Una ruta por la Sierra de Francia para desconectar en los pueblos más bonitos de Salamanca
La Sierra de Francia es capaz de reunir riqueza natural, encanto cultural y altas dosis de tradición a partes iguales. Y no hay que ir al país galo para descubrirla, sino que basta con desplazarse hasta el sur de la provincia de Salamanca. En ella nos adentraremos en el Parque Natural Las Batuecas-Sierra de Francia, protegido por su biodiversidad y sus llamativos paisajes, y podremos conocer algunos de los pueblos más bonitos de toda Castilla y León.
La Alberca, Mogarraz, San Martín del Castañar, Sotoserrano, Miranda del Castañar y Cepeda son sin duda algunas de las ubicaciones que deberías incluir en tu ruta, teniendo en cuenta siempre que son muchas las posibilidades que además te invitarán a disfrutar de la naturaleza por tu propio pie. Más allá de estas paradas, tampoco dudes en incluir en tu itinerario una visita al Santuario de la Nuestra Señora de la Peña de Francia, situado a más de 1.700 metros de altitud y desde donde podrás contemplar toda la sierra. Quizá te interesa también completar tu ruta cultural con una ciudad Patrimonio de la Humanidad como es Salamanca.
Si ya empiezas a planificar el viaje en tu cabeza, lo ideal es disponer de al menos tres o cuatro días para explorar bien la zona. Eso si lo haces en coche, porque si te apetece y te animas, para los más aventureros hay rutas de senderismo que conectan algunas de estas localidades, permitiendo un contacto más directo con la naturaleza. Y si puedes elegir, en otoño los bosques se tiñen de dorados y rojizos, creando paisajes de cuento.
De un modo u otro, y teniendo siempre en cuenta que es una zona muy turística en temporada alta, la Sierra de Francia puede convertirse en todo un refugio en el que disfrutar del ritmo pausado de lo rural mientras que el murmullo de los arroyos pone la banda sonora de tu viaje.
La Alberca
Iniciamos nuestra ruta en La Alberca. Es sin duda el pueblo más conocido de la Sierra de Francia y no por casualidad fue el primero de España en ser declarado Conjunto Histórico-Artístico, allá por 1940. La Alberca conserva un encanto medieval que lo hace especialmente atractivo. Sus calles empedradas, sus casas con entramados de madera, sus balcones adornados con flores y su característica Plaza Mayor te transportan a otra época. Pasear por ella es un deleite para los sentidos, cada rincón cuenta con detalles arquitectónicos y culturales que reflejan la rica historia del lugar, pero para conectar como es debido con todo lo que te rodea te recomendamos evitar las horas puntas de turistas, que pueden llegar a ser muy numerosos.
Además, La Alberca es conocida por mantener vivas sus tradiciones. Una de las más curiosas es la del Marrano de San Antón, en la que un cerdo es criado de forma comunitaria por todos los vecinos del pueblo mientras vaga por sus calles entre el 13 de junio, San Antonio de Padua, hasta que se sortea el 17 de enero, San Antón. En la Plaza Mayor hay un monumento que lo conmemora. La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y las ermitas de San Antón, San Blas y el Humilladero tampoco las deberías pasar por alto.
Mogarraz
A pocos kilómetros de La Alberca encontramos Mogarraz, un pueblo que sorprende por la singularidad de sus fachadas. En ellas se pueden ver más de 800 retratos sobre láminas de chapa dibujados por el artista local Florencio Maíllo, usando las fotografías que se utilizaron para hacer los carnets de identidad de los habitantes del pueblo en 1967. Todo un homenaje a los vecinos de entonces que preserva la memoria colectiva del lugar.
Pero Mogarraz no solo destaca por su arte, también resulta interesante su museo etnográfico Casa de las Artesanías, así como monumentos como la iglesia de Nuestra Señora de las Nieves y su torre campanario. Puede ser un buen lugar para disfrutar de la gastronomía local, donde nunca faltan embutidos, quesos y vinos, o para animarse con alguna ruta de senderismo que nos lleve a descubrir la Reserva de la Biosfera de las Sierras de Béjar y Francia, como puede ser la conocida como Camino del Agua.
