El templo en India donde 20.000 ratas campan a sus anchas bajo la protección de una diosa

Los cuencos de leche se vacían rápido. Las bandejas de frutas apenas duran unos minutos. En este templo se convive con patas, bigotes y colas que se mueven por todas partes. Hay mármol bajo los pies, flores en los altares y una arquitectura que, en cualquier otro lugar, sería motivo de admiración por su detalle. No obstante, el templo Karni Mata, en Deshnoke, una ciudad al borde del desierto de Rajastán, todo gira en torno a más de 25.000 ratas.
El suelo nunca está completamente despejado. Algunas corren entre los pies, otras descansan al borde de los altares, muchas se agrupan junto a los cuencos repletos de leche que los devotos colocan cada día. Se les ofrece también fruta, arroz y dulces.
La limpieza la mantienen los propios encargados del templo, que recorren el recinto barriendo restos, sabiendo que, aunque barran, las ratas volverán a ocupar cada rincón.

No hay cercados ni limitaciones. El espacio está diseñado para facilitar su movimiento. Hay agujeros en los muros que comunican las salas, escalones por los que trepan sin esfuerzo y visitantes que, lejos de espantarlas, se agachan para compartirles alimento o fotografiarlas. Aunque no está bien visto que los turistas graben dentro del santuario principal, muchos lo intentan.
Algunos fieles incluso viven en el templo, entregados por completo a su culto, y aseguran no necesitar más. Las parejas recién casadas también acuden, con la esperanza de que su unión quede bendecida por Karni Mata.
La leyenda que convirtió a miles de roedores en seres sagrados
La historia que respalda este vínculo entre animales y fe se remonta a una leyenda del siglo XIV. Karni Mata, considerada una reencarnación de la diosa Durga, vivió 151 años y desapareció cerca de Deshnoke sin dejar rastro. Según la tradición, tras la muerte de uno de sus hijos, rogó a Yama, el dios de la muerte, que le devolviera la vida.
Al recibir una negativa, declaró que todos sus descendientes renacerían como roedores. Desde entonces, las ratas del templo son vistas como kabba, criaturas sagradas que contienen las almas de su linaje y seguidores.
El edificio fue construido por el maharajá Ganga Singh hace más de 600 años y se amplió hasta principios del siglo XX. Las puertas de plata, la fachada de mármol blanco y las columnas decoradas muestran una arquitectura cuidada. Dentro, las paredes en tonos rosados contrastan con los animales que se mueven sin interrupción.
En el centro, una figura de 75 centímetros representa a Karni Mata. Está decorada con flores y una pequeña corona. A su alrededor, los fieles hacen ofrendas. Si una rata se sube a los pies descalzos de alguien, se considera una bendición.

No se han documentado enfermedades relacionadas con su presencia en más de seis siglos. Algunos trabajadores del templo aseguran que su salud ha sido buena gracias a su devoción. Uno de ellos afirmó a VICE que trabaja allí die'ciséis horas diarias por solo 5.000 rupias al mes - casi 52 euros. -. El motivo, dice, es que servir a Karni Mata le da todo lo que necesita: “Todo el mundo tiene una misión en la vida. Esta es la mía”.
Entre las miles de ratas negras, hay algunas blancas. Se cree que representan la forma más pura de la diosa. Ver una se considera una señal de suerte. Muchos viajan solo por ese instante. En ese templo, donde otros ven plagas de ratas, la fe transforma la mirada. Y eso lo cambia todo.
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