Soria desconocida: pueblos, naturaleza e historia para explorar la provincia

Salduero, uno de los pueblos más bonitos de Castilla y León.

Elena Segura

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Cuando hablamos de la España vaciada, Soria es una de las primeras provincias que nos vienen a la cabeza. La zona cero, de las que más titulares han acaparado sobre el éxodo de habitantes a la gran ciudad en busca de oportunidades laborales, pero también de las que más esfuerzos han hecho por retener población joven dentro de sus fronteras.

A priori, no sucede lo mismo cuando pensamos en organizar una escapada por España. Soria no suele ocupar el primer lugar en nuestra lista de destinos más deseados. Pero lo cierto es que esta provincia esconde impresionantes tesoros naturales y patrimoniales que la hacen muy apetecible para perderse unos días a descubrirlos.

Además, para aquellos que huyen de los destinos masificados y prefieren la tranquilidad y disfrutar del aire puro es un lugar perfecto. Viajar a Soria es viajar al pasado y parar el tiempo paseando por sus pueblos, con sus calles empedradas entre hileras de preciosas casas rústicas llenas de historia y monumentos que nos recuerdan el paso de milenarias civilizaciones por sus tierras. Pero donde la naturaleza, salvaje e imponente, también tienen un papel predominante.

Medinaceli y su arco romano

Al sur de Soria encontramos Medinaceli, en el Valle del Jalón. Declarada Conjunto Histórico Artístico, ha sido seleccionada también como uno de los pueblos más bonitos de España. Es famosa porque podemos encontrar vestigios celtíberos, romanos, árabes y cristianos. Su gran arco romano, del siglo II, es uno de sus principales atractivos. Es el único de España que conserva sus tres arcadas. De origen prerromano, fueron los musulmanes los que acuñaron el topónimo que viene de Madinat Salim (la ciudad de Salim). Los Banu Salim (hijos de Salim) ocuparon los primeros siglos de Al-Ándalus.

En Medinaceli no podemos perdernos tampoco un paseo por sus antiguas murallas árabes, el castillo también de la época de los musulmanes,  la señorial Plaza Mayor, la colegiata de Nuestra Señora de la Asunción de Medinaceli, el nevero árabe o el convento de Santa Isabel y el beaterio de San Román. En la Iglesia de Santa María la Mayor se conserva la talla del Cristo de Medinaceli del siglo XVI.

Salduero, el corazón de Pinares

Salduero es uno de los pueblos más bonitos no solo de Soria, sino de toda Castilla y León. Lo encontramos en el corazón de la comarca de Pinares, atravesada por el río Duero. A sus márgenes, sus riberas, valles y pinares le dedicó Antonio Machado una de sus leyendas. A 40 kilómetros de la capital, es un destino ideal para visitar en familia. Mejor en otoño, primavera o verano (con temperaturas suaves), pues en invierno es una de las zonas más frías de España.

En Salduero podemos visitar su Plaza Mayor y la Iglesia de San Juan Bautista, pero lo más imponente es el Duero recorriendo la localidad con su puente para unir una y otra orilla.

Ágreda, la Villa de las Tres Culturas

A Ágreda, a los pies del Moncayo, se la conoce también como la Villa de las Tres Culturas. En ella convivieron judíos y musulmanes, y tras la irrupción de Jaime I El Batallador, también con los repobladores cristianos hasta la expulsión de los judíos en 1492; y en 1510, de los musulmanes. En Ágreda podemos hacer un recorrido por la judería, la sinagoga, las murallas y los bancales que dejaron los agricultores árabes, el barrio musulmán y el cristiano, palacios renacentistas y otros monumentos.

Uno de los museos que merece la pena visitar es el de Arte Sacro Nuestra Señora de la Peña, ubicado en un templo románico, el más antiguo de la localidad.

La Dehesa, el lujo de las villas romanas

Otro lugar imprescindible en nuestro viaje a Soria es la Villa Romana de La Dehesa (Quintana Redonda), donde visitaremos el Museo Magna Mater, construido con la misión de proteger el yacimiento. Junto con Los Quintanares de Rioseco de Soria y Los Villares de Santervás del Burgo, La Dehesa es una de las tres villas romanas de la provincia.

Fue en 1928 cuando los trabajos de Blas Taracena “sacaron a la luz un magnífico conjunto arqueológico en el cual destacan por su calidad artística una serie de mosaicos geométricos”, señalan en la web del museo. La villa, que fue una casa de campo de lujo, ocupa unos 4.000 metros cuadrados a orillas del río Izana. Se calcula que fue construida en el siglo IV.

Calatañazor y su sabinar

Esta localidad alberga uno de los sabinares más bonitos de Castilla y León, una reserva natural con árboles centenarios (algunos tienen más de 400 años) próxima a otro monumento natural que no podemos perdernos, La Fuentona de Muriel. El Sabinar de Calatañazor es el más denso de toda Europa, con ejemplares que superan los 15 metros de altura y los 3 metros de diámetro en su tronco. Es una zona muy apreciada por los amantes del senderismo. El pueblo en sí, Calatañazor, destaca por su castillo, su arquitectura medieval y sus típicas sus casas de barro y paja.

La Fuentona de Muriel

El manantial de La Fuentona, en el término de Cabrejas del Pinar, fue declarado monumento natural en el año 1998. Conocido también como Ojo de Mar, de las aguas subterráneas de su manantial nace del río Abión. Es un espectáculo observar cómo brota el agua de las rocas kársticas. Al principio de la ruta encontraremos un aparcamiento donde estacionar el vehículo, desde allí parte un bonito paseo entre desfiladeros y barrancos. El cangrejo de río y el águila real son algunas de las especies más emblemáticas de su fauna.

Las galerías subterráneas de La Fuentona han sido fuente de inspiración para muchas de las leyendas que recorren estas tierras, alimentadas por la idea de que fueron habitadas por monstruos y seres fantásticos.

La Laguna Negra

La Laguna Negra de Urbión se encuentra en la comarca de Pinares. Se trata de un lago glaciar rodeado de una impresionante naturaleza. Es una zona perfecta para los amantes de la montaña y las rutas senderistas, desde allí podremos realizar un sinfín de travesías por sus bosques, valles y cascadas. La laguna está a 1.800 metros de altitud. Su nombre hace referencia a la oscuridad de sus enigmáticas aguas, debido al reflejo de las paredes de roca en su interior.

Todas las estaciones son buenas para visitar la laguna y su paisaje, pasando de las aguas heladas y los pinos cubiertos de nieve del invierno o los tonos rojizos del otoño, al protagonismo del verde primaveral.

Soria capital

No nos podemos ir de Soria sin visitar Soria capital, una ciudad con un gran patrimonio natural, cultural e histórico. Imprescindible en la ruta es el parque de la Alameda de Cervantes, con una gran pradera donde pararse un rato a respirar aire puro antes de recorrer sus fuentes y sus paseos con bóvedas vegetales. En nuestro recorrido incluiremos también sus calles más nobles, salpicadas de palacios renacentistas, el Instituto Antonio Machado —donde el poeta impartió clases de francés—, la iglesia románica de Santo Domingo o la concatedral de San Pedro.

Es inevitable acercarse al Duero, cruzar su puente de piedra medieval y visitar los monasterios que encontramos a sus orillas, como el de San Juan de Duero o el templario de San Polo. Antes de marcharnos a casa, tampoco podemos dejar de probar algunos de los platos típicos de su gastronomía, como los torreznos, la mantequilla, las migas o (si estamos en época) sus ricas setas.

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