cascada de la Cueva, oculta entre las rocas, y a pocos minutos alcanzamos la del Estrecho, con un espectacular salto de agua. A la vuelta, atravesaremos el Puente de la cascada de Arripas para volver por la otra orilla, justo debajo de la cascada de la Cueva, con un impresionante tobogán labrado en la roca por la erosión de la caída incansable del agua.
Si todavía tenemos ganas de seguir paseando, a tres horas de nuestro punto de partida y por la misma ruta que hemos seguido, se encuentra la espectacular cascada de la Cola de Caballo, una de las más conocidas y visitadas. Desde la Cueva, pasaremos por las Gradas de Soaso (con varios escalones de saltos de agua) y el Circo de Soaso, un espectacular valle glaciar en el que se encuentra la Cola de Caballo al final del trayecto y que recibe su nombre por la forma que tiene la caída del agua.
El camino de vuelta puede realizarse simplemente deshaciendo nuestros pasos, pero los más aventureros pueden hacerlo tomando la Faja de Pelay y la Senda de los Cazadores; aunque en ese caso es importante tener en cuenta que no es una ruta apta para niños, personas mayores o con movilidad reducida porque hay un tramo con un desnivel de 600 metros y un descenso muy exigente.
Baño prohibido y otras recomendaciones
Hay que tener en cuenta que el baño está prohibido a lo largo de todo el Parque Natural, así como la caza, la pesca, hacer fuego, tirar basura o molestar a los animales. Advertencias que las autoridades no se cansan de repetir porque año tras año hay denuncias de conductas incívicas. Tampoco se permite el vivac o acampada nocturna, salvo en la zona de Góriz, “existiendo un aforo limitado y siendo imprescindible la reserva previa a través de la página web del Refugio de Góriz”, recuerdan desde el Ministerio para la Transición Ecológica. Aunque este año, “debido al desarrollo de las obras de remodelación del refugio de Góriz” no estará operativo hasta después del 12 de julio. Tendremos que tener paciencia para disfrutar de esta parte del paraje natural, pero valdrá la pena.
Acceso en coche o autobús hasta la Pradera de Ordesa
El acceso a nuestro punto de partida, la Pradera de Ordesa, es sencillo en vehículo particular salvo en temporada alta, cuando habrá que llegar en autobús desde Torla por la gran afluencia de turistas en estas fechas. Los mejores momentos para visitar la zona son el otoño, con paisajes de ensueño, y la primavera, con cascadas rebosantes por la acumulación de las lluvias y el deshielo.
Una vez cubierta la ruta, quedan muchas más cosas que hacer en el entorno de los Pirineos. Los amantes de los deportes de montaña podrán practicar BTT, escalada, planificar vías ferrata, kayak o canoa en aguas tranquilas o, para los más atrevidos, está el descenso de cañones acuáticos. Hay experiencias para todos los niveles.
Pero también rutas históricas como la de Ordesa y la Gran Máquina del Tiempo, en la que se revive la “fascinación” de los primeros exploradores que se adentraron por primera vez en estos paisajes hace un siglo. O pasear por los pueblos de los alrededores, entre los bancales que cultivan en las laderas y las majadas de los pastores, admirar las casas típicas del alto Aragón con tejados de losas de areniscas, sus paredes de piedra y sus características chimeneas y conocer a sus habitantes, gente de montaña que ha conseguido vivir en equilibrio con el medio natural, o perderse entre las leyendas de brujas y seres fantásticos que han pasado de generación en generación.
Además, si visitamos la zona en verano, podremos conocer alguna de las romerías que se siguen celebrando y que mantienen todo el sabor de la tradición, así como algunas de sus fiestas patronales o las ferias de ganado.
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