San Martín del Castañar
Continuando nuestra ruta, llegamos a San Martín del Castañar, declarado Conjunto Histórico en 1982. Dominado por los restos de su castillo del siglo XV, a cuyo pie se mantiene la que es considerada una de las plazas de toros más antiguas de España, este pueblo conserva un marcado aire medieval. La fortaleza, que hoy alberga el Centro de Interpretación de la Sierra de Francia, es una visita imprescindible para conocer más sobre la historia y el patrimonio natural de la región.
El casco antiguo de San Martín es un laberinto de calles empedradas. Su Plaza Mayor, porticada y altamente fotogénica, es el corazón del pueblo, donde se encuentra la iglesia de San Martín, una joya arquitectónica con una torre defensiva que recuerda los tiempos en los que estas tierras fueron fronterizas. Las ermitas del Socorro y del Humilladero, el puente sobre el río Francia y la calzada romana son otros puntos que tampoco te querrás perder. Y como curiosidad, la localidad está decorada con más de 80 jardineras con vocablos del territorio, por lo que podemos pasear leyendo y aprendiendo sobre el entorno.
Sotoserrano
Llegamos a Sotoserrano, un pueblo situado en un entorno natural privilegiado, cerca del río Alagón y no muy lejos del impresionante meandro del Melero, ya tocando con Cáceres. Sotoserrano es conocido por su rica tradición agrícola, que se refleja en la calidad de sus productos locales como las cerezas, el aceite de oliva y el vino. Por sus calles encontramos de nuevo fachadas con entramados de madera, con una arquitectura típicamente serrana y un paseo nos llevará por la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, románica y del siglo XIII, la ermita del Humilladero y la Plaza Mayor con la Torre del Reloj, edificada en el siglo XVI.
Hay que tener en cuenta que Sotoserrano, o “el Soto”, que es como se le conoce coloquialmente, es el municipio con menor altitud de la zona, a 522 metros sobre el nivel del mar, por lo que tiene uno de los climas más calurosos de la Sierra de Francia. Pero eso no quita que sea un lugar en el que tomarse la vida con calma, para disfrutar sin prisas, y donde aprovechar para conectar con su entorno natural.
Miranda del Castañar
Miranda del Castañar es uno de los platos fuertes de la Sierra de Francia. Este pueblo, declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1973, es famoso por su castillo de los siglos XIV y XV y la muralla medieval de 600 metros que rodea el casco antiguo, por lo que es de justicia considerarlo uno de los pueblos más bonitos de España. Su historia se respira en cada rincón y sus estrechas y empinadas calles nos llevarán por la cárcel real, la iglesia de San Ginés y Santiago con la torre adyacente o las ermitas del Cristo del Humilladero y de la Virgen de la Cuesta, patrona del municipio.
El castillo de Miranda del Castañar es una de las fortalezas mejor conservadas de la región y ofrece unas vistas impresionantes de la sierra cuando recorremos su paseo de ronda. La antigua Alhóndiga del siglo XVI es hoy sede del Ayuntamiento y de la Oficina de Turismo y cuando recorras sus calles no tardarás en descubrir diferentes edificios nobles, recuerdo de su pasado de esplendor. Además, el entorno que rodea al pueblo es un espectáculo natural, con el bosque de madroños más grande de Europa.
Cepeda
Nuestra ruta concluye en Cepeda, un pequeño y tranquilo pueblo que ha sido poblado por celtas, romanos, visigodos, árabes, judíos y cristianos. Entre todos los municipios de los que te hemos hablado quizá Cepeda sea uno de los más indicados si lo que buscamos es desconectar, alejarnos del bullicio y disfrutar de la paz que solo un lugar así puede ofrecer. Porque, antes de que te des cuenta, te habrás sumergido en su exuberante naturaleza.
Cuando recorras sus calles asegúrate de pasar por su Plaza Mayor, pero también por la iglesia de San Bartolomé, con su robusta torre anexa, así como por la Casa de la Inquisición y las ermitas del Humilladero y San Marcos. Tampoco has de perderte sus alrededores, el Mirador de la Corona ofrece unas vistas impresionantes de este pequeño municipio y, no muy lejos, junto al arroyo del Coso encontrarás unos molinos harineros del siglo X.