Setenil de las Bodegas, el pueblo que nació bajo las rocas

Roberto Ruiz

2 de febrero de 2020 00:00 h

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Gracias a pueblos como Setenil de las Bodegas, la Sierra de Cádiz puede presumir de ser una de las más bonitas y pintorescas de toda la península ibérica. Quizá sus primeros vecinos prehistóricos esto aún no lo podían saber, pero desde luego sí tuvieron claro que este lugar era idóneo para asentarse y hacerlo perdurar a lo largo de la historia.

Setenil de las Bodegas forma parte de la ruta de los Pueblos Blancos de la Sierra de Cádiz, nació aprovechando las formas del cañón creado por el río Guadalporcún y sus cuevas y recovecos naturales no tardaron en dar cobijo a sus primeros pobladores. Más tarde pasaron a ser casas, y así hasta hoy, cuando se ha convertido en uno de los pueblos más visitados de la provincia gaditana. Además, pertenece a la asociación de Los Pueblos Más Bonitos de España y está declarado como Conjunto Histórico Artístico.

Setenil gozó de una gran importancia estratégica durante su periodo musulmán y la reconquista cristiana se hizo de rogar, tanto que de ahí proviene su nombre. Fue sitiado siete veces sin éxito, Septem nihil (en latín: Siete veces nada), y así quedó bautizado.

Para conocer Setenil de las Bodegas elige un buen día de sol, cuando más resplandecen sus casas de color blanco y más contrastan con el cielo azul. Será el momento perfecto además para comprobar cómo sus calles se mantienen frescas de manera natural y su ubicación ayuda a escapar del calor. Una visita perfecta a Setenil de las Bodegas empieza en su antigua Casa Consistorial y termina degustando alguno de los más típicos dulces setenileños, y eso es justamente lo que te vamos a proponer a a continuación. 

Empieza por la oficina de turismo de Setenil de las Bodegas

La primera parada es la oficina de turismo de Setenil, y no solo para que te expliquen mapa en mano todo aquello que no te puedes perder en este precioso pueblo blanco, sino también para conocer el edificio donde se ubica. Se trata de la antigua Casa Consistorial, data de principios del siglo XVI y en ella debes levantar la vista para contemplar su espectacular artesonado mudéjar de par y nudillo. Un poco más abajo, en su banda inferior, una inscripción conmemora el 21 de septiembre de 1484, el día en el que Setenil fue conquistada por los Reyes Católicos. En su origen fue una torre albarrana que se adelantaba a la fortificación y daba acceso a la fortaleza, pero hoy es la encargada de recibir a visitantes de todo el mundo.

El Torreón y el Aljibe árabe, los restos del alcázar

Tendrás que subir alguna cuesta hasta llegar al Torreón de Setenil, pero agradecerás continuar por aquí tu visita. Esta torre del homenaje es el mejor vestigio que podrás disfrutar del antiguo alcázar almohade que antaño protegió la roca de Setenil desde el siglo XII, y que tantas veces fue atacado. También podrás ver algunos restos de la muralla que rodeaba la peña.

Por debajo del nivel del suelo encontrarás el viejo aljibe árabe, un depósito excavado en la roca cuya función fue la de suministrar agua a la fortaleza. Y muy cerca también no puedes pasar por alto el mirador de El Lizón, para así aprovechar y disfrutar de unas buenas vistas de todo el casco de Setenil.

La Casa de la Damita de Setenil

Como decíamos hay que remontarse un buen tiempo para conocer el origen de Setenil, como poco al menos unos 5.000 años. Y nada mejor para hacerlo que visitando la Casa de la Damita de Setenil, muy cerca del Torreón. Aquí encontrarás un pequeño pero interesante museo que te llevará por la historia de Setenil gracias a los hallazgos arqueológicos encontrados en diversas excavaciones realizadas en 1997. Sobre todos ellos destaca la conocida como “Damita de Setenil”, una venus paleolítica con cinco milenios de antigüedad que acredita el asentamiento que vivió Setenil en la prehistoria.

Las calles Cuevas del Sol y Cuevas de la Sombra

Estas dos calles son sin lugar a duda la imagen más representativa de Setenil de las Bodegas, más incluso que cualquier vista panorámica que puedas obtener desde el mirador de los Reyes Católicos, altamente recomendable también. 

Cuando se acerque la hora de comer lo mejor que puedes hacer es poner rumbo a la calle Cuevas del Sol. Aquí la roca que ha sido erosionada por el cauce del río hace de techo y pared de las casas y restaurantes que ofrecen platos típicos como las sopas cortijeras, los revueltos de espárragos, las migas de pan o el gazpachuelo. Siempre, por supuesto, junto a enormes tomates que difícilmente pasarán desapercibidos. 

Después de comer lo suyo es cambiar de calle, cruzar el río y pasear la calle Cuevas de la Sombra. Una vez allí comprenderás a qué se debe su nombre, y es que aquí la propia calle está cubierta por la roca. Verás que las mejores pastelerías de Setenil se concentran aquí y a pocos metros de distancia unas de otras, por lo que si apetece tomar un café y probar dulces típicos como los cortadillos, las empanadillas, las rosquillas o las pastas, esta es la calle que andabas buscando.

Las ermitas e iglesias de Setenil

Las ermitas y las iglesias de Setenil también son parte de su historia. A las afueras, la ermita de San Sebastián fue la primera construcción cristiana levantada en Setenil tras la conquista de los Reyes Católicos en el siglo XV. Es pequeña y de estilo tardo gótico español. Por su lado, en pleno centro la ermita de San Benito acoge una de las tallas más veneradas en Setenil, su Padre Jesús Nazareno. 

Y en lo más alto, sobresaliendo tanto como el propio torreón de la antigua fortaleza, la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación destaca sobre todo lo demás. Comenzó a construirse en el siglo XV sobre la mezquita mayor de la localidad pero las obras no se terminaron hasta ya entrado el siglo XVII, por lo que destaca el sincretismo de sus estilos, empezando en el mudéjar y terminando en el gótico. 

Las calles Jabonería y Cabrerizas

En ningún momento de tu visita a Setenil has de olvidar que aquí, lo que tienes que hacer, es pasear y recorrer sus calles, tanto las que están cubiertas por cuevas como las más laberínticas que dan forma a su centro. Sin olvidar tampoco la Plaza de Andalucía, por supuesto. 

Dos de las calles más auténticas que no puedes pasar por alto son las de Jabonería y Cabrerizas. Son dos excelentes ejemplos de la arquitectura setenileña, donde las casas se resguardan bajo las rocas, y que han servido de escenario incluso para el mismísimo Curro Jiménez, el más famoso de aquellos bandoleros que en su momento hicieron de esta sierra su lugar de escondite.