Durante el mes de marzo, periodo en la que se conmemora el Día Internacional de la Mujer, nos proponemos rendir tributo a mujeres feministas que se convirtieron en referentes en la lucha por la igualdad, visibilizando los espacios que influyeron en sus vidas y obras. Mujeres fuertes y valientes que dejaron su enorme huella en los lugares por los que pasaron. Hoy rendimos homenaje a tres de ellas, muy diferentes entre sí: Simone de Beauvoir, Sojourner Truth y Virginia Woolf. Las tres dejaron su impronta en las ciudades que les vieron crecer: París, Massachusetts y Londres.
Simone de Beauvoir
De Beauvoir, una mujer que rompió con los cánones de su época, fue libre en su obra y en su vida: vivió de manera coherente con sus ideas progresistas y feministas y sus libros se han convertido en un referente de la lucha feminista.
«No se nace mujer: llega una a serlo. Ningún destino biológico, físico o económico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana; la civilización en conjunto es quien elabora ese producto intermedio entre el macho y el castrado al que se califica como femenino».
Nació en el número 103 del Boulevard de Montparnasse, en París, en 1908, y murió 78 años más tarde, muy cerca de allí, en el Hospital Cochin. Está enterrada y su tumba se puede visitar en el cementerio de Montparnasse, al lado de su compañero y pareja Jean-Paul Sartre, con quien mantuvo una relación sentimental basada principalmente en la libertad. Estudió en el instituto Désir, en la Rue Jacob. Siendo ella pequeña, se mudó con su familia al sexto piso del número 71 de la rue de Rennes, donde vivió sin ascensor ni agua corriente hasta 1929. Un año antes, en 1928, había conseguido su licenciatura en Filosofía de la Universidad de la Sorbona, lugar emblemático en el que se puede realizar una visita guiada.
En París encontramos más lugares que nos llevan hasta la filósofa y escritora. Por ejemplo, el Café de Flore, situado en el Boulevard de Saint-Germain, fundado en la época de la Tercera República Francesa. El espacio destaca por haber sido regentado por intelectuales como Guillaume Apollinaire, André Breton, Picasso y, cómo no, Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre, quienes tenían una mesa fija en el establecimiento. Parece que durante la ocupación nazi, los militares no pasaban por el café. Sartre escribió al respecto: “Durante cuatro años, los caminos del Flore fueron para mí los caminos de la libertad”. Todavía hoy se puede degustar comida francesa o tomarse un café rodeado de esa áurea que aún conserva de intelectualidad y modernismo.
Sojourner Truth
Nació con el nombre de Isabella Baumfree bajo el yugo de la esclavitud en la plantación de Hardenbergh en Ulster County, un asentamiento holandés al norte de Nueva York. Con 9 años, la vendieron y no fue hasta 1826, con 29, que pudo escapar con su hija pequeña, consiguiendo, al fin, la libertad. Se convirtió en la primera mujer negra en ganar un juicio contra un hombre blanco y se hizo famosa por un discurso dado en 1851 en la Convención de Derechos de las Mujeres de Ohio titulado 'Ain't I a Woman?' (¿No soy una mujer?).
En Florence, en Massachusetts, vivió de 1843 a 1857. Esta ciudad realiza visitas guiadas que revelan la huella del patrimonio afroamericano en la población. El recorrido incluye casas que acogían a esclavos fugitivos que habían huido de sus plantaciones, incluida la que fuera hogar de la propia Truth en Park Street. Cada año, el fin de semana del Memorial Day, defensores de la justicia social y del anti-racismo se reúnen para celebrar la inspiración de Truth y para reconocer el trabajo que están desempeñando jóvenes activistas del instituto de la localidad.
Por su parte, Battle Creek (Michigan) alberga una estatua de 3 metros de altura de la activista negra en un parque de la ciudad dedicado a su figura. Este monumento tiene una placa con la firma de Truth que reza: “porque era ilegal enseñar a los esclavos, Truth nunca aprendió a leer ni a escribir. Este es el único ejemplo conocido de su firma”. La escultura constituye el punto de inicio de un tour caminado que se organiza para rendirle homenaje visitando los lugares relacionados con su vida y su muerte, pues aquí es donde falleció y defendió hasta el final el término de su apellido (Truth, la verdad). Como ella misma afirmó “la verdad es poderosa y prevalece”.
Virginia Woolf
Londres aún conserva lugares que evocan al universo una de las figuras más destacadas del modernismo literario del siglo XX. Un ejemplo de ello es el número 22 de Hyde Park Gate, donde Woolf pasó su niñez. Sin embargo, los veranos de su infancia transcurrían en St Ives, en Cornualles, en la casa de veraneo Tailand House, que hoy sigue en pie, aunque algo transformada. Aquí también reconocemos el faro de Godrevy, inspiración posterior de su novela “Al faro”.
Tras la muerte de su padre, en 1905, se mudó con sus hermanos al barrio londinense de Bloomsbury, al número 46 de Gordon Square. Allí también permanecen reminiscencias de un pasado intelectual del que, además de Woolf, formaban parte el economista J.M Keynes, el filósofo Bertrand Russell y el escritor Edward Morgan Forster. En el Brittish Museum, en Great Russel Square, se encuentra la sala de lectura que Virginia Woolf inmortalizó en “Una habitación propia” y en “La habitación de Jacob”. Por otra parte, en el número 52 de Tavictock Square, lugar en el que hoy se asienta un hotel, vivió Woolf con su marido Leonardo Woolf entre 1924 y 1939. Durante la Segunda Guerra Mundial, su casa fue destruida en un bombardeo. Esta plaza, por cierto, también acogió al escritor Charles Dickens entre 1851 y 1860.
En 1941, a la edad de 59 años y tras haber sufrido depresión y trastorno bipolar durante la mayor parte de su vida, Virginia Woolf se suicidó arrojándose al río Ouse, cerca de su casa. “Mi muerte será la única experiencia que no describiré”, aseguró. Y así fue.